viernes 29 de marzo del 2024

¿Árbitro digital o analógico?

La aplicación del video ref en el Mundial de Clubes impulsó el debate sobre la utilización de la tecnología en el deporte. Qué dicen los especialistas.

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El negocio de un par de vivos (por Luis Oliveto, exárbitro de fútbol)

Lo único que sostiene la utilización del video ref en los partidos de fútbol es el negocio multimillonario que generaría la instalación de las cámaras y los sistemas de video en los estadios. Desde aspectos futbolísticos, humanos y filosóficos, es incomprensible que se pretenda aplicar. Al fútbol no le sirve.

En principio, debemos considerar que este sistema se utilizaría para definir goles, penales, posiciones adelantadas y expulsiones. Son las instancias más importantes que enfrenta un árbitro durante un partido. Entonces, si los fallos de esas instancias los van a definir con tecnología, los árbitros pierden autoridad. Se quedan afuera de las grandes decisiones.

¿Cuántas veces vemos partidos que se definen porque un árbitro cobró un tiro libre por una infracción que no fue? Muchas. En una jugada así, por ejemplo, la tecnología no se aplicaría, pero ese tiro libre sancionado por una infracción mal cobrada termina siendo determinante para el partido. ¿En qué quedamos, entonces? ¿De qué nos servirían ahí las cámaras y los monitores?

Otra cuestión que también debe contemplarse tiene que ver con las posibilidades económicas y presupuestarias de los clubes. Sabemos que en los partidos de un Mundial, o de alguna liga de Europa o en un Boca-River pueden poner 14 cámaras y pagarle a la gente que se necesita para menejarlas y controlar las imágenes, ¿pero qué pasaría en un partido de la C? ¿O acaso me van a decir que utilizarían el mismo despliegue técnico para un Cambaceres-Sacachispas? Está claro que no, que es imposible instalar la misma tecnología en todas las canchas. Habrá, entonces, una justicia para ricos y otra justicia para pobres. Y eso no es lo que quiero, ni en el fútbol ni en mi país.

Seguramente, este sistema se pensó para estadios europeos, donde la gente no reclama, no se queja ni se enoja, donde miran los partidos mientras comen pochoclo. Acá, en la Argentina, los hinchas protestan cada jugada. Es una verdadera locura. Y en medio de esa locura pretenden parar un partido para cobrar algo que ocurrió hace dos minutos.

Si van a instalar sistemas con costos multimillonarios en todos los estadios para resolver alguna jugada perdida en un partido, no hay relación costo-beneficio. A menos que pensemos que se trata de un negocio que va a llenar de plata a un par de vivos, como fue el de la espuma de afeitar para marcar dónde se debe parar la barrera.

El fútbol argentino no debería tener cámaras ni monitores. Lo que necesita son buenos árbitros. Con personalidad para decidir y mantener firme su decisión. Serios. Ni payasos ni protagonistas de un reality. A veces veo que tienen los intercomunicadores y después terminan hablando con los asistentes mano a mano. ¿Para qué los llenan de cables? ¡Algún día se va a electrocutar uno!

La justicia suprema no existe. No la busquen en la tecnología, entonces. Y destinen esos millones a mejorar los estadios, la seguridad y las cuentas de los clubes. Eso sí que es indispensable.

Les saca presión a los árbitros (por Ángel Sánchez, exárbitro de fútbol)

El uso de la tecnología ayuda al arbitraje. Se podrá discutir, en todo caso, en qué circunstancia utilizarla, en qué torneos o categorías, pero definitivamente es una herramienta que colabora con los árbitros. El video ref, que se estrenó en este Mundial de Clubes, es ideal para resolver situaciones complicadas, ayuda a aclarar las dudas que puede tener un árbitro. Por lo tanto, le saca presión.

Durante un partido hay jugadas subjetivas en las que el árbitro decide, por ejemplo, si el defensor cometió una infracción o fue el delantero el que la provocó. Ahí la tecnología no ayuda: el árbitro decide en función a su criterio. Pero cuando se enfrenta a una jugada sin interpretación posible, la tecnología es un aporte fundamental. Si fue penal o no, si la pelota entró o no, si estaba en posición adelantada o no. En esas circunstancias, tener la posibilidad de revisar la jugada en una pantalla es clave.

La aplicación de la tecnología en los torneos que organizan la FIFA o la Conmebol es viable. En el fútbol local todavía no se puede. Y tiene que ver con que la sociedad todavía no está preparada. Un penal sancionado dos minutos después en un estadio con 50 mil personas que ya se olvidaron de esa jugada seguramente provocaría conflictos. El sistema debería entrar de a poco, hasta que los hinchas se acostumbren y lo acepten como una herramienta que mejora y hace más justo el juego.

