Se puede hablar de números: ocho campeonatos en 16 años, seis de ellos en los últimos nueve y una constante presencia en los momentos decisivos. Pero, para eso, es necesario analizar las razones. E Hindú justifica cada estadística.
En la década del '90, por Don Torcuato se cansaron de ser uno más del montón. Quisieron crecer, evolucionar, progresar. Y lo hicieron, desde la dirigencia, apostando a transitar un largo camino, convencidos de recoger los frutos tarde o temprano. Trabajar desde las infantiles y juveniles y potenciar el futuro siguiendo la línea de los grandes. Todos saben a qué juegan y a qué jugarán.
Hoy, el ADN de Hindú está en cada seleccionado y las convocatorias en los distintos niveles cuentan con apellidos surgidos de un club que es exportador e importador de talentos.
Llegaron vueltas olímpicas y también frustraciones pasajeras, pero nunca se perdió la ideología. Porque los verdugos fueron otros que también hicieron sus apuestas: SIC (semis 2003/04), La Plata (semis 2010) y CUBA (final 2013), por ejemplo. La excepción a la regla fue en semifinales el CASI campeón de 2005, que llegó entonado de la mano de Chapa Branca y tuvo que esperar cuatro años para volver a estar en las instancias decisivas.
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