jueves 28 de marzo del 2024

Mitad alemanas, mitad argentinas: así viven el Mundial

Una argentina radicada en aquel país desmitifica la condición de "fríos" de los teutones. El mazazo que recibió el equipo de Löw provocó el dolor de los campeones del mundo y el alivio de nuestra patria twittera.

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Una vez consumado el histórico triunfo de Corea del Sur sobre Alemania, que decretó la eliminación del campeón del mundo, las redes sociales en Argentina se inundaron con mensajes dedicados al equipo de Joachim Löw.

La misma malicia que en un duelo twittero entre hinchadas argentinas, pero para celebrar la caída de una selección extranjera. Un analgésico para calmar el dolor de esa herida interminable que abrió la final del 2014. Esto también es el Mundial.

El prejuicio traza a los alemanes como gente fría. Ese país de filósofos célebres y excelencia automotriz que es incapaz de sentir como nosotros, de sufrir como nosotros, de alcanzar picos de euforia como los registrados acá después del gol de Marcos Rojo.  Gente que jamás se hubiera sumado a ese hipotético duelo de tribunas 2.0.

Celeste Koch es una argentina de 31 años que vive en Alemania desde fines de 2013. Está casada con Daniel, un alemán hincha de Borussia Dortmund, y sus dos hijas nacieron allí.

A la distancia, en diálogo con 442, horas después de la catástrofe de la Mannschaft, se ocupa de corregir esa certeza largamente difundida.

"No es correcto decir que los alemanes sean fríos. Ellos sienten este tipo de cosas como nosotros. La diferencia es que no son tan expresivos como el hincha argentino. Simplemente aceptan el resultado", dice Celeste. Y agrega: "Después del partido salí hacer compras, en la calle no anda nadie. Nadie dice nada".

En 2011, cuando estaba terminando sus estudios universitarios, conoció a Daniel y empezaron a salir. Dos años después viajó a Alemania a visitarlo, a pasar unas vacaciones. No volvió más: "Internamente sabía que eso iba a ser así".

Celeste y su familia viven en Rumeln, una pequeña ciudad cercana a Düsseldorf.  El lugar hace a un lado sus costumbres en épocas mundialistas.

"Acá no se estila usar banderas, en las escuelas no se ven banderas. Ahora, con el Mundial, la gente aprovecha. Ves banderines por todos lados. Decoran las casas, los autos. Están... Estaban a full", aclara.

Las idas y venidas de su biografía hicieron que sus hijas (las bebés de la foto) adoptaran doble camiseta. ¡Doble chance de gritar campeón! Con Lionel Messi y Toni Kroos como abanderados de esa pasión desdoblada que les vino por herencia.

"Es el segundo Mundial que pasó aquí en Alemania. En el primero viví ese doble sabor del dolor de la derrota y al mismo tiempo sentir algo único de estar en el país que sale campeón", cuenta.

"Lo que a mí me gusta de los argentinos es esa cosa de festejar cualquier partido como si fuera una final. Acá, eso no pasa. Si se juega la final del Mundo, se juega la final del Mundo. Allá, en Argentina, cualquier partido es la final del Mundo", explica.

Puede que tenga razón. En Argentina, la final del Mundo no para de jugarse. Ese partido empezó en 2014 pero se obstina en seguir presente. Para algunos hinchas y buena parte del periodismo. Una marca indeleble, el origen de esta necesidad febril de gritar campeones que pesa sobre los hombros de Messi.

Basta con darse una vueltas por las redes sociales.