jueves 28 de marzo del 2024

Gustavo Fernández: un grito que conmueve

El cordobés alcanzó la gloria en Roland Garros y volverá a lo más alto del ranking de tenis adaptado. Su historia de vida y sus éxitos emocionan.

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Mañana  la Argentina amanecerá y volverá al primer puesto del deporte, esta vez de la mano de Gustavo Fernández. El cordobés alcanzó la gloria en Roland Garros ayer al vencer al británico Gordon Reid por 6-1 y 6-3. Por la mañana computarán los puntos obtenidos en el torneo francés y Fernández volverá a lo más alto del ranking de tenis adaptado. Este es el segundo Grand Slam que consigue en el año: en enero se quedó con el Abierto de Australia, el cuarto en total ya que también ya había ganado en París en 2016 y en Australia en 2017.

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Hijo del basquetbolista Lobito Fernández, Gusti nació en Río Tercero en 1994. Al año y medio de vida sufrió un infarto medular que lo dejó paralítico de la cintura para abajo. En constante lucha contra las adversidades, nunca abandonó su sueño: ser el número 1. Cuando uno es chico siempre sueña con llegar a lo más alto. Siempre querés ser el mejor en lo que te gusta. Gusti se lo planteó y desarrolló las habilidades suficientes para que su sueño pueda ser un objetivo. Con más madurez, con esa mente fuerte que lo caracteriza, tuvo su premio, y el sueño del pibe fue la realidad del adulto. Hoy vuelve a esa posición y muestra una vez más sus cualidades y su entrega en cada partido. La familia fue fundamental en el inicio de su carrera y lo es hasta hoy. Además del sacrificio de los padres, el Enard pudo darle una mano y también fomentó el crecimiento de su vida en el deporte.

Fernández fue el abanderado de la delegación argentina en los Juegos Paralímpicos en Río 2016. La emoción en su rostro era visible. Un momento intenso en su carrera, lleno de alegría, con la certeza de que se ganó ese lugar a fuerza de todos sus triunfos. Otra gran victoria que tiene Gusti en su haber es la de posicionarse frente a los grandes medios de comunicación y lograr que el tenis adaptado entre en la consideración más alta en el deporte argentino. A través de su capacidad y de todo su talento, ya hace tiempo que se metió en la conversación y hoy consigue el reconocimiento en diarios y programas deportivos. En la lucha por terminar con la discriminación, el empuje de Gustavo ayuda a equipar los tantos y visibiliza situaciones que antes se ignoraban. Ayer, gran parte del público amante del deporte se conmovió con ese grito que pegó al conseguir un nuevo trofeo para su vitrina.

Admirado por Gabriela Sabatini, Guillermo Vilas y José Luis Clerc, Gustavo baja las persianas de los prejuicios partido tras partido. Emociona ver su fortaleza en cada pelota que disputa. Rompe con los estereotipos y calla las voces de quienes dudan. En su infancia lo llevaron a ajedrez y computación. Pero no. El tenía un objetivo claro y quería ser un deportista profesional. El quería moverse. “Si uno realmente quiere, tiene ganas e imaginación, puede lograr lo que quiera”, dijo hace algunos años en una nota para DeporTV. Esa frase te lo pinta de cuerpo entero. Deja en claro que su convicción para romper los esquemas de lo funcional y conseguir los objetivos que se propone es más grande que cualquier cosa. El esfuerzo siempre tiene recompensa.

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Aún con mucho camino por recorrer, este cordobés que no se rinde nunca, no tocó su techo. Esa forma de vida es la que le permite esquivar las adversidades y poder volver a consagrarse y sostener su éxito. También es responsabilidad de cada uno de nosotros ser funcionales a esta ola y darle el espacio que se merece. Tenemos que entender que, si bien éste es el caso puntual de Gustavo, hay que seguir con esta transformación en la que varias disciplinas o deportistas ya no son ignorados y la visibilización es la base de casi todo. Los comunicadores debemos ser el puente. Un deportista que representa a nuestro país, merece el reconocimiento y la importancia necesaria, sin importar si es fútbol, tenis adaptado o beach handball.

La valentía, la pasión y la fortaleza mental de Gustavo hoy nos hacer rompernos las manos con los aplausos. Su historia de vida y sus éxitos nos emocionan como si fuésemos su familia. Somos su país y tenemos que estar orgullosos de tener un nuevo número 1.

Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil.