viernes 19 de abril del 2024

Tensión y virales: la suerte de una generación

Ante Nigeria, un grupo de futbolistas experimentados y exitosos se jugará la parada más importante de su historia en la Selección argentina.

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El presente de una generación inolvidable ante el desafío que podría definir su legado.

Pobre fútbol argentino, cómo las instituciones atentaron contra el final de una generación brillante. Con tres técnicos en un ciclo mundialista de cuatro años, las elecciones empatadas en 38, la entidad madre intervenida por el Estado y la milagrosa clasificación al Mundial como antecedentes, lo único que hacía entusiasmar al hincha argentino con una realidad distinta es la jerarquía de una camada brillante de jugadores, que entraron en el tramo final de sus carreras deportivas sin lograr alcanzar un éxito con la selección. Su sed de revancha era (y sigue siendo) el principal motor para el entusiasmo. No hay ningún otro justificativo para sostener otro presente.

El traspié con Islandia y la caída con Croacia expusieron una realidad vedada. Además de cargar con la presión del éxito esquivo, esta generación ha debido lidiar con un entorno hiperpolitizado y sumamente inhóspito. “En menos de un mes, a Messi le pisotearon camisetas en Palestina, le adjudicaron la decisión de no viajar a Jerasulén, le viralizaron un video junto a Agüero, le filtraron cuentas offshore en los Panamá Papers, le difundieron una supuesta amenaza del Mossad a su mujer y le hurgaron en la intimidad de su matrimonio… En un descalabro televisado minuto a minuto. La selección pasó de ser meme de Twitter a ser operada por audios de WhatsApp”, invita Pablo Llonto a reflexionar en un texto reciente en Hipercrítico.

El propio Javier Mascherano lo blanqueó en la última conferencia de prensa "Somos conscientes de todo el ruido que hay. Nunca ayuda el ruido, sobre todo cuando tiene que ver con diferencias o cuando no llama a la unidad. Hemos convivido en el pasado con esto, tratamos de convivir en el presente. Somos un grupo que trata de centrarse en lo que puede controlar y hoy lo que podemos controlar es tratar de dar lo mejor y salir el martes a ganar el partido y buscar la clasificación".

Desde que el fútbol es fútbol, ha habido planteles con internas entre los propios jugadores, entre estos y el técnico y, también entre ambos juntos contra los dirigentes y de los propios dirigentes entre sí, para conseguir el “queso”. No son novedades. Ni una moda de esta generación. O acaso, mucho de todo esto no ocurrió en la previa de México '86 con políticos inmiscuyéndose en la selección, con un entrenador desestabilizado y un grupo de jugadores dispuestos a tomar el poder. Así que las cuestiones relacionadas con la dinámica del juego y las relaciones interpersonales entre protagonistas, no ha cambiado demasiado. Lo que cambiaron son las formas. Lo que se ha modificado y grafica este presente de la selección en Rusia 2018 es la comunicación, apalancada en los avances tecnológicos.

Harta, por completo, escuchar en los medios y leer en las redes que las soluciones propuestas, para los problemas actuales, son las mismas que fueron aplicadas hace más de treinta años. Eso de encerrarse en una habitación y “cagarse a trompadas” hasta que se haga catarsis, es una solución del hombre del Neandertal, una minimización absoluta de la realidad, una propuesta “mágica” que no contempla a los protagonistas actuales ni el entorno que los rodea.

“Viralización” es la palabra de moda, esa que fusiona a los avances tecnológicos con la comunicación. Hoy todo lo que hagan los protagonistas e incluso lo que no hagan puede ser y será divulgado. Viralización de lo individual y de lo ajeno, sea con un audio o con un video, siempre para beneficio del bando propio y con la Asociación del Fútbol Argentino de por medio. El ejemplo, más patético y a la vez perfecto, son las imágenes del “nefasto” entrenador de primera división que, tomando escuetos recortes de la realidad, construye una “fábula mágica”, vaya a saber con qué finalidad: porque se le pueden achacar muchas cosas a Caruso Lombardi, pero no dar puntada sin hilo.

A partir de lo realizado en el último entrenamiento en el Bronnitsy Training Centre y de la charla entre jugadores, cuerpo técnico y dirigentes, se estima que Argentina volverá a los cimientos más profundos de este grupo (4-2-3-1) para conseguir el objetivo de pasar de ronda y clasificar a los octavos de final del Mundial Rusia 2018. No es ilógico que llegado a estas instancias definitorias, donde es la victoria o la eliminación, y con un grupo de jugadores que tienen más peso y experiencia que el propio entrenador, las decisiones sean colegiadas. Sampaoli perdió gran parte de su autoridad. Un conductor no puede permitirse los vaivenes constantes (de las dudas en el ingreso o no de Pavón) ni las gigantes incongruencias (de dejar a Enzo Pérez fuera de la lista de 23 y ponerlo de titular en el partido más importante del grupo).

En San Petesburgo, el martes ante Nigeria, un grupo de futbolistas experimentados se jugará la parada más importante de su historia en la Selección argentina, una incluso más trascendente que la mismísima final del mundo en Brasil 2014. En sus respectivos clubes, Messi, Mascherano, Agüero, Higuaín y Di María, lo lograron todo. Juntos, con Argentina, pese a no haber salido campeones, obtuvieron el prestigio que les brinda el haber alcanzado las tres últimas finales. Una eliminación en Rusia 2018, en la primera ronda de un grupo muy endeble, tiraría todo por la borda: dejándolo como el recuerdo final de una generación inolvidable. Como están dadas las cosas, ellos ya no juegan para ganar algo, sino para no perderlo todo y no hay nada más tensionante.