viernes 29 de marzo del 2024

Episodio I

Como una de esas series que dosifican de manera quirúrgica las escenas de acción, adrenalina y suspenso, así fue la primera Superfinal entre Boca y River.

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Como una de esas series que dosifican de manera quirúrgica las escenas de acción, adrenalina y suspenso, así fue la primera superfinal entre Boca y River. Los guionistas se esmeraron: ausencia de Gallardo, salvadas milagrosas de Rossi, gol de Boca, empate de River, lesión de Pavón, oportunidad para Benedetto, otro gol de Boca, otro empate de River, otra salvada milagrosa pero esta vez de Armani y sobre la hora.

En fin, una cantidad de condimentos que dejaron a los espectadores con ansiedad, con esas ganas desesperantes de ver el capítulo definitivo. Claro que acá no se resuelve con un play en la aplicación del celular: hay que digerir los nervios y esperar dos semanas.

Tal vez lo que más sorprendió de este primer episodio fue que los protagonistas no sufrieron el miedo escénico que suelen provocar estos compromisos. Un partido con semejante presión y con tanto en juego auguraba un desarrollo trabado, con muchos roces y más piernas que cabeza. Una de esas finales coperas que se ganan a lo guapo.

Pero ese vaticinio fue tan erróneo como el pronóstico meteorológico: no resolvieron el partido a patadas ni llovió sobre La Boca y alrededores. Es cierto que tampoco fue uno de esos encuentros que van a quedar en el inconsciente colectivo por cuestiones estéticas, pero habrá que reconocer que los jugadores salieron limpios de una previa que en muchos casos trató de instalar que en la Bombonera se ponía en juego el destino de la humanidad.

Ahora queda el episodio II. El definitivo. El final de esta superfinal. Y ahí sí, ahí por fin todo saldrá a la luz: si Pratto y Rossi dejarán de una buena vez de ser los malos de la película, si Gallardo será el ausente con mayor protagonismo, si Benedetto seguirá apareciendo en los momentos que la trama lo necesita, si Pinola sigue su romance con el VAR y si Tevez deja de ser un actor de reparto.

Mientras tanto, queda esperar. Son dos semanas desbordadas de especulaciones y tensión, de nervios y ansiedad. Y de esperanza. Porque lo que va a ocurrir en el Monumental el sábado 24 genera una ilusión: que la última hora y media no nos decepcione.

La historia que protagonizan Boca y River es tan buena que reclama el mejor cierre posible.

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