jueves 28 de marzo del 2024

Argentina: una actuación individual y colectiva pésima

Más allá de algunos buenos intentos, el combinado argentino no entró nunca en partido ni se mostró a la altura de la final que sí jugaron los croatas.

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La Argentina quedó al borde de la eliminación en la segunda fecha de la zona de grupos en el Mundial de Rusia 2018, jugando su peor partido en décadas y anunciando un fracaso mundialista que sin exagerar, puede ser el peor de toda la gloriosa historia futbolística de este país.

Con un planteo de juego que nunca entendieron ni los jugadores ni los hinchas, Jorge Sampaoli nunca confirmó el equipo hasta que salieron a la cancha, como si estuviera escondiendo la fórmula de la gaseosa más conocida del mundo ante sus enemigos. Esa desorientación, naturalmente, se la transmitió a los jugadores, que deambularon por la cancha, entusiasmando de a ratos con un par de pases cuando el partido estaba 0 a 0, pero derrumbándose como la casa del primer chanchito del cuento infantil ante el primer gol, absoluta responsabilidad compartida entre el capricho del técnico de obligar a jugar con los pies a un arquero que no tiene la confianza para hacerlo, un arquero que sabe que no sabe, pero lo intentó igual y una defensa estática, sin compromiso y que le miró el número a los rivales cuando los croatas cambiaron de ritmo y se decidieron a atacar. Eso sí, el arquero no escarmentó, y siguió haciéndolo, cuando perdíamos 1 a 0 y 2 a 0.

Salir jugando es siempre mejor que revolearla a la mitad de la cancha para dividirla con el rival. Pero eso siempre y cuando los jugadores tengan entrenamiento y confianza. Porque si el arquero saca largo para que gane de cabeza uno de los delanteros más bajos del mundial Sergio Agüero, lo normal es que gane cualquiera de los defensores croatas que pasen por ahí, y miden 25 centímetros más que él. Así llegó el tercer gol: Caballero sacó largo, y la pelota volvió más rápido de lo que fue, y terminó en adentro del arco. Entonces, la idea de salir jugando por abajo, que es la mejor manera de cuidar la pelota, se tiene que trabajar, trabajar y trabajar. Y a un mundial hay que llegar con las ideas y los conceptos claros, algo que el combinado nacional no tiene desde hace años. Ni siquiera en el subcampeonato que se logró en Brasil con la conducción técnica de Alejandro Sabella, pero mucho más claramente cuando se intentó, desde la conducción de AFA, jugar a la ruleta rusa cambiando tres técnicos en cuatro años, con marchas y contramarchas en cuanto a la idea futbolística de cada entrenador.

Volviendo al triste partido contra Croacia, la selección balcánica, sabiendo de las intenciones argentinas de salir jugando, puso a cuatro jugadores para apurar la salida, buscando provocar el error. Los defensores y mediocampistas argentinos, lejos de entender que había que tener superioridad numérica y movilidad en esa zona en el momento de salir, estaban estáticos, mirando si el compañero podía resolver solo y sin equivocarse. Ahí, en la zona defensiva argentina, se jugó y se definió la pesadilla (anunciada) que fue el Croacia 3- Argentina 0.

Croacia lo intentó tibiamente en el primer tiempo, y se lo perdió por poco en la última jugada del primer tiempo. Ahí ganó confianza, y supo, que si lo intentaba, iba a dejar a los dirigidos por Sampaoli en ridículo, como finalmente sucedió. En una actuación colectiva muy mala, el análisis individual de los jugadores se mezcla, se confunde y quizá pierde fuerza.

Wilfredo Caballero: su primera intervención en el partido fue muy buena, ya que a los 4 minutos del primer tiempo, llegó a tocar al córner un disparo cruzado que se le metía en el segundo palo. Como contra Islandia, también tuvo una pelota sencilla, que quiso jugar con los pies y complicó a Tagliafico, a quien le hicieron foul y se resolvió una de las escenas más peligrosas para Croacia del primer tiempo. Con los minutos fue tomando confianza para jugar con los pies y parecía que se reponía de la mala actuación en el primer partido. Pero no. Se equivocó como un principiante y Croacia facturó en lo que fue el blooper más estúpido en lo que va de la Copa del Mundo. Nada que hacer en el segundo gol, que se veía venir por la falta de juego, de fucionamiento y de ánimo de la Argentina. En el tercero, saca largo, y se la pone en el pecho a un defensor, que arranca la jugada y otra vez la fue a buscar adentro.

