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Una imagen pocas veces vista sucedió en el partido entre Inter de Porto Alegre e Ypiranga en el Beira Río. El equipo de Andrés D'Alessandro ganó 1-0 con gol suyo pero eso quedó en segundo plano.
El defensor Fabricio se cansó del hostigamiento de su propia hinchada y en pleno partido se desentendió de la pelota para hacerle gestos a la tribuna con el dedo mayor bien erguido.
Sus compañeros intentaron frenarlo en vano y el árbitro no tuvo otra alternativa que mostrarle la tarjeta roja. Eso no tranquilizó a Fabricio, que se quedó en cuero y se fue insultando y gesticulando ante el abucheo generalizado.
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