viernes 29 de marzo del 2024

Es la viralidad, stupid

La decisión de los futbolistas de la selección argentina de no hablar más con la prensa no será y nunca fue una solución. Se puede hacer periodismo sin declaraciones.

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Indiscutiblemente, la comunicación es una ciencia pese a que siga existiendo gente que la niegue. La comunicación es una ciencia y, también, un arte. “Make America great again” fue el potente eslogan de campaña con el que Donald Trump venció a la favorita Hillary Clinton. La sorpresa mundial no fue muy diferente (aunque si opuesta), a la brindada veinticinco años antes por su esposo (Bill), al derrotar a George Bush (P) y alcanzar la presidencia. Una estrategia de comunicación y un eslogan, fue suficiente.

Con la templanza que da el resultado positivo y la frialdad que permite el paso del tiempo, el fútbol argentino debería objetivar el análisis. La holgura del triunfo, se sustentó única y exclusivamente en los destellos de Lio Messi (abrió el marcador y dio las asistencias para los otros dos goles). Más allá del tiro libre, del pase milimétrico para el cabezazo de Pratto o de la apilada por derecha: el fútbol argentino es un mar de dudas e inconvenientes. La realidad deportiva sigue siendo endeble y ni hablar del accionar de la dirigencia.

Aún así, por encima del 3 a 0 ante Colombia, quedará imborrable en la retina una escena de la noche sanjuanina; la imagen de Messi, micrófono en mano en la sala de conferencia, anunciándole a la prensa el “llamado a silencio”, una medida sin sustento y que jamás dio muestras de éxito. ¿Cómo no evocar, ahí mismo y como primera reacción, al plantel argentino que tomó la misma decisión en las vísperas del Mundial de Francia 1998? Las similitudes son varias: el capitán comunicando la decisión con todos los jugadores presentes, el argumento de las falsas primicias de contenidos extrafutbolísticos y la eximición al entrenador de acompañar el mismo régimen. El final está en veremos.

“Sabemos que muchos de ustedes no tienen la culpa, pero todo se puede soportar menos que se metan con la vida personal. Por eso, preferimos hablarlo antes de emitir un comunicado. No vamos a hablar más con la prensa” aseveró el 10, haciendo pagar a justo por pecadores y desatando un vendaval que no va a parar hasta que se revea la medida. La acusación de Gabriel Anello al Pocho Lavezzi (de que había sido separado por fumarse un porro) es grave y, en el caso de no ser cierta, lo expone legalmente; pero sigue sin ser un justificativo válido para tomar esta determinación.

Dejar de hablar con la prensa nunca ha sido solución. Internamente, el jugador piensa que con la medida reprende la labor del periodista y lo empuja a reflexionar; sin darse cuenta de que el silencio sirve de poco, que se puede hacer periodismo sin declaraciones de los protagonistas y que incluso puede resultar más jugoso. La actualidad de estas últimas horas, tanto en televisión como en radio, es un ejemplo perfecto de cómo se hace periodismo sobre la selección, sin la palabra de los propios futbolistas. Desde analizar el partido o armar una noticia con los tuits de Gonzalo Higuaín, hasta describir al inmutable Chiquito Romero en un canal de televisión, escuchando cómo su mujer defendía a la selección.

Necesariamente, hay que dimensionar la magnitud del problema, tanto en lo individual como en lo colectivo. Al principio, el silencio puede brindar tranquilidad pero no puede mantenerse ad eternum. Los perjuicios personales se irán sucediendo y la presión grupal, incrementando. ¿Acaso no hubiese sido provechoso para Lucas Pratto hablar con la prensa después del gol y su gran partido?

Llegará un punto donde la tensión será tal que se tornará contraproducente y el grifo comenzará a abrirse. Ahí empezarán a hablar los futbolistas, según cuando les convenga: nada diferente de lo que venía ocurriendo. Emmanuel Más, por ejemplo, ya se tomó una licencia y habló con la prensa desde su tierra (San Juan). Así será que la medida prohibitiva se irá diluyendo de manera progresiva, sin lograr cambios. Seguirán habiendo buenos periodistas, esos que disfrutan de analizar el juego y/o el contexto, y también seguirán existiendo los que viven del chimento.

Se dice que la decisión fue meditada pero, claramente, no cotejada con la experiencia. Todo aquel que alguna vez formó parte de un plantel de fútbol, experimentó una situación y se dio cuenta de su escasa injerencia. Esta medida nunca surtió efecto y menos aún lo hará ahora, en tiempos donde el periodismo ya no es el único canal emisor de un mensaje y se ha reformateado para adecuarse a lo que viene. Parafraseando a Bill Clinton podría decirse: “Es la viralidad, stupid”. Cuando escribas un tuit, postees en Facebook o te instagramées, estarás también hablando con la prensa.