jueves 28 de marzo del 2024

Surf: un título a pura mística en Mar Del Plata

Lele Usuna ganó por quinta vez el Quiksilver La Paloma, el torneo más prestigioso del circuito argentino, y es bicampeón nacional. Cerca de 2.000 personas disfrutaron del evento.

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“Estoy muy emocionado, se me dio todo. Soy campeón argentino por tercera vez y pude coronarme ganando otra vez aquí, en un torneo de mucha tradición y en la ola más emblemática de nuestro país. Es realmente muy especial”. Lele Usuna, pese a que ha tenido muy buenos resultados a nivel internacional (fue dos veces campeón del Mundial ISA), estaba como nene con chiche nuevo luego de ganar el Quiksilver La Paloma, la competencia más difícil, prestigiosa e importante del circuito nacional de surf. El marplatense de 30 años llegaba como líder del ránking a esta fecha que cerraba el Argentina Surf Tour, pero era amenazado por cuatro rivales que también tenían chances. Lejos de especular, Lele fue de menos a más para ganar por quinta vez este clásico argentino (las anteriores: 2007, 2009, 2012 y 2014) y ser el bicampeón nacional. Usuna venció en la final a la gran sorpresa, el talentoso joven Franco Radziunas (15 años), y se llevó $ 22.000 de los 62.000 en premios que tuvo esta 15ta edición del evento que se realizó con gran éxito en los acantilados marplatenses ubicados en el kilómetro 9 de la ruta 11.

“El verdadero campeón fue Franco”, dijo Usuna en referencia al subcampeón más joven de la historia del Quiksilver La Paloma. Justamente Franco, con su papá Luis, fueron los protagonistas de la nota distintiva del evento. Primero, fue lindo ver cómo padre e hijo disputaban la misma competencia, pero a medida que pasaron las series fueron los simpáticos protagonistas la historia del torneo. Luis, de 52 años, campeón argentino en 1991, sorprendió al avanzar hasta octavos de final por primera vez en sus 15 participaciones en La Paloma. Lo de Franco (15 años) fue aún más impactante. Una de las joyas de la cantera eliminó a varios candidatos y se metió en la final. “Todavía no puedo creerlo”, dijo Franco. “Pensar que nació en 2003, año que se hizo la primera edición de este evento… En estos días se le alinearon los planetas, tuvo mucha confianza y desplegó un gran surf. Lo bueno fue que no me eliminó mi hijo (se ríe), como ya me pasó antes. Yo, igual, vengo a pasarla bien, a disfrutar con él y con amigos de todas las generaciones. El surf nos une. Me sucede con Franco. Pasamos mucho tiempo junto, hablando el mismo idioma. El surf ha potenciado nuestra relación”, aseguró Luis.

Cerca de 2.000 personas disfrutaron durante los dos días, sobre todo el domingo, por ser no laborable y gozar del seductor solcito otoñal. Y no sólo lo hicieron para ver a los mejores surfistas del país (estuvieron todos menos Santi Muñiz y Nacho Gundensen, los argentinos mejor rankeados en el circuito mundial, quienes viajaron para competir en Japón). Hubo stands con regalos de los sponsors, una estructura con las mejores comodidades para los riders, la magia musical de DJ Cofla y un motivante despliegue gastronómico, con un foodtruck y el irresistible menú del cheff Cuti Rocco (asado y guiso lentejas para todos). Nadie se lo quiso perder, hasta estuvo Sr Flavio, el bajista de los Cadillacs y amante del surf, con su hija, Cocó Cianciarulo (15 años), la nueva joya del surf femenino argentino. “El primer día me lo perdí porque tuve un evento en Capital, pero nos vinimos rápido para acá para poder ver la definición. Me encanta venir a La Paloma, es una playa hermosa para estar relajado, disfrutar de toda esta oferta y ver surf desde un lugar hermoso”, opinó el músico que se mete casi todos los días a surfear.

Una de las tantas cosas que hace especial al evento es la tradición de esperar durante un mes para elegir los dos mejores días de olas de ese lapso. Y esta vez no fue la excepción. “Estuvo buenísimo. La Paloma se caracteriza por tener una ola de tamaño, con mucho poder, y se cumplió con creces. Es la que se parece más a las olas que vemos en el exterior y la que todo surfista argentino quiere dominar. No es fácil, lleva tiempo y compromiso”, opinó Martín Passeri, el ícono de las últimas décadas, quíntuple campeón nacional pero hoy vigente a los 42 años, como surfista y también como coach (de Franco Radziunas, por ejemplo). “Acá no gana tanto el que mejor compite, como pasa más en otros torneos, sino el que mejor surfea, el que lo hace con el manual, con el abc del surf. A mí me costó bastante en las primeras ediciones, hasta que gané en 2013 y empecé a tomarle más la mano”, analizó Lucas Santamaría. “Acá la experiencia tiene más valor y se requiere más físico. Hay que remar más, la entrada es muy dura y por eso tenés que elegir bien tus oportunidades en las olas”, acotó Maxi Siri, el otro quíntuple campeón que tiene la historia y que Usuna sueña con alcanzar. “Estuve pensando en eso en estos días. Pero yo pienso ganar siete”, dijo Lele, con una sonrisa.

Para el espectador común lo especial también fue ver a los surfistas bajar y subir desde el acantilado. “¿Cómo hacen para ir al agua?”, consultó Alberto, de 65 años, visitante por primera vez de la playa y el torneo. Cuando se le explicó, quiso presenciarlo y quedó sorprendido cuando observó a los surfistas en esa vertiginosa bajada de 20 metros. Cuando uno comienza a descender el vértigo es inevitable porque parece una escalera a la nada porque el mar se llevó los últimos escalones. Para reemplazarlo, los surfistas pusieron por una soga que les permite descender hasta las rocas haciendo malabares con la tabla. Luego caminan (y bajan) por la roca resbaladiza y desde la punta deben lanzarse al agua, tratando de alejarse rápido para que no venga una ola que los golpee contra ese lugar. Peligroso para muchos, no tanto para ellos. La aventura no termina ahí porque luego de competir deben subir por otra soga, mojados y cansados. “Todo eso le da una mística especial a la playa y a un torneo que es diferente a todos”, aseguró Santamaría. Toda estas cuestiones distintivas hicieron que la consagración de Usuna en el Quiksilver La Paloma fuera todavía más especial.

Texto: Julián Mozo, prensa QuickSilver

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