viernes 19 de abril del 2024

Supercopa: luces y show, pero sin pasto

La copa que ganó Boca en Mendoza tuvo un contraste evidente: una fiesta previa en un campo pelado. ¿Quién fue el culpable?

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Una previa con show de luces, sonido de Lollapalooza, fuegos artificiales, celulares prendidos en tribunas a oscuras, tomas televisivas con drones desde el cielo mendocino. La Supercopa Argentina –el fútbol argentino en general– se convirtió en un Super Bowl en continuado. El problema es que cuando el show termina, se prenden las luces y empieza el partido, lo que se ve marca un contraste elocuente: el césped raleado del estadio donde el jueves se jugó la final entre Boca y Rosario Central es un ejemplo.

El partido, organizado por la AFA y la empresa Torneos, contó con una fiesta previa propia de las grandes ligas estadounidenses, pero cuando empezó a rodar la pelota, la imagen estaba más vinculada a la crisis cotidiana que vive el país que a las pretensiones grandilocuentes de algunos dirigentes: al pasto maltrecho, que incidió en jugadas puntuales y en el desarrollo general del partido, se le sumaron, sobre todo al final del primer tiempo, algunas piedras lanzadas desde la tribuna donde estaba la hinchada rosarina. Todo muy argentino, matizado incluso por el Himno en el inicio: parafernalia y packaging para disfrazar la realidad. Fuegos de artificio para vender un show que no existe como tal.

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En los días previos, el presidente de la AFA, Claudio Tapia, y el CEO de Torneos, Ignacio Galarza, tuvieron varios encuentros en Mendoza para presentar la Supercopa. El miércoles, además, almorzaron en el restaurante Sofía con el secretario general de Boca, Christian Gribaudo, elegido por Daniel Angelici para que sea su sucesor, y el presidente de Central, Rodolfo Di Pollina. En ninguno de esos encuentros se habló del estado del campo de juego.

Desde la Superliga intentan dejar bien en claro que la organización del partido no estuvo a cargo de ellos. Y que esta Supercopa puede ayudarlos a pulir algunos detalles en vistas a la final de la Copa de la Superliga, el 2 de junio en el estadio Mario Kempes, de Córdoba. El césped es, obvio, uno de ellos. Ayer mismo se comunicaron para saber en qué estado se encuentra y qué medidas se adoptarán para que luzca perfecto dentro de un mes.

Es un tema que preocupa desde el primer momento al presidente de la Superliga, Mariano Elizondo, quien ha sancionado a Huracán y a Belgrano por presentar campos de juego en pésimas condiciones. La estética, si se pretende vender “el producto fútbol argentino” a más empresas y países, debe estar ante todo.

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Hace un mes, dirigentes de la Superliga viajaron a Estados Unidos para conocer un menú de show de luces que puede potenciarse a través de aplicaciones para teléfonos móviles. Será una de las novedades en la final que se jugará en Córdoba. “Siempre dijimos que vamos por el lado de la innovación. Por eso estamos buscando estas alternativas”, le dicen a PERFIL desde Puerto Madero, donde la actual conducción del torneo argentino tiene sus oficinas. Habrá que esperar para saber si el espectáculo, en esa ocasión, tendrá su correlato en el campo donde se juega. Porque, aunque ahora parezca una ingenuidad, eso, el fútbol, es lo que más sigue importando.

(*) Esta nota fue publicada en el Diario PERFIL.