miércoles 24 de abril del 2024

El Mundial en datos

El nivel de la Copa del Mundo en Brasil es sorprendente: más de tres goles por partido y con tantos de alta factura. La pelota parada ya no es el medio favorito para anotar. Estadísticas finas y análisis agudo de la competencia.

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Ni el más entusiasta de los fanáticos del fútbol soñaba con este nivel de fútbol en Brasil 2014. Solo un clarividente, hubiese podido pronosticar que al término de la primera fecha de la fase de grupos, la Copa del Mundo, tendría un promedio de más de 3 goles por partido (49 goles/16 partidos) y la sorpresa no está exclusivamente en la cantidad, sino también en la calidad de situaciones de peligro. Es digno de resaltar como en algunos partidos, ambos equipos se predisponen priorizando el ataque y, a veces, llama la atención la cantidad de tiempo y espacio que logran encontrar sus futbolistas para jugar. A diferencia de lo ocurrido en Mundiales anteriores, la pelota parada no se ha transformado en el arma principal para abrir los partidos: sólo el 20% de los goles vinieron por esta vía (10/49) y si incluimos los penales, la cantidad solo llega al tercio del total (16/49).

Al momento de analizar estas jugadas de balón detenido que derivaron en goles, se puede observar una distribución homogénea: cinco partieron de un tiro de esquina, cinco se iniciaron en un tiro libre y los seis penales antes mencionados. En el detalle, cuatro de los cinco “córneres” fueron convertidos con ejecutante a perfil abierto (o sea diestro desde la derecha o zurdo desde la izquierda), buscando que la pelota se aleje del arquero y sea encontrada por los atacantes en la carrera. En los tiros libres, la distribución fue más pareja (tres a perfil abierto y dos a perfil cambiado). En este punto, hay que tener presente que muchos tiros libres son ejecutados con esta modalidad (de “perfil cambiado” y en dirección al arco), para que en el caso de que nadie desvíe la trayectoria, el arquero igual se vea obligado a contener la jugada. Sobre la distribución de los penales se puede detallar que todos los ejecutantes fueron diestros y no hubo sorpresas: cuatro de seis fueron cruzados (uno al medio y, el restante, abierto).

En relación a los goles que no partieron de una pelota parada, se pueden sacar distintas conclusiones. A manera global, se ve una distribución proporcional entre los laterales en cuanto a gestación y una mayor dificultad al atacar por el medio: doce goles se iniciaron en la derecha, siete por el medio (la mayoría fueron contragolpes) y catorces desde la izquierda. Pero al profundizar en lo específico por país, se pueden detectar casos como el de Holanda, que le convirtió cuatro goles a España (el quinto fue a balón detenido) partiendo desde la izquierda o con un contragolpe por el centro. Las proyecciones y los envíos en largo de Daley Blind desde la izquierda, sumado a lo que puedan gestar asociándose Sneijder y Robben por el centro, son los puntos destacados a tener en cuenta al momento de analizar al conjunto “anaranjado”.

Existen otras estadísticas que no son tan miradas por el público pero que también son buenas para sacar conclusiones sobre el nivel de juego. Acostumbrados al fútbol argentino donde los partidos se cortan constantemente y apenas hay 50 a 55 minutos netos de juego, llama la atención que en Brasil 2014 el promedio de “tiempo real de juego” sea de 71 minutos.

Para ir cerrando, les dejo un interrogante. Ante la necesidad de destacar un partido por sobre los dieciséis, ¿cuál elegiría? Piénselo un momento. En una encuesta realizada, la mayoría se inclinó por Inglaterra – Italia. ¿Usted coincide? Tómese unos segundos para pensarlo detenidamente. Recuerde que también jugaron los finalistas del Mundial pasado (Holanda – España) y convirtieron seis goles. Ahora que ya tiene una posición tomada, le cuento que Inglaterra – Italia fue el partido que tuvo la mayor cantidad de pases realizados (1223), el mayor porcentaje de pases completos (88% -1073/1223), la mayor cantidad de situaciones de ataque (91), la mayor cantidad de remates al arco (30) y, por si fuera poco, tuvo uno de los más bajos registros de infracciones (20) y de amonestaciones (1). Generalmente, las apreciaciones son subjetivas, pero al momento de cotejarlas con los datos, en la mayoría de los casos, se demuestra que no son casuales.