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Antes de cada objetivo es normal que los deportistas hagan promesas. El tema es que luego hay que cumplirlas, por más difíciles que sean.
Uno de los ejemplos es el de la arquera del seleccionado argentino de handball, Valentina Kogan, clave en la histórica clasificación a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016.
La experimentada arquera prometió volver a probar un bocado de carne tras 20 años y en una cena con su compañeras de equipo debió cumplir la promesa.
El resto del equipo cumplió tras la medalla plateada y se metió al lago Ontario, en Toronto. Ahora le tocó el turno a Kogan.
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