viernes 29 de marzo del 2024

Por qué Messi es menos que Batistuta en la Selección

En la comparación estadística, La Pulga tiene menos efectividad a la hora de marcar con la camiseta argentina. Además, no aparece en los momentos decisivos.

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Hace ocho años, desde 2007, que Messi no convierte un gol en un partido decisivo, esos de vida o muerte en torneos oficiales. Hablo de partidos en los que quien gana sigue avanzando o se torna campeón y el que pierde se vuelve a casa con las manos vacías. La última vez que metió un tanto de esos tampoco fue el gol que le dio el pasaporte a la Argentina, simplemente fue uno de los tres con los que la Selección, en semifinales, derrotó a México en la Copa América de aquel lejano 2007: 3 a 0. Pero seamos generosos, como lo es Mascherano en la cancha, y digamos que ese día convirtió un gol que por lo menos ayudó a la Argentina a seguir adelante.

Messi es un fenómeno, lo aclaro ya mismo para aquellos que empiezan a preparar insultos. Tener a Messi jugando para nosotros y no para España, como deportivamente correspondería – allí se formó, lo ayudaron, le dieron lo que aquí se le negó – es un regalo del cielo. En tiempos de tantas vacas flacas no pudo pasarnos nada mejor. Pero, personalmente, no sé si Messi es el mejor jugador del mundo porque siempre jugó rodeado de otros genios. Sí, es único, pero Messi se nutrió de bastantes Iniestas y Xavis en el Barcelona y se alimentó de varios Agüeros y Di Marias en la Selección. Eso lo ayudó a ser quien es; eso ayuda.

Y por tanta ayuda todavía no sabemos quién es Messi solito y sólo en un club menor, sin chances de ganar el título, peleando el descenso, disputando un Nacional B, vistiendo la camiseta de un Granada o un Temperley, recibiendo pases de jugadores que no pasan de cuatro puntos. El Gran Leo no vivió esa experiencia que vivieron otros grandes cracks. Messi, de algún modo, con todo lo fantástico que es, sigue siendo un misterio. Lo demuestra varias veces al año aunque los argentinos y los culés se nieguen a verlo en sus fanatismos nacionalistas que uno creía propios del hitlerismo y otras banderas que la historia apedreó aunque no los haya exterminado. Messi demuestra su lado misterioso generalmente cuando no juega junto a los Luis Suárez y los Neymar. Y casi siempre aunque juegue con los mejores del país que lo vio nacer, en la Selección Nacional.

Concuerde, no lo niegue: Messi es misterioso en la Selección. Lo que hizo contra Jamaica, en esta Copa América, si no estuviese respaldado por su apellido y su prestigio, le hubiese valido el banco en el segundo tiempo y posiblemente nadie lo convocaría para las próximas Eliminatorias. Por mucho menos Ever Banega, que jugó su mejor partido con la celeste y blanca ante Paraguay, fue excluido del equipo titular. Pero él es Messi. Y yo hubiese hecho lo mismo que Martino. No lo hubiera reemplazado, lo seguiría poniendo aunque continuase jugando así, como sin ganas, y lo llamaría para las Eliminatorias. Lo sacaría del equipo sólo después de treinta partidos como ese. O veinte. No sé. Digamos diez. Pero tiene crédito, más crédito que cualquier otro que no se llame Mascherano. Inclusive tiene un poco más que Di Maria que a mi juicio es más importante para la Selección que Messi. Pero no nos desviemos.

Si el más fantástico goleador que ya vimos (Messi es eso, un goleador y no otra cosa, por eso no se lo puede comparar con Maradona, por ejemplo, ni siquiera con Brindisi o Bochini) pasa ocho años sin meter un golcito en los partidos en que más se lo necesita, la palabra misterio a la hora de definirlo cobra significado y validez hasta que con hechos lo desmienta. Obviamente puede hacerlo en las próximas horas, puede marcar dos goles en semifinales contra los ‘guaraníes’ de Ramón Díaz y enseguida meter tres en la Final de la Copa América que se está disputando en Chile y ‘sanseacabó’. Sólo que eso todavía no ocurrió. Ojalá acontezca, sí, pero su historia en este tipo de partidos eliminatorios (no de las Eliminatorias) demuestra que no es así que sucede.

