jueves 28 de marzo del 2024

El FIFAgate golpea al grondonismo

José Luis Meiszner y Eduardo Deluca recibieron pedidos de extradición de la Justicia de Estados Unidos. La Conmebol quedó prácticamente acéfala.

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Lo que se había anunciado el jueves se hizo efectivo ayer: el juez federal Luis Rodríguez recibió los pedidos de extradición de José Luis Meiszner y de Eduardo Deluca. A los dos ex dirigentes de la Conmebol los reclama la Justicia estadounidense en el marco del escándalo de corrupción en la FIFA.

Mano derecha. Lo estaba esperando. Y no desde hace días, sino meses. Sabía que la desgracia estaba cada vez más cerca. Esa misma desgracia de la que se sintió impune cuando era el ministro más importante del todopoderoso Julio Grondona. Pero ese José Luis Meiszner blindado no existe más y por eso la orden de captura internacional que envió el jueves la Justicia de los Estados Unidos no fue más que el principio del fin de un dirigente que nunca fue visto con buenos ojos por sus pares en la Conmebol y que estaba sumido en una profunda depresión hace tres meses.

Los más cercanos a Meiszner reconocen que hace meses padece un estado de depresión que no le permite salir de la casa del country Campos de Roca, sobre la Ruta 2. Allí recibe a sus amigos y se refugia de un desenlace que parece inevitable.

A pesar de que ya pidió la eximición de prisión, alegando cuestiones de salud, el destino de Meiszner no puede ser más negro. En la Conmebol hace meses que era un mero nombre que ocupaba un puesto importante pero en el que no tenía ninguna voz para tomar postura sobre cualquier decisión entre los hombres que hasta hacía unas horas dirigían el fútbol sudamericano y hoy cayeron en su misma suerte. “Era un cargo testimonial. Desde mayo que Meiszner no tenía ninguna injerencia en la Conmebol”. La frase de un hombre que vive dentro del edificio de la sede que tiene la casa madre del fútbol por estas latitudes deja en claro cuál era la mirada que se tenía en Paraguay del ex secretario general.

Un secretario general que presentó la renuncia a su cargo la semana pasada, cuando el Comité Ejecutivo de la Conmebol se reunió en Río de Janeiro para tratar varios temas. Su carta tenía fecha del 3 de diciembre. Eso quiere decir que las esquirlas del Fifagate del jueves lo agarraron todavía en su cargo.

La llegada de Meiszner a la Conmebol se dio luego de que apareciera la cámara oculta que le costó el puesto al por entonces dueño del puesto, Eduardo Deluca, que desde el jueves se sumó a la lista de 16 dirigentes con pedido de captura internacional.

Además de haber sido la mano derecha de Don Julio, Meiszner tiene una gran relación con Aníbal Fernández. Ese vínculo fue vital en el acuerdo del Fútbol Para Todos, ya que Meiszner ofició de nexo entre el gobierno nacional y la AFA, presidida entonces por Grondona. Tal es la buena relación que comparten un estudio jurídico en la esquina de Matienzo y Pringles, en Quilmes, donde trabaja Nicolás Meiszner, uno de sus hijos. Andrés, el otro hijo de José Luis y hoy vicepresidente primero de Quilmes, llegó a dirigir el Registro Nacional de Armas, cargo al que llegó cuando Fernández era ministro del Interior. Ayer, en rueda de prensa, el jefe de Gabinete habló de Meiszner: “Quiero creer que no tiene nada que ver, pero que lo investiguen”.

El presidente menos pensado, Wilmar Valdez

Que Dios te guíe”. Esas fueron las palabras de aliento que recibió de parte de su esposa cuando le comentó que le habían propuesto presentarse como candidato a presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol. El sorpresivo ofrecimiento ocurrió luego que el candidato de todos, Oscar Curuchet, del club Danubio, se bajó de la elección. Entonces Wilmar Valdez fue elegido con 16 votos y una abstención. Un año y medio después de ese episodio, el dirigente uruguayo quedó al frente de la Confederación Sudamericana de Fútbol. Tras el escándalo del Fifagate, que el jueves prácticamente descabezó la Conmebol con la detención en Suiza de su presidente, Juan Angel Napout, Valdez pasó de ser un desconocido al hombre que está solo para empezar una nueva era.

Una carrera vertiginosa. El primer acercamiento de Wilmar Valdez al mundo de la pelota estuvo lejos de la dirigencia. Allá por 1995, luego de recorrer medios locales, ingresó como relator suplente en la Radio Continental uruguaya. Poco tiempo después entró de lleno al mundo de los hombres que toman las decisiones en el fútbol.

“Es una persona muy correcta, muy cauto a la hora de hablar, nunca lo vas a ver vanagloriándose de sus logros ni de su estatus”, le dice a PERFIL uno de los pocos empleados de la Conmebol que atienden el teléfono por estas horas. Una entidad que vio su ascenso meteórico en menos de un año: pasó de ser vicepresidente 3º a principios de año a escalar a vice 2º luego de la detención del venezolano Rafael Esquivel, y hace menos de un mes a ser el vice 1º tras la entrega del chileno Sergio Jadue. La noticia del jueves de la captura del ahora ex presidente Napout hizo que el uruguayo tome su cargo interinamente. De las funciones dirigenciales principales es la única que está ocupada.

Las próximas horas serán más que agitadas para un Valdez que ayer se tomó el primer avión rumbo a Asunción para ver el panorama desolador con sus propios ojos y organizar la reunión de Comité Ejecutivo, en la que se decidirá si la ausencia de Napout es temporal o permanente. Nada hace prever que el presidente detenido retorne, por lo que el interinato del uruguayo se transformará en efectivo. Lejos quedó aquel llamado de su esposa el 2 de abril de 2014. Pero en su cabeza retumba aquella frase: “Que Dios te guíe”.

Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil.