jueves 28 de marzo del 2024

El primer papelón argentino en un Mundial

Ocurrió en Suecia '58, donde el seleccionado nacional debió jugar con una camiseta amarilla ante Alemania por no haber llevado un juego alternativo.

442

La Argentina volvió a participar en un Mundial recién en Suecia 1958, tras 24 años de ausencia y la creencia de que la FIFA siempre había boicoteado que pudiese organizar un mundial. Ya había perdido la chance de ser sede para 1962, tarea que recayó en Chile y la dirigencia pensó que una buena manera de revalidar una supuesta superioridad deportiva se daría en la copa sueca.

Chile ganó el derecho a organizar la Copa de 1962 porque sus dirigentes Carlos Dittborn y Jaime Pinto Durán hicieron un trabajo fatigoso y detallista, al punto de visitar a los vecinos de Sudamérica y explicarles lo que significaría hacer un mundial para un país humilde y con escasa historia futbolística. En el Congreso de la FIFA, Dittborn le dio una paliza verbal a la soberbia y la antipatía argentina del presidente de AFA, Raúl Colombo. El hombre, que fue presidente de Almagro y dirigente radical, dijo que la Argentina podía organizar un mundial ya mismo porque tenía todo listo, que para nuestro país era muy sencillo hacerlo. Dittborn contrapuso palabras opuestas: “Porque no tenemos nada, queremos hacerlo todo”.

Sudamérica votó por Chile y asunto terminado. La selección argentina realizó una gira por Europa y llegó con diferencias entre sus jugadores, un entrenador demasiado veterano para esta historia y una dirigencia que quería pasear y conocer, no mucho más. El debut fue contra Alemania, el campeón mundial de aquellos días. Si bien Oreste Omar Corbatta, el excepcional puntero derecho de Racing hizo un gol a los 2 minutos, los germanos fueron pacientes y dieron vuelta el resultado antes del final del primer tiempo. A los 34 del complemento, el capitán y goleador Helmut Rahn marcó el tercero y definitivo 3-1.

Pero lo increíble del debut albiceleste fue que, justamente, la selección no se vistió con esos colores. Argentina jugó con una camiseta amarilla, con pantalón y medias negras. Y el escudo de la casaca era el que identificaba al Malmoe F.C, el cuadro dueño del estadio donde se jugó aquel partido. ¿Qué había ocurrido?

El árbitro inglés Leafe determinó que las camisetas se podían confundir durante el juego y pidió que uno de los equipos las cambiara por la remera alternativa. Alemania, por ser campeón, no lo hizo. La Argentina tuvo que aceptarlo, pero los jugadores se enteraron que la dirigencia no había dispuesto que se trajera un juego alternativo. Habían traído dos equipos albicelestes iguales…

Por esa razón, Argentina jugó de amarillo. Pudo usar las camisetas albicelestes contra los rudimentarios irlandeses del Norte y les ganó 3-1. En su despedida, el equipo nacional lució otra vez la ropa tradicional, pero Checoeslovaquia no se apiadó y lo aplastó por 6-1, causando la peor derrota en la historia del seleccionado nacional jugando una Copa del Mundo.