jueves 28 de marzo del 2024

Las ideas de Scaloni: cambiar para que nada cambie

El DT jamás repitió la formación en lo que va del ciclo. En la previa ante Qatar, Argentina vive una escena similar a la del Mundial de Rusia.

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Once partidos, once equipos diferentes y cambiar permanentemente para que nada cambie. Ese rasgo, además de definir el ciclo de Lionel Scaloni, trae el recuerdo de los tormentosos días de Rusia 2018. Ayer se cumplió un año de la derrota por 3 a 0 ante Croacia, que dejó al equipo nacional en un escenario similar al que reina en estas horas: la urgencia de vencer a Qatar –como a Nigeria entonces– para pasar la fase de grupos de la Copa América luego de un empate y una caída. La misma postal, los mismos apuros. En el medio, como si se tratara de la novela El gatopardo, muchos movimientos y ninguna transformación.

Scaloni aterrizó en la Selección como si fuera un paracaidista. Pasó de ser un ayudante rezagado de Jorge Sampaoli en el Mundial a entrenador de la Mayor masculina en apenas unos meses. No contaba con experiencia como técnico y hace un año su participación se limitaba a la comunicación con los jugadores. Scaloni sobrevivió al final del ciclo en una maniobra que no cayó bien en el cuerpo técnico saliente: todos se fueron menos él. Y desde el plano dirigencial, su designación fue el espejo de un proceso más permeable a la improvisación que a la puesta en marcha de un proyecto: un interinato que derivó en estadía permanente ante la falta de candidatos y luego de cinco triunfos en seis amistosos.

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De aquel debut con triunfo sobre Guatemala por 3 a 0 el pasado 8 de septiembre al 1 a 1 frente a Paraguay el último miércoles, Scaloni repitió cuatro nombres, justo los que más jugaron en lo que va del ciclo: Leandro Paredes (9 partidos), Giovanni Lo Celso (8), Germán Pezzella (7) y Nicolás Tagliafico (7). Pero jamás insistió con un mismo equipo y optó por improvisaciones permanentes en puestos troncales: nunca jugó la misma dupla de centrales en dos partidos consecutivos, probó a Lautaro Martínez y a Mauro Icardi como 9 durante los amistosos, y para el certamen continental eligió a Sergio Agüero, a quien nunca había convocado y mandó al banco tras el traspié frente a Colombia por 2 a 0 en el debut en Brasil. Una situación similar al Kun tuvo como protagonista a otro de los “históricos”: Ángel Di María. Y antes de decidirse por Franco Armani, el DT experimentó con cuatro arqueros más: Gerónimo Rulli, Sergio Romero, Agustín Marchesín y Esteban Andrada.

La frase no guarda parentesco con lo que su Selección ofreció ante Colombia y Paraguay, donde se vio un equipo gobernado por el estatismo, sin sorpresa y con serias dificultades para generar situaciones sobre el arco rival. Como en la era Sampaoli, si Lionel Messi es neutralizado, el equipo carece de recursos ofensivos.

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La compulsión por cambiar permanentemente se refleja también en los sistemas elegidos. Scaloni se inclinó por un 4-3-3 en seis de los nueve amistosos anteriores a la Copa América. Y ante Colombia apostó por un 4-4-2, que desechó para renovarle el crédito a su dibujo predilecto frente a Paraguay.

La decisión implicó nuevas modificaciones: Lo Celso abandonó su inédito rol como volante derecho para retomar la habitual función de interno, Paredes volvió a jugar como único volante central y hubo una apuesta a un trío atacante inédito (Messi, Lautaro Martínez y Rodrigo De Paul). Nada cambió en el juego y Scaloni prolongó una racha que es un retrato del desaliento y una preocupación de cara al futuro reciente: en cinco partidos frente a rivales sudamericanos (Colombia dos veces, Brasil, Venezuela y Paraguay), nunca salió victorioso.

En la previa al cruce con Qatar, y como ocurrió con Sampaoli antes de jugarse la clasificación a octavos del Mundial ante Nigeria hace un año, a Scaloni se le reclaman más cambios. En su última conferencia, el entrenador se mostró evasivo a responder a una demanda que copó los programas de televisión y las redes sociales durante los últimos días, y tal vez lo único que no ensayó hasta ahora: ¿y si prueba con dos 9?

(*) Esta nota fue publicada en el Diario PERFIL.