jueves 25 de abril del 2024

Cambiar las estructuras de la AFA

Mientras se acerca la fecha de las elecciones en la asociación matriz vale preguntarse si se quiere realmente terminar con las injusticias en el fútbol argentino.

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Cuando se está acercando la fecha para la elección del nuevo presidente de AFA en octubre, muchas son las voces y los comentarios sobre los cambios que se vendrán, ahora que todo está puesto en duda y las investigaciones sobre la corrupción enquistada en el fútbol argentino y en los cimientos de la FIFA amenazan con barrer el castillo sólido que se había construido con los años y ahora parece más endeble que una gelatina.

La pregunta que uno puede hacerse es si en el caso argentino, hay decisión política de crear una nueva AFA, una organización democrática y piramidal, que represente en serio a todo el fútbol argentino. Veamos.

Hasta hoy, lo que se llama “Asociación del Fútbol Argentino” no es otra cosa que la Asociación Metropolitana de Fútbol, porque siempre ha sido eso. Una entidad que legisla sobre lo que sucede en Buenos Aires y alrededores, más allá de que en distintos momentos fueron incorporados clubes de otros lugares del país, provocando un zafarrancho que nunca fue retocado.

En 1939 ingresaron directamente por invitación a la Primera A, los clubes Rosario Central y Newell’s Old Boys. En 1940 llegó Unión de Santa Fe a la vieja Primera B, categoría donde también fueron invitados Central Córdoba de Rosario (1943), otros dos equipos de la misma ciudad en 1944 (Argentino y Tiro Federal), Colón de Santa Fe (1948) y finalmente Sarmiento de Junín (1952), por cuestiones políticas.

Esta anormalidad nunca fue subsanada, jamás se pensó en incluir al resto de los equipos de la Liga Santafesina, o la Rosarina, simplemente se le dio la oportunidad a algunos clubes y éstos lo aceptaron. Salvo Tiro Federal, que dejó los torneos de AFA en 1962 cuando militaba en la Primera C, el resto se mantuvo viajando cada quince días a la Capital y alrededores.

¿Por qué los cuadros rosarinos y santafesinos más el propio Sarmiento pueden disponer de las chances de jugar en los torneos metropolitanos si pertenecen a otras ligas?, ¿Por qué no lo pueden hacer clubes ubicados más cerca geográficamente de Buenos Aires y tampoco, por ejemplo, los cordobeses o entrerrianos, por citar ejemplos?

La AFA sigue sosteniendo un esquema absolutamente unitario, donde todo pasa, se decide y se organiza desde Buenos Aires. Del supuesto país federal, nada de nada. Algo se avanzó en la organización de los campeonatos, cuando se dispuso la creación de la Primera B Nacional en 1986 y se le dio una categoría más trascendente a los torneos en el interior del país. Campeonatos como los viejos torneos argentinos, que hoy son reemplazados por los llamados Federal A y Federal B, que exigen un camino larguísimo para llegar a la B Nacional, mucho más extenso y difícil que lo que necesita un cuadro de la B Metropolitana de Buenos Aires si pretende acceder a la segunda división nacional.

Por los ascensos masivos a Primera A, el cuadro de la B Nacional quedó repleto de equipos del interior y son escasos los cuadros porteños o bonaerenses, apenas Ferro, All Boys, Los Andes, Chacarita y Villa Dálmine, solamente cinco. Quizá ese dominio absoluto del interior del país se exprese en el dinero y el aporte permanente que reciben otros clubes de intendencias o gobernaciones, algo muy dificultoso para los equipos del GBA.

El rugby decidió organizarse así hace pocos años. Lo que era la UAR (Unión Argentina de Rugby) pero en la práctica era una especie de AFA, con la mira y el ombligo puestos en la competencia porteña-bonaerense, pasó a ser la URBA (Unión de Rugby de Buenos Aires) y la UAR quedó para cuestiones nacionales y la organizaciones del torneo anual entre los mejores equipos del país. Es decir, que puso a las uniones de otros lados, en el mismo pie de igualdad que la ahora llamada URBA. Eso en el fútbol, parece imposible.

La mentalidad centralista y desconfiada de todo lo que no se origine en Buenos Aires y alrededores, la pésima distribución poblacional de nuestros habitantes en la geografía argentina, el gigantismo porteño y del GBA, le han dado larga vida a una organización que no tiene en cuenta e ignora al interior del país. Más allá de los avances, hoy suena hasta absurdo pensar en un dirigente de algún club del interior presidiendo la AFA, aunque Armando Pérez, actual mandamás de Belgrano de Córdoba, haya hecho méritos para serlo.

El reparto del dinero amenaza con ser otra piedra en el camino. Los clubes más grandes pretenden acapararlo casi todo. En realidad, creen ser los dueños del fútbol y han obrado en consecuencia, avalados por sectores privados. La llegada del Fútbol Para Todos modificó en parte esa distribución y estableció ciertos principios de justicia, tomando en cuenta que quienes más generan deben cobrar más dinero. Y eso se respetó.

Pero resulta curioso que hacia las demás categorías, no se establezca el mismo principio. Así parece insólito que si Boca o River cobran casi el triple que los recién ascendidos a la A, en la B Nacional perciban lo mismo Villa Dálmine o Estudiantes de San Luis, dos recién llegados, que equipos con historia y arrastre como Chacarita Juniors o Instituto de Córdoba, por dar dos ejemplos. Y en la B Metropolitana, que Platense o Atlanta, dos clubes con mejores antecedentes y público fiel, perciban la misma cifra que cuadros fantasmales como Acassuso, Deportivo Armenio o Deportivo Riestra.

En fin, esta organización mantiene los principios de injusticia. El dominio de la Capital Federal sobre el resto. Un interior que ha crecido, se ha profesionalizado y merece otro lugar en la mesa de la discusión. De igual a igual. Pensando en acortar distancias políticas, pero también deportivas. Entendiendo que a futuro, todos valen lo mismo. Aunque parezca una locura. ¿O no queremos ser un país federal alguna vez?