A esta altura, los entrenadores rivales del Barcelona prefieren que sus jugadores cometan infracciones dentro del área antes que un tiro libre en la puerta del área cuando enfrente está Lionel Messi, un verdadero especialista en ejecuciones de pelota parada, que frente al Atlético de Madrid convirtió por tercer partido consecutivo por esa vía.
Esta vez lo sufrió Diego Simeone pero antes ya lo habían padecido Girona y Las Palmas. Es que el rosarino cuenta con un abanico de recursos a la hora de patear que desorienta tanto al arquero como a la barrera que no sabe si saltar o quedarse parada para que la pelota no vaya por abajo. Con una nueva genialidad, Messi alcanzó su gol 600 como profesional. Y como no podía ser de otra manera tratándose de él, tenía que ser un golazo.
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