Después de aquel gol apenas útil a México (hubiésemos ganado 2 a 0 sin su aporte en las redes), Messi lleva nueve partidos decisivos sin decir presente en aquello que más lo distingue, el gol. Nueve partidos cruciales en blanco, lo que de algún modo es reprochable porque de esos 9 cotejos la Argentina sólo ganó dos… Es decir, la Selección precisó de él y no lo tuvo. Los números dicen que sus compañeros no consiguieron resolver sin su colaboración el 75% de tales disputas. Aquel 3 a 0 a México fue en semifinales, por lo que allí, en esa Final de 2007, ante Brasil, comenzó la racha negativa: perdimos 3 a 0…

Llegó el Mundial 2010 y, en octavos, la Argentina le ganó a México 3 a 1, sin goles de Messi. En cuartos de final ya lo sabemos, Alemania no nos hizo siete como a Brasil pero también nos demolió: 4 a 0 sin que Messi levante la mano para decirle adiós a Maradona que era el entrenador. Un año después, en 2011, tuvo la gran oportunidad de revertir la historia: Copa América en la mismísima Argentina. Pasada la fase de grupos, claro, comenzaron los partidos decisivos y… afuera enseguida: 1 a 1 con Uruguay, sin que Messi marcara (por causa de Tevez, el ídolo de la prensa deportiva nacional, no nos volvimos a casa porque ya estábamos en ella, pero nos sentamos en las plateas a ver cómo jugaban los otros: Muslera le atajó su penal a Tevez en la definición pos-partido).

La memoria más reciente, la del Mundial de Brasil 2014, dice que la Selección pasó la fase de grupos gracias a Messi. Es verdad, sin él no nos hubiésemos clasificado: convirtió goles en los tres partidos, pero esos no valen aquí porque se clasificó por suma de puntos. Cuando empezaron los matches definitorios donde sólo continúa quien gana, Messi desapareció de los arcos rivales. En octavos, 1 a 0 sobre Suiza sin goles de Messi; después, en cuartos de final, otro mezquino 1 a 0 a Bélgica sin Messi festejando goles, y ya en semifinales –recordemos– nos salvó el arquero Romero en la definición por penales, tras el cero a cero con Holanda. En la Final no hace falta refrescarlo, pero Alemania nos derrotó 1 a 0. El equipo volvió a no convertir y él no nos salvó como nos salvaba Maradona. ¡O Batistuta! Ya veremos eso…

Por fin, tras una poco seductora fase de grupos de la actual Copa América 2015, la Selección volvió a depender de Romero, el arquero que intenta ser un nuevo Goico: su atajada en la definición de penales nos clasificó tras igualar cero a cero con Colombia. Argentina jugó bien pero no ganó en la cancha, le faltó el gol de Messi que todos esperábamos ya que, ni en la primera fase anotó alguno de sus lindos goles, esos que enamoran a Cataluña; el único que señaló fue de un penal del que tampoco fue víctima (la dudosa falta fue sobre Di María).

Como Messi es goleador –insisto; no es Maradona– y por estos días, en la necesidad de endiosarlo más de lo que ya está, se escucha repetidamente que quedó a sólo 10 tantos de Gabriel Batistuta, hoy lo quiero comparar precisamente con el ‘Batigol’ que no por acaso es el mayor artillero de la blanquiceleste. Primero hay que decir a quien quiera oír verdades, que Batistuta metió 56 goles en 78 partidos y Messi ‘apenas’ anda por los 44 tantos en 100 partidos. Si no notó la diferencia yo se la cuento: Batistuta metió un gol argentino cada 1,4 partidos, es decir dos goles cada tres encuentros. Messi, en cambio, no llega ni a medio gol por partido, esto quiere decir que necesita jugar más de dos cotejos para señalar un gol, lo anota en el inicio del tercero si fuésemos rigurosamente estadísticos con los porcentajes traducidos a minutos. Porcentualmente es así: la efectividad de Batistuta, en toda su carrera con la selección, fue de 71,79%. La de Messi es bien menor: 45,54%. Aquí, en ambos casos, a modo introductorio, cuento todos los partidos, los decisivos y los otros, por puntos.

