jueves 28 de marzo del 2024

Soso, un DT comprometido no sólo con el fútbol

Pidió no condenar ni estigmatizar a un jugador al que dio positivo un control antidoping. Es trabajador social y le gusta hablar de política y cultura.

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Sebastián Domínguez no se sorprendió cuando leyó el comunicado de Mariano Soso sobre el doping positivo del volante Luciano Perdomo por una droga social. Se conocen desde los cinco años, son mejores amigos y Domínguez sabe mejor que nadie quién es el joven hombre, el entrenador de Gimnasia de La Plata, el más chico del fútbol argentino. “Tiene 36 años, pero piensa como un tipo de 50”, dice Claudio Vivas. Lo vio trabajar con 20 años en las infantiles de Newell’s y le vio condiciones extraordinarias. Quedó sorprendido con su llegada a los niños. Inquieto, Soso quería entender la metodología de trabajo del cuerpo técnico de Marcelo Bielsa. Le preguntaba cómo lo hacían ellos. Vivas, docente, lo escuchó, le explicó y lo probó: le dio para analizar algunos partidos de selecciones insignificantes. Le gustó tanto su trabajo que con el tiempo lo sumó a su círculo de colaboradores.

Domínguez no se sorprendió cuando leyó el comunicado de Soso porque sabe algo que pocos saben: Soso es licenciado en Trabajo Social. La idea de reintegrar a Perdomo, de acompañarlo en su recuperación, no es un mensaje para amansar a las fieras mediáticas: es una creencia ferviente, una forma de ver la vida. “Tiene una sensibilidad única”, cuenta Domínguez, que cuando está triste, llama a Soso por teléfono. Es su confidente. Esa sensibilidad, Soso la expresa en la música. Toca la guitarra y escribe canciones. Como rosarino, escucha a la trova que surgió allí, adora a Fito Páez y tuvo una época de amor rabioso por Silvio Rodríguez. “Soso tiene otras inquietudes. En su casa había mucha información”, dice Domínguez. La mamá de Soso, Alicia Lesgart, trabaja en el Ministerio de Cultura de la ciudad con más ebullición cultural del país. Los Lesgart son bandera todos los 24 de marzo en Rosario. Varios familiares de Soso desaparecieron durante la última dictadura. “Conocerlo me abrió mucho la cabeza”, dijo Nahuel Guzmán en una entrevista con el sitio Goal. Militante desde el arco por los derechos humanos, Guzmán también es amigo de Soso. “Es una persona con la que se puede hablar de lo cotidiano, de lo social, de política, y de fútbol, claro”, señala Vivas.

Vivas fue su mentor como entrenador. A los doce años le dio un baño de realidad y le dijo que no podía seguir jugando en las inferiores de Newell’s porque no tenía condiciones. Soso es categoría 81, como Maximiliano Rodríguez. Era el más querido del plantel. Vivas lo convocó para un viaje del equipo a pesar de no merecerlo futbolísticamente porque todo el plantel se lo pidió. Vivas lo llevó a ese viaje, y lo llevó tiempo después a Estudiantes de La Plata para que dirigiera a la quinta y sexta división. Soso tenía 26 años y crió a una camada de jugadores superlativos: Marcos Rojo, Guido Carrillo, Franco Jara, Carlos Auzqui. Vivas también lo llevó como ayudante de campo a Sporting Cristal y en 2015 lo recomendó para el Real Garcilaso, donde Soso se independizó. Un año más tarde, ya solista, regresó al Cristal y ganó su primer campeonato. “Por suerte ahora lo tenemos en el fútbol argentino”, asegura el coordinador de las inferiores de Boca. En el fútbol argentino eligió a Gimnasia de La Plata porque cree que el club es una llanura donde todo está por sembrarse. Lleva dos meses a cargo del plantel y los resultados futbolísticos son los de un proyecto que todavía está leudando. En el vestuario les tocó el corazón a sus futbolistas. Muchos lloraron. Varias veces.

(*) Esta nota fue publicada en el Diario PERFIL.