jueves 28 de marzo del 2024

Otro episodio violento protagonizado por rugbiers

Joaquín Mieres tiene 18 años y está en terapia intensiva. Un grupo de jugadores de la M17 de San Fernando lo atacaron hasta dejarlo inconsciente. El relato de su padre. Galería de fotosGalería de fotos

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Joaquín Mieres tiene 18 años y juega al rugby en el Delta Club. Hoy está internado en terapia intensiva producto de una golpiza recibida, según denunciaron sus padres, de parte de un grupo de rugbiers de otra institución. Una vez más, la violencia mancha un deporte noble en Argentina.

La noticia la dio a conocer el padre de Joaquín a través de su red social y el hecho tardó muy poco en viralizarse.

"Este es Joaquin, mi hijo mayor de 18 años. Para los que no lo conocen, Joaco es un gran chico, educado, solidario, amigo de sus amigos, familiero, estudiante, sano, súper sano, todo lo que uno sueña ver de sus hijos cuando crecen", son las primeras palabras de la publicación que acompañan una dura imagen, la del chico internado en la cama de un hospital.

En la continuidad del mensaje, el padre de Joaquín relata que su hijo y los amigos estaban en el boliche Caix en una fiesta de egresados cuando se les acercaron un grupo de 10 jugadores de la categoría M17 del club San Fernando y le dieron "tremenda paliza".

A raíz de esto, la víctima sale de la fiesta y se comunica por teléfono con su madre, le cuenta lo sucedido y le advierte que se tomará un remis para regresar a su casa.

Sin embargo, "cuando corta, ve que se acercan los 10 hijos de puta que lo habían atacado antes y otros 5 o 6 más. Volvieron a atacarlo a trompadas, patadas, tanto a Facu como a él. Lamentablemente, una de las trompadas que le dieron, desde atrás, acción bien de cobarde, le pega en la base del cráneo por lo que lo deja inconsciente y tirado en el piso", relató Santiago, padre de Joaquín.

A través del texto, el padre de la víctima busca reflexionar sobre la violencia en el rugby y pide la intervención en el hecho de las máximas autoridades (UAR - URBA) y de los padres de los jugadores con actitudes agresivas.

"Estoy convencido de que si entre los dirigentes y los padres no se logra encauzar a los chicos violentos, hablándoles de que ser un equipo no es lo mismo que ser una patota, el deporte está condenado", explica.

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