Mejor Batistuta. ¿O no? No quiero desmerecer a Messi que algunas veces alegra a un pueblo que no tiene otras alegrías, el pueblo ‘argento’; lo que quiero es exaltar a Batistuta, ponerlo en el pedestal que merece, porque unos por ignorancia y otros vaya a saberse por qué, comienzan a olvidarlo. Sin hablar de los que hacen fuerza para que Messi lo supere. Va a ser difícil que lo consiga aunque marque más de 56 goles, que los va a meter inevitablemente porque va a jugar muchísimos más encuentros que el ‘Bati’, ya que la Selección, aunque haga 22 años largos que no gana nada, juega casi el doble de partidos que los que disputaba dos décadas atrás. Y Messi va a ser titular en la mayoría de ellos.

Batistuta, además, tiene a su favor, algo que le falta a Messi: decidir con goles cuando el equipo precisa pasar de 8º a 4º, de 4º a semis y de semis a la Final. Batistuta ‘decidió’ por todos los argentinos prácticamente siempre que fue necesario. Messi casi nunca con la Selección Mayor. La primera vez que la Selección, con el natural de Reconquista, Santa Fe, en cancha precisó de sus goles, fue en la Copa América de 1991, justamente en Chile y aunque se jugó por puntos también la ronda final, en el último cotejo la Argentina necesitaba ganarle a Colombia para coronarse campeón y así lo hizo: 2 a 1 con gol de Batistuta, el segundo, el que permitió que aventajemos a Brasil por un puntito: 5 contra 4.

Enseguida llegó otra Copa América, porque por entonces se disputaba bienalmente. En 1993, la Argentina sí tuvo que enfrentar a México en partido decisivo, para definir el título, porque en esa Copa volvió a jugarse por sistema eliminatorio de un único partido desde cuartos de final hacia adelante; tal como continúa disputándose hoy día. Y Argentina derrotó a los ‘aztecas’ 2 a 1, en Ecuador, con dos goles de Batistuta. ¡Ah! Ese fue el último título que consiguió la Argentina con su Selección mayor ya que en la ‘Era Messi’ nunca ganamos nada.

En el Mundial de 1994, en los Estados Unidos, Batistuta que ya le había dado la clasificación al país en el repechaje de vida o muerte, ante Australia en Buenos Aires (fue 1 a 0 miserable y con gol del ‘Bati’), volvió a decir presente aún en el partido sin moral que la Selección perdió 3 a 2 ante Rumania, ya sin el dopado Maradona. Hizo un gol. No se borró ni siquiera ese día, en octavos, en el que muchos desaparecieron de los lugares donde solían gambetear. Un año más tarde, en la Copa América de 1995, en Uruguay, la Selección fue mal, hasta resultó goleada por los Estados Unidos (3 a 0 para los desmemoriados), pero igual consiguió pasar a cuartos de final. Allí, tras igualar 2 a 2 con Brasil, los vecinos nos sacaron por penales. Batistuta convirtió uno de nuestros dos tantos durante los 90 minutos. Siempre allí, siempre anotando, distinto de Messi aunque no haya sido el malabarista que es el rosarino hincha de Newell’s.

En el Mundial de Francia, 1998, en octavos de final, gracias a un gol de Batistuta le empatamos 2 a 2 a Inglaterra para vencerla, después, en la definición por penales que consagró a otro arquero ex Racing, Roa. Es cierto que ‘Batigol’ no pudo convertir frente a Holanda que nos eliminó en cuartos de final 2 a 1, pero ese día la Argentina terminó con diez por culpa de Ortega y de la suerte que le dijo no al artillero en un par de ocasiones. Después ya no tuvo otra Copa América y en el Mundial de Japón 2002, la Selección no llegó a los partidos decisivos, se quedó en la primera fase, la que se juega por puntos, donde marcó nada más que dos goles, obviamente uno lo hizo el ex jugador de Newell’s, River, Boca, Fiorentina, Roma, Inter y Al-Arabi de Qatar donde se retiró. Ese Mundial también marcó el adiós de Batistuta a la Selección.

