jueves 28 de marzo del 2024

El poder no es invisible a los ojos

¿Boca maneja al fútbol argentino? Macri, Angelici, Tapia, son las caras visibles de la influencia del Xeneize en el poder. ¿River está en la otra vereda?

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Cuentan los que saben que la íntima relación entre los clubes del fútbol argentino y el poder político comenzó a escribirse en los años veinte (hace casi un siglo) y alcanza hoy su punto máximo. Pocos meses después de la caída de don Hipólito Yrigoyen y su gobierno radical, la dictadura militar surgida en 1930 avaló el pedido de los futbolistas y permitió el ingreso del profesionalismo en el fútbol, rompiendo con el amateurismo hipócrita, ya que se pagaban sueldos desde hacía más de una década.

Los jugadores fueron fundamentales para que se tomara tal decisión, al punto que resolvieron convocarse y marchar hacia la Casa Rosada en aquel lejano 1931 para pedir que se aboliera lo que ellos consideraban algo parecido a la esclavitud. El presidente Agustín P. Justo –General del Ejército- fue el primero en entender la importancia política del fútbol, su notable crecimiento y fue quien le concedió un subsidio a Boca para que construyera su estadio actual, inaugurado en 1940.

El dinero se canalizó a través del dirigente conservador Eduardo Sánchez Terrero, quien ya actuaba en la política boquense. Funcionario de la Aduana y diputado en la Década Infame, Sánchez Terrero estaba casado con la hija del General Justo desde 1927. Representante de una de las familias porteñas más importantes de la época, el dirigente fue quien gestionó los subsidios para Boca y también para River, que se plasmaron en un decreto presidencial en 1936.

Sánchez Terrero asumió la presidencia de la AFA en 1937 y se mantuvo hasta fines de 1939, cuando prefirió conducir a Boca. Allí se mantuvo hasta 1946 y durante su mandato se construyó la Bombonera. Bajo su gobierno en la AFA, la Argentina resolvió no participar en la tercera Copa del Mundo, jugada en Francia durante 1938.

La Bombonera se inauguró en 1940, dos años después del Monumental, aunque los dos estadios fueron ampliados y remodelados en diferentes momentos. Sin embargo, no se asocia la construcción de estas dos canchas al dinero recibido de aquella dictadura militar. Solamente se habla de la plata que erogó el justicialismo para edificar el estadio de Racing en 1950, gracias a la permanente influencia del ministro Ramón Cereijo. Lo mismo sucedió con la relación que tuvo el militar Tomás Ducó con el General Perón, que propició dinero para la futura cancha de Huracán.

Pero en general, Racing quedó asociado al primer peronismo por su nueva cancha y son pocos los que recuerdan o explican la conexión íntima entre los dos grandes del fútbol argentino y los militares de aquellos años oprobiosos.

Siempre vale la pena recordar las palabras del mítico goleador Francisco Varallo, en una entrevista realizada en 2007 (que se puede ver en youtube.com) donde explica la vergüenza que le originaba el nivel de ayudas que tenían Boca y River en el torneo local. Es bueno refrescar la memoria.

Sin embargo, la historia de nuestro fútbol tuvo períodos deportivos oscuros para los dos colosos: River se mantuvo 18 años sin ganar títulos y tuvieron que pasar 25 campeonatos para que el Millonario festejara su ansiado torneo, que no pudo conseguir entre 1958 y 1975. Lo de Boca tuvo cuatro ciclos negativos: entre 1944 y 1954 no ganó nada, bordeó el descenso en 1949 y tampoco obtuvo título entre 1954 y 1962. El tercer período fue el ocurrido entre 1971 y 1976 (ocho certámenes), el cuarto sucedió entre 1981 y 1992 (11 torneos) y finalmente entre 1992 y 1998 (otros 11 campeonatos).

Todavía se recuerda una anécdota que tuvo como protagonista a Mauricio Macri, cuando llevaba muy poco tiempo como presidente de Boca. Aquel Vélez imbatible de Carlos Bianchi había demolido a Boca por 5-1 en Liniers (cuando el arquero José Luis Chilavert hizo dos goles) y las quejas boquenses por el arbitraje de Javier Castrilli fueron rotundas. Esa misma noche, el flamante titular xeneize se presentó en Fútbol de Primera, el espacio futbolero por excelencia que se emitía por Canal 13.

Ante unos azorados conductores (Araujo, Macaya y Paenza) el dirigente se despachó contra Castrilli muy enojado y lanzó su frase: “Boca es el equipo más popular del país y tiene que salir campeón todos los años”. No hubo discusión en la charla, pero ni bien terminó el programa se supo que había llamado Julio Grondona a su vocero de prensa y lo había invitado a concurrir a la AFA el martes siguiente.

Según cuentan los memoriosos, Grondona recibió a Macri y lo acompañó al salón de reuniones, donde se los presentó a los presidentes de los clubes de Primera División, que habían sido llamados para concurrir al cónclave con expresa indicación de presencia. Ante ellos, Grondona les dijo que Macri les iba a explicar “por qué Boca tiene que salir campeón todos los años”. Recuerdan que la reunión se prolongó y la espera de Boca también, porque recién ganaría el torneo Apertura de 1998, con aquel formidable cuadro que pagó Macri desde el club, pero que armó Carlos Bianchi, el involuntario artífice de ese cambio de opiniones.

Poco más de dos décadas después, la discusión vuelve al tapete. ¿Boca maneja al fútbol argentino? Macri, Angelici, Tapia, Mitjans, son las caras visibles de la influencia neta del cuadro auriazul en el poder, con cargos incluidos. ¿River está en la otra vereda? Hay una gran distancia entre las dirigencias desde el caso del gas pimienta y aquel partido que no pudo terminar.

La pregunta es: ¿puede River quejarse más allá de algunos pésimos arbitrajes? ¿Es justamente River el club que vivió lejos del poder político? La respuesta no necesita demasiadas explicaciones.