martes 16 de abril del 2024

Todas pasan, y otros anillos

Croacia, Islandia y Nigeria, rivales del Mundial… y el pecado de Noray Nakis, el joyero que le regaló el anillo de la célebre frase Todo Pasa a Grondona.

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“Después vendrían otros oros,

el metal amoroso que era Zeus,

el anillo que cada nueve noches  

engendra nueve anillos y éstos,

nueve, y no hay un fin.

Jorge Luis Borges (1899-1986);

de ‘El oro de los tigres’ (1972)

Brillaban sus melenas color oro, sentados como en un teatro, sonrisas, hermosas chicas de ojos celeste mar, muchachos saludables con la piel muy blanca, algunos mayores de barba canosa, señoras con gorrito o bufanda desplegada. Agitaban un par de banderas de un bonito azul con su cruz escandinava blanca, bordes rojos. No eran más de cincuenta, en la tribuna casi desierta del estadio Wankdorf Stadion, en Berna, Suiza. Su canto era un lamento repetido mil veces, como pájaros de madrugada.

–“¡Fyrir Island, Fyrir Island, Fyrir Island!”, así, casi sin parar, programados para la felicidad. Rozitchner –Alejandro, no su padre León, el filósofo– los adoraría. Pregunté quiénes eran. El partido entre no sé quién y los otros pasó a tener un protagonista inédito: Islandia. Ahá.

Su hinchada, vestida como para pasar por el baile de COAS, alentaba a su selección, un grupo de entusiastas de buen físico y escasa habilidad. Hubo un gol gritado con cierto pudor, y aplausitos. Yo había llegado temprano. Aún faltaba para que la FIFA iniciara los festejos oficiales por sus 75 años. Era el 22 de mayo de 1979.

Después, Zamba Quipildor, con su ropa de gaucho y botas, hizo una versión de La misa criolla que entusiasmó a los islandeses, petaquitas plateadas, que estaban como para festejar todo. Por ahí andaba Grondona, que debutaba como presidente de AFA, y su amigo Joao Havelange, otros gordos desconocidos, y los equipos de Argentina y Holanda, que cumplían con el innecesario simulacro de repetir la final del año anterior en el Monumental.

Del partido no recuerdo casi nada. Terminó 0 a 0 y lo ganó Argentina por penales y, como siempre, Fillol se atajó todo. De lo que sí me acuerdo es de lo de los carteles.

Aparecieron en la cabecera izquierda. Carteles individuales con una letra enorme que eran levantados cada vez que la pelota merodeaba el área. Las dos palabras cubrían casi todo el ancho de la cancha, de córner a córner: Videla asesino.

Yo me reía –por dentro claro, porque uno estaba entrenado para salvar el pellejo, aun en Suiza– y los imaginaba en Buenos Aires intentando tapar eso. Lo hicieron con manchas movedizas. Fue peor.

Mi fotógrafo recibió la orden de retratar a toda la gente de los carteles. Por alguna razón, nunca vi esas fotos en el archivo de la editorial. Tal vez, por error, algún favor o simple rutina, las imaginaba en cierta dependencia de Viamonte y Callao. Pasaba.

Para colmo, en Zurich habían estrenado la película oficial del Mundial 78. Cuando los capos de FIFA la vieron, casi se infartan. El documental no ahorraba codazos de Passarella, frases con doble sentido de Menotti, y militares por todos lados. Nadie la había visto. Me llamaron desde la redacción de Gente y, oh no, temí lo peor. Me salvó una mujer, María de las Mercedes Bernardina Bolla Aponte de Murano. “Dejá Hugo, no viajes a Zurich, que acá saltó un caso de una envenenadora en Montserrat que está rompiendo todo”. Gracias Yiya.

Cuando Islandia clasificó, Borges se dio una vueltita para saludar, feliz como un chico, recitando eddas, poemas místicos y mitológicos, estirando orgulloso su bufanda azul. Los ama, y soñaba con una imposible final Argentina-Islandia por la Copa Mundial. Que fuera sólo una primera función le quitaba toda épica.

Pena también me dio no poder comunicarme con Noray Nakis, el joyero que le regaló el anillo de la célebre frase Todo Pasa a Grondona. Don Julio lo usó hasta que murió Nélida, su mujer. “Esto no pasa, yo no lo uso más”, dijo, y esa frase hizo que mi novia de entonces, una lacaniana que creía que la pelota picaba porque tenía un conejito adentro, muriera de amor por él. Las mujeres son raras, como la vida.

Quería verlo a Nakis, que además es vice de Independiente, porque quería quedar bien con el senador Pichetto y regalarle un anillo igual al de Don Julio, que dijera: Todas Pasan. Le iba a encantar.

Pero don Noray está preso, acusado casi de todo en conexión con el viscoso barra Bebote Alvarez. Hubo mucha bala cuando detuvieron al Polaco Petrov, histórico guardaespalda de Hugo Moyano, que quedó a cargo del rentable kiosquito que dirigía Bebote, antes de quedar preso por aquel apriete al técnico Holan.

Los detalles son algo sórdidos. Un hotel alojamiento en proceso de compra, una escucha donde Nakis le pide a Alvarez algunos “pesados” para alejar a los empleados impagos, dinero por viajes, lavado, una inmobiliaria, trapos, trapitos, dólares y químicos.

La ministra Bullrich, algo excitada, habló de la caída de una importante red mafiosa: “Nakis usaba a la barra de Independiente como fuerza de choque para negocios propios, como la compra de un hotel”, dijo, evitando el neologismo “telo”, que sin duda le hubiese quitado seriedad al acto. Buena decisión.

Bauza está encaprichado con ir a Rusia, y ahora quiere ser comentarista, después de caerse de tres trineos en movimiento: Argentina, Emiratos Arabes y Arabia Saudí. Lo mejor que puede hacer, creo, es ir a Racing y hacerlo jugar igual que Cocca, pero sin culpa, así los dirigentes averiguan si hay vida después de Bragarnik.

Hay dos rivales más en la zona del Mundial. Croacia, que tiene tres cracks: Luka Modric y Rakitic –dos volantes que les envidia Sampaoli–, y un 9 goleador, Mandzukic. De Nigeria –¡otra vez sopa!– sé poco y nada, salvo por el último papelón, del 2-0 al 2-4 sin escalas, exótico experimento de asfixia controlada que se encapricha en ensayar Enzo Pérez, en River y la Selección. Ay.

Bueno: ya tenemos una (1) ilusión para 2018. ¡Viva la Patria! Va a estar bueno Rusia, si ellos ganan por nosotros, y nosotros perdemos sin sufrir, o sin sufrir tanto. Qué otra cosa podría decirles, compatriotas.

Si lo hacen, que sea con amor.