Junto con Horacio Elizondo, integro la Dirección de Arbitraje, de la Asociación del Fútbol Argentino, y desde esa entidad impulsamos la aplicación de la tecnología. Hay un tema complicado, que tiene que ver con los costos. Porque no es como en el tenis, que hay que instalar el sistema en una sola cancha. En el fútbol hay que ponerlo en todos los estadios, y además se necesita personal para que lo maneje. Implica más cámaras, más gente y más presupuesto. Este es, sin duda, el gran tema a resolver. Cuando se logre, los árbitros tendrán en la tecnología un gran aliado.

Todo cambio necesita de tiempo para ser aceptado (por Diego Pasjalidis, Director de la carrera de Ingeniería Industrial de la Fundación UADE)

La tecnología avanza en nuestras vidas, en todos los ámbitos. Es imparable. Por lo tanto, se torna inevitable que llegue al deporte. Lo que se debe discutir, en todo caso, es cómo deberíamos administrarla. La tecnología no es ni buena ni mala. Depende de cómo se utiliza. Sería como un martillo: se puede usar para construir o para destruir. Bien aplicada, la tecnología genera un aporte maravilloso.

La mayor contribución de la tecnología en el deporte es que reduce los errores humanos. Eso es positivo, por supuesto. El riesgo es con el abuso. Si en un partido de fútbol se usa para resolver una expulsión o para definir un penal, es correcto. Pero la aplicación debería tener ciertos límites. Ocurre que el deporte en general, y el fútbol en particular, tiene un alto condimento de engaño. La estafa está en su esencia. Es, en definitiva, el arte de la mentira. El exceso de cámaras, entonces, podría afectar eso y condicionar a los jugadores. Todos se cuidarían en exceso, todo sería más acartonado, más diplomático. En contra de su esencia. Sería como jugar al truco y que las cámaras detecten cuando un jugador miente. Vulnera un elemento esencial del juego. En el más pasional de los deportes, habría menos pasión. Como en la medicina, para curar se necesita una dosis justa de remedio.

Es probable que si se implementa el video ref en la Argentina, al principio no sea aceptado. Es una situación habitual: cualquier cambio tecnológico provoca rechazo. La gente se tiene que tomar un tiempo de adaptación para aceptarlo. Con los hinchas de fútbol seguramente va a ocurrir lo mismo. Pero cuando descubran que la tecnología mejora el juego y lo hace más justo, sin duda se va a instalar. Entonces, la imagen de un árbitro que mira una pantalla para que lo ayude a tomar una decisión, que ahora horroriza a tantos, va a ser una escena habitual de un partido de fútbol.

Uso pero no abuso (por Achi Pastrana, árbitro de rugby)

Lo más importante para un árbitro es si al final del día tomó las decisiones correctas. Eso es lo único que cuenta. Y si para lograrlo se apoya en la tecnología, bienvenida sea.

En el rugby, el uso del video ref sufrió modificaciones. Y cuando digo que se modificó, quiero decir que mejoró. Al principio, por ejemplo, el único que podía decidir cuándo se aplicaba era el que estaba mirando la pantalla. Ahora, en cambio, los árbitros también tenemos la posibilidad de decidir si lo usamos, y en qué circunstancias.

Esta semana se debatió mucho sobre este tema a partir del partido que disputaron Atlético Nacional y Kashima Antlers por semifinales del Mundial de Clubes. Fue la primera vez que el video ref llegaba al fútbol. Y el árbitro lo utilizó para cobrar un penal a favor del equipo japonés. Hubo voces a favor y voces en contra. Pero lo que deberíamos contemplar es una sola cuestión: fue penal y el árbitro lo cobró. Es lo único que cuenta. El resto, que el partido estuvo parado, que lo sancionó dos minutos después, todo eso debería quedar en segundo plano.

El uso de la tecnología, entonces, es inevitable, pero deberíamos cuidarnos de no abusar. Quiero decir: si un árbitro tiene una duda ante una jugada confusa y necesita revisarla, debe hacerlo porque lo va a ayudar a tomar la decisión correcta. Pero no sería adecuado que recurriera al video ref para corroborar lo que ya sabe. Hay árbitros que están convencidos de una decisión, pero igual necesitan ratificarla en las imágenes. En esos casos, el exceso es contraproducente.

En el fútbol hay árbitros detrás de los arcos. Me pregunto, por ejemplo, si no sería mejor que esos árbitros estuvieran mirando un monitor. En las ligas de los deportes más profesionales del mundo se usa el video ref: fútbol americano, NBA, tenis, hockey, rugby. ¿Por qué, entonces, no se podría aplicar en el fútbol, que es el más popular del mundo? En ese sentido, me da la sensación de que el fútbol está atrasado.

Lo ideal es imposible, siempre va a haber errores. Pero la tecnología ayuda a minimizarlos.

Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil.