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Los goleadores viven de rachas. Así son y ellos lo saben mejor que nadie. Se alimentan del gol. En ese contexto, luego de haber atravesado un bache prolongado que incluso le hizo perder el puesto a manos del brasileño Gabriel Jesús, Sergio Agüero llegaba entonado al duelo revancha entre Manchester City y Mónaco.
El Kun tuvo dos oportunidades muy claras que podrían haber cambiado la historia cuando Mónaco ganaba 2-0 y el conjunto inglés estaba a sólo un tanto de conseguir el pasaje. Ese gol finalmente llegó pero no fue suficiente y el equipo francés terminó festejando.
Por eso, el delantero argentino se fue con una gran amargura porque una vez más se frustra el sueño de los Ciudadanos de poder ganar la ansiada orejona que nunca se le dio.
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