viernes 29 de marzo del 2024

El infierno de River y el bálsamo de Gallardo

Sería una lástima que la victoria futbolística tape el infierno que vivieron las víctimas de la “batalla de la confitería”. El triunfo, apenas anestesia la conciencia.

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La trascendencia de la victoria de River en el Monumental por Copa Sudamericana, sólo puede contextualizarse pensando en qué hubiese sucedido si Gigliotti convertía alguna de las oportunidades que tuvo y el ganador hubiese sido Boca. El triunfo millonario da por tierra con la paternidad xeneize en eliminatorias de Copa, revaloriza la labor de Gallardo como entrenador (insólitamente cuestionada por un par de resultados adversos en los últimos días) y quita del foco a la feroz interna de los “Borrachos del tablón” que lleva años sin que nadie sea capaz de ponerle el cascabel al gato.

El gol de Pisculichi a Orión se dio en la primera jugada de peligro de River. Fue muy similar a uno convertido en la Bombonera a comienzo de año, cuando vestía la camiseta de Argentinos Juniors. Previamente Boca ya había desperdiciado un penal y un mano a mano claro: detalles que en partidos de esta magnitud marcan tendencia. Ciertamente, luego hubo un gol legítimo que podría haber torcido la serie, mal invalidado por posición adelantada (responsabilidad del asistente), pero el peso de la responsabilidad se diluye ante la impericia del visitante para convertir las chances de las que dispuso.

La labor de Germán Delfino fue impecable. Sigue demostrando que está entre los mejores del fútbol argentino: con aciertos o errores, siempre está comprometido con el trámite del partido y no busca sacarse el problema de encima. Pocos árbitros son capaces de cobrar a los veinte segundos de partido de una eliminatoria histórica, ese penal tan zonzo de Rojas a Meli, donde hacerse el distraído o esgrimir exageración, hubiese sido muy simple.

“Viejo, te amo. Te agradezco por hacerme hincha de River. Mi abuela nos dio esta alegría desde el cielo” dijo Gallardo hijo (Nahuel) después del triunfo. Gallardo padre (Marcelo) se retiró del Monumental sin hacer declaraciones, en una de las peores semanas de su vida. A las voces que se alzaban creando un ambiente de fracaso si el equipo no conseguía alguna de las dos competencias, se le sumó el deceso de su madre que venía luchando contra una enfermedad terminal. Una derrota en el Superclásico lo hubiese condenado injustamente al escarnio público.

Es importante valorar y resaltar lo que generó Gallardo en el fútbol local, más allá del resultado: su apuesta ofensiva en un equipo que venía de salir campeón con una postura más conservadora, su inclinación hacia el trabajo interdisciplinario, su predisposición hacia la tecnología y las ciencias aplicadas al deporte como factores que pueden llegar a contribuir en el rendimiento deportivo y otras posturas innovadoras que sirven para poner en tela de juicio los dogmas existentes.

A todo esto, la justicia sigue investigando los entretelones de la riña previa al partido entre la dos facciones de la barra brava de River Plate. La causa quedó en manos de la fiscal Claudia Katok y del Juzgado Correccional 14. Los dirigentes de River le tiraron la pelota al Estado. Según trascendió, de las cinco cámaras de seguridad que tiene River, curiosamente tres no estaban en funcionamiento. Con las dos restantes, se mencionó que ya habrían identificado a cinco agresores pero hasta el momento no hay detenciones.

Sería una lástima que la victoria futbolística de River tape el infierno que vivieron las víctimas de la “batalla de la confitería”. En la cacería, diseñada por la barra disidente para capturar a los miembros de la oficial, amedrentaron a jugadores del club y familias enteras con armas. La persecución no fue casual: ese día se repartían las entradas internas para el partido. Algunos futbolistas de divisiones menores desde aquel día no volvieron a entrenar al club, víctimas de un ataque de pánico. Las peleas por las repartijas de dinero siguen sucediéndose, mientras el proyecto de Ley de “Penalización del Delito de Barrabrava, Reventa de Entradas y la creación de fiscalías especiales para los eventos deportivos”, propuesto desde la Secretaría de Deportes bonaerense, sigue a la espera.

El bálsamo de Gallardo no apaga el verdadero infierno de River, apenas anestesia la conciencia.