jueves 28 de marzo del 2024

Independiente: La era negra del Rojo

Se quedó afuera de la pelea y ya suma 14 años sin festejar un torneo local, la peor racha de su historia. Una debacle que no parece tener salida.

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Hay ciclos que son cortos. Otros, no tanto. Algunos se estiran un tiempo más. El de Independiente es eterno: hace catorce años que no gana un título local . De hecho, es el lapso más largo de su historia sin festejar un campeonato. Demasiado para el club que con catorce torneos ganados se ubica tercero en el ranking, detrás de River y de Boca.

Pero el fútbol, se sabe, no repara en glorias pasadas. Y el presente del Rojo es desolador: la derrota del sábado pasado con San Lorenzo marcó la despedida de la competencia y frustró, una vez más, la ambición de festejo. Otra vez a esperar. Otra vez a depositar la esperanza en lo que vendrá. Como ocurre desde 2002.

Balances en rojo. Los números son desoladores. Desde el Apertura que Independiente ganó con aquel equipazo del Tolo Gallego, Gaby Milito, el Pocho Insúa y Cuqui Silvera, se disputaron 25 torneos. Va de nuevo: 25 torneos. En ninguno pudo superar el cuarto puesto. Una vez salió último. Dos veces antepenúltimo. La posición promedio durante esos 25 campeonatos es anodina: décimo lugar. Mitad de tabla, el lugar más insulso. La mediocridad expresada en partidos ganados, empatados y perdidos. En el medio se quedó con la Sudamericana 2010 por penales. Pero dos años después descendió a la B Nacional.

En estos catorce años pasaron 25 técnicos: un promedio de uno por torneo. Algunos, como Oscar Ruggeri y Chiche Sosa, no estaban identificados con el club y ni siquiera tenían una trayectoria que los justificara. Llegaron también más de 130 jugadores: un promedio de diez por año, casi un equipo completo por temporada.

Algunos nombres se resisten hasta para el hincha más memorioso: Pablo Brandán (juega en el ASA Târgu Mure de Rumania), Hernán Vigna (se retiró en 2007 en San Telmo), Emanuel Benito (juega en el Livorno, de la serie B de Italia), Sergio Manoel (se retiró en 2010 en el ascenso de Brasil), Marcelo Méndez (juega en Huracán, de la segunda división de Uruguay), Vladimir Marín (Sportivo Luqueño de Paraguay), Adrián Argachá (Belgrano de Córdoba) y siguen las firmas.

Todo ocurrió bajo la gestión de cinco presidentes, que dejaron la economía del club en estado de coma. Los resultados de los balances son para esconderlos debajo del escritorio: el último arrojó una deuda de más de 600 millones de pesos, a fines de 2013 Javier Cantero había cerrado el año con un rojo de 400 millones, y dos años antes Julio Comparada anunciaba una deuda que no llegaba a los 200 millones. En cinco años se triplicó.

Y lo que ocurrió en el ámbito futbolístico fue tan desolador como los resultados de los balances. Porque además de la falta de títulos, el club perdió una identidad. La estética, la técnica y el buen juego quedaron en segundo plano. Las nuevas generaciones de hinchas ni siquiera reparan en el estilo: solo exigen ganar. El paladar negro es ahora el argumento de padres culposos que intentan explicarles a sus hijos lo que sus hijos no llegan a entender.

Habla el Maestro. ¿En qué momento se jodió Independiente? Será cuando demolieron la Doble Visera, un símbolo de la vieja gloria. Tal vez ocurrió cuando llegaron a la presidencia candidatos que no venían de los partidos políticos tradicionales del club.

En una de esas la decadencia arrancó diez años antes del último torneo, cuando se retiró el Bocha. Quién sabe. No hay un punto de inflexión ni un solo responsable. Las culpas se disparan como perdigones. Fueron múltiples factores que se conjugaron para que el club no pueda salir del sopor nostálgico.

Ricardo Bochini, el gran referente futbolístico del club, no tiene dudas: “Los mayores responsables son los dirigentes”. Y amplía: “Independiente es un grande, y algunos directivos creen que el club se puede sostener solo con esa grandeza, entonces traen a jugadores que no tienen categoría para ponerse esta camiseta o entrenadores sin prestigio. Y están equivocados, porque en realidad es al revés: Independiente es grande por los jugadores que tuvo”.

Y agrega: “Comparada y Cantero pagaron fortunas por jugadores que ni siquiera jugaban en sus clubes o estaban lesionados”. Con el paso de los años y la acumulación de desengaños, las ambiciones empezaron a ser cada vez menores, dice Bochini. “Yo escuché a dirigentes decir que se conformaban con salir terceros o cuartos -reconoce-.

A principio de los ‘80 Nito Veiga salió dos veces subcampeón y se tuvo que ir. Si hoy un técnico hiciera esas campañas se quedaría a vivir en el club”.

¿Qué le queda ahora al Rojo? Un pasado reciente penoso que debería funcionar como un libro de instrucciones para no volver a repetirlo. Y la apuesta al futuro, claro. Tal vez se acomoden los números. Tal vez terminen la cancha y la bauticen Estadio Ricardo Bochini. Tal vez regrese el Kun Agüero. Tal vez el mundo Independiente pueda volver a gritar dale campeón.

Ganar lo poco que queda. El objetivo del plantel de Independiente bajó un par de categorías: si hasta la fecha pasada el plan era pelear el título, después de la derrota con San Lorenzo se conforma con ganar los tres partidos que quedan.

Así lo reconoció Claudio Aquino: “Queremos terminar bien y lo más arriba posible, para evaluar bien lo que viene el próximo semestre”.

En el partido contra San Lorenzo, Aquino tuvo una fuerte discusión con un hincha. “Actué en caliente, íbamos perdiendo y a nadie le gusta perder y que te insulten. Pero mi reacción fue mala, pedí disculpas y espero que el hincha entienda que lo hice en un momento de calentura”, reconoció.

El plantel se entrenó ayer en Villa Domínico. El domingo frente a Gimnasia sería una fecha de regresos: Pellerano por Aguilera, Rigoni por Benítez y Vera por Denis.

(*) Nota publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil.