sábado 20 de abril del 2024

Fórmula 1: Vuelve el tormento de los pilotos

Mañana arranca la temporada en el circuito de Australia. Una competencia que expone a los corredores hasta límites extremos. Conocé los riesgos.

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Nadie se expondría voluntariamente a una sesión de tortura. Nadie en sus cabales entregaría su cuerpo para que recibiera golpes por todos lados. Nadie se sometería tampoco a una situación de vértigo que provoque 190 pulsaciones por minuto ni tolerararía una temperatura de 60 grados durante dos horas. Nadie aceptaría ese calvario, a menos que sea corredor de Fórmula 1.

Lejos del podio y de los dólares, lejos del glamour de las promotoras y de la exposición mediática, a los pilotos de Fórmula 1 se los podría considerar víctimas de trabajo insalubre. Los vehículos son, en realidad, una máquina moderna de tormentos. Bajarse ileso después de una competencia es un milagro. El deporte más caro es también el más agresivo.

Lo peor es la cabeza. En realidad, el cuello, que sostiene la cabeza. Porque las piernas van ajustadas a la carrocería y el torso está amarrado con cinturones de seguridad, pero la cabeza queda suelta, y además del peso del casco debe tolerar las aceleraciones y las frenadas. Por ejemplo, cuando el vehículo va a 200 kilómetros por hora y se detiene en algo más de dos segundos, el cuello soporta una presión similar a que si tuviera colgando un niño de ocho años.

Los padecimientos siguen. Dentro de esa coraza de metal la temperatura puede llegar a los 60 grados. Y a pesar de los trajes ignífugos, los corredores pierden unos tres kilos en dos horas de carrera. Eso provoca deshidratación y pérdida de sales, generalmente acompañadas por dolorosos calambres, tan doroloros que a veces los pilotos deben ser ayudados por sus asistentes para poder salir del vehículo.

Eso no es todo. Las vibraciones y los traqueteos son tan intensos que sacuden los órganos internos. Hasta el cerebro se agita, lo que puede provocar mareos y dolores de cabeza. La espalda recibe un golpe tras otro, que suelen derivar en problemas cervicales y, en algunas ocasiones, dolores tan intensos que imposibilitan que el piloto continúe una carrera.

Y como si todos los padecimientos físicos no alcanzaran, los corredores soportan una presión psicológica propia de la competencia, pero agravada por la necesidad de tomar decisiones a 300 kilómetros por hora y con la vida en riesgo en cada curva.

Con el Gran Premio de Australia que se disputa mañana arranca la temporada 2015 de Fórmula 1. Serán 21 pilotos que hasta fin de noviembre competirán durante veinte carreras. Otra vez, como cada año, se someterán a ese encierro tortuoso. Al sufrimiento. Al dolor por voluntad propia.

Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil