sábado 20 de abril del 2024

Mayer fue el copero de siempre y dejó la serie 1-1

POR GONZALO BONADEO | No hubo batacazos en el primer día de la semifinal contra Bélgica: primero perdió Delbonis, y después el correntino puso todo en orden. Hoy, el dobles.

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El sueño argentino de otra final atraviesa calles rebeldes e irregulares. Con un toque de argentinidad: el miércoles último, Bruselas amaneció con paro de taxis y un piquete que, durante casi diez horas, detuvo el tránsito de las principales avenidas de la capital belga. Las mismas avenidas que, mañana, se verán nuevamente despobladas por una ley que prohíbe la circulación de autos durante gran parte de los días domingo. Será toda una aventura acompañar a los tenistas de ambos equipos viajando en subte hasta el Forest National, ese bonito parque en cuyo estadio cubierto se juega esta semifinal de Davis.

Tan llena de escenarios maravillosos y calles entrañables como de esquinas grises y edificios de departamentos demasiado semejantes a los de la zona este de Berlín, ésta es la tierra natal de la deliciosa Audrey Hepburn y del incomparable Jacques Brel. También de Luis Leopoldo Desiderio Titheux, mi abuelo materno, a quien creo haber visto por última vez hace como treinta años arriba de un vagón del Mitre, camino a la estación Belgrano C.

Pero, por encima de admiraciones y reminiscencias, ésta es, por encima de todo, la sede de una enorme ilusión. Se trata, ni más ni menos, de la ilusión de otra final. Es curioso el escenario. La Argentina llegó a su décima semifinal en los últimos catorce años. Un disparate de eficacia. Sin embargo, no haber ganado jamás este maldito trofeo parece desteñirlo todo. Sabemos que muchas veces a los argentinos nos cuesta poco perder el foco cuando nos quieren convencer falsamente de que lo único que sirve es ser campeón.

Como toda Davis, ésta también tuvo su primera jornada. Y tuvo razón Orsanic en elegir a Delbonis para enfrentar a Goffin. Queda descartado de todo análisis cómo hubiera sido la historia con Schwartzman en la cancha: Diego tiene méritos suficientes para estar en el equipo y más temprano que tarde tendrá su estreno en un singles por los puntos. Pero nadie debe detenerse en imaginar un partido que no se jugó. En la previa, el gran aval que aportó Federico fue el de sus dos formidables performances ante Bellucci y Troicki. Por la presión de jugar un quinto punto ante Brasil después de la memorable épica del match record entre Mayer y Souza. Y porque dio vuelta un 0-2 complicadísimo ante el serbio. Y en el juego mismo, porque si bien perder en tres sets jamás debe ser considerado una buena noticia, Delbonis jugó los dos primeros sets muy a la altura de las circunstancias y hasta tuvo una ventaja de 6-5 y 0-30 sobre el saque rival en el segundo. El mérito del argentino fue el de jugarle de igual a igual un largo rato al número 15 del ranking mundial, en su casa y sobre una cancha de cemento con pique muy bajo elegida para incomodar a los visitantes, tan habituados al polvo de ladrillo.

Quizá la mayor diferencia podía padecerla, justamente, un jugador como Delbonis, de poco rodaje en este tipo de superficies bajo techo, ante un todo terreno que atraviesa un muy buen momento en su carrera. Y durante un largo rato el partido fue de igual a igual. Especialmente cuando Delbonis agredió con la devolución de saque e impuso el rigor con el suyo. Insisto: un escenario de derrota en tres sets corridos no merece una celebración. Pero Federico jugó ayer mejor en este tipo de circunstancias que como suele hacerlo en el circuito: siempre es una virtud jugar la Davis, tan rebuscada y tramposa, mejor que el resto de las semanas.

Hasta pensando en un eventual escenario de quinto punto, dio la sensación de experiencia positiva ya que Federico no pareció padecer el terreno en el que se lo hizo jugar. Y entonces, fue el tiempo de Leonardo Mayer. Un jugador que desde aquel cuarto punto con Dudi Sela en Sunrise se convirtió en un auténtico bastión para estos tiempos de nuestra historia copera. Ayer sumó su octava victoria consecutiva –séptima en singles– y lo sigue haciendo con la autoridad que le da su tenis sin grises, apoyado en un saque devastador –26 aces y un total de cuarenta puntos ganados sólo con el servicio–, en una derecha que resuelve lo que abre con ese saque y, a esta altura, en una jerarquía que lo ubica en un lugar de privilegio para la Davis que aún no plasmó en su carrera individual a nivel de ATP o los Grand Slams.

Tardó más de tres horas en quebrar el saque de Darcis, que apeló a su versatilidad para moverlo por todos lados, adueñarse del tercer set y llenarnos a todos de dudas. Luego de dos sets ganados en el tie break, Mayer recuperó el juego en el tramo final de ese tercer parcial: fue el trampolín imprescindible para tomar el control definitivo del encuentro en el cuarto set.

Todo terminó con el 1-1 imaginable. Con ganadores imaginables. Y con un dobles de influencia imaginablemente decisiva. Quizá con Mayer junto  a Berlocq, fundamentalmente, para aprovechar la gran tarea que cumplieron ante Serbia y el muy buen abierto norteamericano que acaba que disputar el correntino.

De todos modos, nadie debería aventurar nada camino al domingo. Nada de lo que suceda hoy amenaza con poner la serie en zona de definición. Nuestra historia copera está mucho más llena de buenas que de malas. Tantas como para haber llegado lejos con cinco entre los quince mejores del ranking o, como hoy, sin uno entre los treinta.Por eso, con el deseo de otra final a flor de piel, no quiero dejar de decir que ésta de 2015 ya ha sido una enorme Copa Davis para el tenis argentino.

La hora de inclinar la balanza

Luego de la primera jornada, la semifinal de la Copa Davis entre Argentina y Bélgica quedó igualada: en el partido inicial, Federico Delbonis perdió con David Goffin por 7-5, 7-6 (7-3) y 6-3; pero después, Leonardo Mayer venció a Steve Darcis por 7-6 (5), 7-6 (1), 4-6 y 6-3.  Hoy, a las 11 de Argentina, se jugará el tercer punto: la dupla que conforman el propio Mayer y Carlos Berlocq –no se descarta que Diego Schwartzman ingrese en lugar del primero– se medirá contra Ruben Bemelmans y Kimmer Coppejans.

En la otra semifinal, Gran Bretaña y Australia también quedaron empatados en uno.

(*) desde Bruselas

Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario PERFIL