Además de ser decisivo cuando había que serlo, no sólo en amistosos, sino en general y siempre, en la Selección el ‘Bati’ posee un récord poco menos que excepcional como recién vimos; récord que puede desgranarse así para que aparezca en toda su dimensión: en Mundiales jugó 12 partidos y metió 10 goles, eficiencia de 0,83. Un Monstruo. Muy superior a Messi que jugó 13 y anotó sólo 5 goles, eficiencia del 0,38%. En Copa de las Confederaciones Batistuta marcó 4 goles en 5 encuentros, eficiencia de 0,80%. Messi nunca consiguió clasificar a la Selección para una Copa de las Confederaciones. Y en Copa América Batistuta metió 13 tantos en 16 partidos, eficiencia del 81%. Messi hasta hoy, antes de jugar la semifinal de la actual Copa América ante Paraguay, lleva jugados 14 partidos y apenas convirtió tres goles, el último de penal en esta edición, ante Paraguay, en el primer partido jugado en La Serena.

Batistuta nunca pasó un Mundial o una Copa América en blanco. Messi ya lleva dos, en eso le gana al artillero que corre riesgos de amputar sus piernas por causa de los dolores con que lo recompensan sus tobillos castigados en el duro fútbol italiano de los noventa (a Messi, en la actual Liga española, le pegan, pero menos y no tan salvajemente). En los tres certámenes cerrados más importantes que jugó, Copa América, Mundial y Copa de las Confederaciones, Batistuta superó el 80 por ciento de efectividad. Messi, de esos torneos sólo jugó dos y no llegó ni a la mitad, ni a 40% de efectividad: bien puede el genio del Barça ir memorizando esos números del ‘Bati’ para intentar superarlos.

Por fin, en Eliminatorias, Batistuta decayó un poco (parece chiste): ‘sólo’ alcanzó el 58% de efectividad al marcar 11 goles en 19 partidos. Messi por Eliminatorias ya actuó casi el doble de veces, 35 partidos (ahora son todos contra todos, ida y vuelta, en tanto antes eran por grupos) y convirtió 14 goles: eficiencia de 41%. Sólo en clubes Messi tiene mejores números, aunque el plural es tan incorrecto como injusto, ya que Messi actuó nada más que un club, en el poderoso Barcelona, o más que eso, en el mejor Barcelona de todos los tiempos. Nada le resta méritos, pero tampoco dejemos de considerar ese tipo de circunstancias. A Batistuta Newell’s lo crió de chiquito y River lo compró ya grande. Messi tuvo la suerte de ser liberado en Newell’s y de River no querer ficharlo. Terminó en ‘La Masia’ catalana…

Para que nadie crea que en clubes Batistuta le fue mal, vayamos a esos números aunque no sean la razón de este artículo. En media puede decirse que en todos sus clubes fue un jugador de un gol cada dos partidos. Cosa de ídolo total como lo fue y aún lo es en algunos de ellos. Redondeó 300 goles en 557 cotejos, eso lo consagra con 54% de eficacia. Si sumamos todo, clubes y Selección, vemos el Monstruo que fue: 357 goles en 657 partidos, eficiencia de 57%. Gracias a sus goles muchos compañeros festejaron algunos de sus 12 títulos, siete con clubes y cinco con la Selección principal, donde Messi todavía no conquistó ninguno… Además se consagró seis veces máximo artillero de un campeonato. Es el máximo goleador de la Selección, el máximo de la Argentina en Mundiales y también el máximo de la historia de la Fiorentina, sin contar los premios que acumuló que son más de media docena.

Messi es de otro mundo, pero no es comparable a Maradona. Por ser goleador hay que compararlo con goleadores. Con Batistuta, el número uno de ellos y en lo único que nos importa a los argentinos, la albiceleste, todavía es chiquito. O Batistuta demasiado grande. Por eso, a la hora de hablar de la Selección, no podemos ser livianos o irrespetuosos con quien, todavía, es mucho más que Messi. Si mantenemos ese respeto, a lo mejor ‘Leo’ toma conciencia y se inspira en quien, hoy por hoy, con ‘la nuestra’ en el pecho, lo supera ampliamente. Gracias ‘Bati’.

IN TEMPORE: Show de entrenadores argentinos en la Copa América. Del sexteto nacional, el mejor, con sobresaliente, Sampaoli. Aprobados Gareca y Ramón Díaz. Debe dar examen final, el ‘Tata’ Martino. No tuvo material suficiente para realizar el trabajo práctico, Gustavo Quinteros (gran promesa). Reprobado, José Pekerman.