Si alguien tiene alguna duda que más allá del talento y el trabajo siempre se necesita una dosis de fortuna, el penal ejecutado por Antoine Griezmann demuestra que es así.
El delantero francés tenía en sus pies la oportunidad de marcar el 2-0 con 75 minutos por delante y darle vida una serie que parecía liquidada luego de lo ocurrido en el Santiago Bernabéu.
Con el antecedente de haber fallado, el goleador del Atlético de Simeone se paró frente a la pelota con una enorme responsabilidad y pese a resbalarse y pegarle al balón con las dos piernas, venció la resistencia de Keylor Navas y alimentó la esperanza de todos los colchoneros.
Su ejecución recordó a una de Martín Palermo en un partido entre Boca y Platense en cancha de Vélez en el Clausura 1999, cuando todo lo que tocaba el Loco terminaba en el fondo de la red.