viernes 29 de marzo del 2024

Datos para entender la suspensión del amistoso

El amistoso que la Selección iba a jugar en Jerusalén fue cancelado. La violencia entre Israel y Palestina y el papel de Donald Trump en el conflicto.

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El partido amistoso que iban a disputar el sábado Argentina e Israel en Jerusalén generó tanta polémica no tanto por el conflicto entre israelíes y palestinos -que lleva décadas y que ha tenido tanta o más violencia que la actual- ni por ser el primero –la albiceleste ya disputó cuatro amistosos con los israelíes- sino por jugarse en Jerusalén y, muy probablemente, la culpa la tenga Donald Trump.

La violencia que domina el conflicto entre palestinos e israelíes ya estaba presente en 1986, cuando se jugó el primero de los amistosos, y lo mismo sucedía en 1990, en 1994 y en 1998. Pero este partido del sábado próximo estaba programado precisamente en Jerusalén, a la que Israel proclamó en 1980 su capital “única e indivisible”, contra la opinión de la comunidad internacional y la ONU, que nunca aceptó la ocupación israelí unilateral de la parte oriental de la ciudad, de mayoría árabe, tras la guerra de los Seis Días, en 1967.

Pero como ha hecho en casi todos los temas sensibles internacionales, Donald Trump provocó un salto cualitativo determinante para agravar el conflicto al anunciar –y llevar a cabo- el traslado de la embajada norteamericana de Tel Aviv a Jerusalén. Las protestas que los palestinos habían preparado para conmemorar la “naqba", o catástrofe, como llaman a la creación del Estado de Israel, hace 70 años, que significó la expulsión para miles de ellos de sus tierras ancestrales, y la política de permanente ocupación de los territorios que lleva adelante el gobierno, se enfocaron también en el rechazo al reconocimiento de Jerusalén, a la que reivindican como su capital, como ciudad exclusivamente israelí, reconocimiento que el traslado de la embajada implica.

Por supuesto que el gobierno israelí aprovechó la ocasión, y adelantó que Lionel Messi no sólo jugaría el partido del sábado sino que también visitará el Muro de los Lamentos.

“Es una victoria para Israel”, había proclamado exultante el ministro de Cultura, Miri Regev, que descartaba las críticas porque el encuentro se iba a jugar en Jerusalén por ser la ciudad “el lugar más adaptado para un partido tan prestigioso”.