Gabriel Mercado: dejó venir a los croatas, sin atinar a poder cruzar, tuvo un par de pifies, de lo más flojo en defensa, el primer amonestado cortando un contragolpe feroz de Croacia. Lo desbordaron mucho por afuera y nunca logró hacer pie en una defensa desordenada.

Nicolás Otamendi: atento y cortando en el primer tiempo, se contagió del desorden colectivo en el segundo. Cuando todavía Argentina estaba en partido, hizo un foul innecesario cuando nuestra defensa tenía superioridad numérica y le simplificó la jugada al rival.

Nicolás Tagliafico: como sus compañeros, tuvo algunos aciertos en el primer tiempo, pero redondeó una flojísima actuación.

Eduardo Salvio: intentó presionar adelante, buenas aproximaciones que no terminan de generar nada peligroso en ofensiva. En defensa, le ganaron varias veces la espalda.

Javier Mascherano: fue más lo que intentó ordenar a sus compañeros que lo que pudo jugar. Se paró más adelante en el segundo tiempo, presionando y ganando alguna pelota en la mitad de cancha. Después del gol de Croacia, entendió que la derrota parcial era irremontable y en más de una ocasión, se le fue la pierna fuerte.

Enzo Pérez: fue el primero que intentó llegar al arco rival, pero siempre le faltó un poco y fue bien absorbido por la defensa rival, como todos los argentinos de mitad de cancha hacia adelante. Tuvo la más clara de Argentina en el primer tiempo, después de una buena jugada colectiva, pero la tiró afuera, junto al palo derecho del arquero.

Walter Acuña: tuvo algunas buenas llegadas, que no podrían definirse como “ataques”. Uno de sus centros se fue cerrando pero pegó en la parte superior del travesaño.

Lionel Messi: enchufado sólo de a ratos, fue “chupado” por sus marcadores que no le dejaron tocar la pelota casi sin hacerle demasiadas faltas. No llegó a patear al arco. Recuperó algunas pelotas en la mitad de la cancha, se mostró comprometido con la recuperación de la pelota, pero también mostrando que tenía que bajar hasta el borde del área argentina para poder tener la pelota. Sus compañeros no se asociaron casi nunca, no se mostraron, no le abrieron las marcas, lo que generó que estuviera siempre impreciso, aunque intentó jugar con Agüero y después con Higuaín, sin poder generar casi nada. No fue ni por asomo el líder ni futbolístico ni anímico que necesitaba este grupo de jugadores. Recién se metió un poco en el partido cuando íbamos perdiendo 1 a 0. Si es cierto aquello de que “una imagen vale más que mil palabras”, la foto de Lío agarrándose la cara cuando se escuchaba el himno nacional, es el fiel reflejo de lo que (no) jugó durante casi todo el partido.

Maximiliano Meza: lo positivo fue que fue el primer jugador argentino que quiso liderar la remontada cuando Croacia se puso 1 a 0, pero rápidamente se sumó a la flojísima actuación colectiva. Otro que quiso hacer una de más y casi regala un contragolpe. Tuvo el gol en en una buena jugada colectiva, pero ensayó un tirito desde adentro del área chica en lugar de romperle el arco, que rechazó el arquero y Messi tampoco pudo definir.

Sergio Agüero: otro jugador bien tomado por los croatas, que no necesitaron recurrir a las infracciones para diluir sus intentos. Generó alguna situación provocando el error del arquero rival, pelota que recuperó Messi, pero sin mayor peligro. Mientras el partido estaba 0 a 0, se mostró, tiró algunos centros y se movió bien. Pero sin escapar a la mala actuación colectiva del equipo.

Gonzalo Higuaín: aportó cierta movilidad, algo de rebeldía y tuvo algún buen centro para que defina Meza. Como casi todos sus compañeros, amagó con levantar un poco cuando Croacia ganaba 1 a 0, pero fue borrado de la cancha cuando Croacia se hizo dueño del partido.

Cristian Pavón: insinuó algo más en el rato que entró, pero su voluntad no encontró socios en un equipo muerto anímicamente desde el primer gol de Croacia.

Paulo Dybala: como Pavón, intentó en el rato que entró, pero no tuvo con quien asociarse. Tuvo buenas intervenciones, cuando el equipo pensaba más en las duchas que en la clasificación a octavos de final.