Parece una maldición tener al mejor jugador del mundo y no poder conseguir un título pero ese pensamiento no ayuda a encontrar respuestas en un equipo que lo merece pero volvió a quedarse en la puerta por tercer año consecutivo, no pudiendo mantener el nivel en la final pero tampoco siendo superado por el rival en ninguna de las tres finales.
Todo el peso cae sobre Lionel Messi y en algún punto es lógico porque es el mejor y es inevitable esperar algo distinto de su parte. El nos mal acostumbró. Pero el fútbol no deja de ser un deporte colectivo y esta imagen demuestra una enorme falencia de la Selección desde la disposición táctica de los futbolistas.
Sus compañeros lo quieren, lo admiran y lo respetan pero no lo ayudaron a encontrar soluciones cuando el partido era tan disputado y cualquier detalle podía desnivelar la balanza. Así, a Messi sólo le quedaba la heroica. No lo consiguió y encima erró el penal. Ahí se acercaron todos a acompañarlo pero ya era tarde.
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