jueves 28 de marzo del 2024

Perón, los K y las formas de usar al fútbol

Por qué el modo en que el Gobierno pretende hacer uso del deporte más popular es bien diferente a la forma en que el General y Evita lo utilizaran. Las lecciones que deja la historia.

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Si algo dejó en claro el novelón del famoso Megatorneo que tuvo en vilo al mundillo futbolístico durante siete días fue el lamentable uso que, desde la implementación del "Fútbol para Todos", el Gobierno pretende darle a su relación con la AFA. Una utilización que, además de evidente y contraproducente, es cada vez más opuesta a la que Juan Domingo Perón hiciera del deporte más popular.

Para reflejar precisamente de qué modo los dos primeros gobiernos peronistas se cobraron la ayuda financiera que dieron a los clubes de fútbol mediante subsidios, usados por lo general para construir estadios u otro tipo de obras, nada mejor que apelar a un diálogo que el propio Perón y Evita mantuvieron una mañana con Ramón Cereijo, ministro de Hacienda (hoy Economía) y verdadero padrino de Racing en aquellos tiempos:

- Mire, Cereijo, nosotros damos toda la ayuda que sea necesaria, pero queremos que el precio de las entradas sea barato...

-... y que los chicos entren gratis a ver los partidos. No me gusta que anden trepándose para colarse.

Estas palabras del General y su mujer fueron reproducidas en una brillante "Historia del Peronismo" publicada en capítulos por la revista Primera Plana en 1966, que a continuación dice: "A los pocos días, la Asociación del Fútbol resolvió que los menores de 12 años no abonen entrada a los estadios".

Además, como también cuenta Primera Plana, el gobierno de Perón exigió a los clubes que cedieran sus estadios para la realización de los campeonatos "Evita" de fútbol infantil, que -chequeo médico obligatorio mediante- permitieron auscultar acaso por primera vez a miles y miles de niños de todo el país, que en muchos casos tuvieron también su primer par de medias y calzado al serles obsequiada la indumentaria para participar de esta competencia.

Más allá de la utilización política que se hizo de todo esto, ni el más acérrimo opositor al régimen peronista hubiera podido criticar los beneficios para el fútbol y la sociedad que implicaban estas formas en que el Estado -y no sólo el gobernante de turno- recibía una compensación por la ayuda económica que brindaba a los clubes, cuyas obras eran también por sí solas una forma de retorno más que aceptable para tantos créditos suministrados al poner la práctica deportiva mucho más al alcance del pueblo.

Obviamente, no sólo por estas medidas de Perón el fútbol tuvo en aquellas décadas del '40 y '50 sus máximos niveles de adhesión popular en la Argentina, con estadios llenos como nunca antes ni después lo estuvieron en el promedio general de cada fecha. A esto contribuyó sobre todo una verdadera generación de oro de futbolistas, pero también -y mucho- un torneo de Primera con 16 participantes en la gran mayoría de esos años, y en ninguno con más de 18.

Hoy, en cambio, todo parece pasar por la TV. O, más precisamente, por salvaguardar y potenciar el rating de transmisiones televisivas en las que, de acuerdo a una de las últimas decisiones políticas del propio Néstor Kirchner, sólo puede verse publicidad oficial, además por supuesto del videoclip que recuerda la figura del ex presidente al son de un archiconocido candombe.

A nadie escapa ya, de hecho, que, mucho más que los fines declamados (federalizar, aliviar la situación económica de los clubes, etcétera), lo que se buscó con la reestructuración de los campeonatos planteada por el entente Grondona-Gobierno fue una mayor penetración del "Fútbol para Todos" y, por ende, de los spots publicitarios en cuestión, además de dejar contentos en un año electoral a los hinchas de River y otros grandes en peligro de descenso que, con gran dignidad, rechazaron en su mayoría las reformas por su carácter antideportivo.

Tampoco es novedoso decir que, de aprobarse un campeonato de Primera de 38 equipos, el fútbol argentino estaría repitiendo viejos errores de un pasado que sus dirigentes nunca parecen tener en cuenta: a lo largo de la historia, ya ha quedado más que claro que una estructura elefantiásica como esa sólo redunda en falta de competitividad, menor interés del público y un grave deterioro económico para los clubes, mayor incluso en aquellos del Interior a los que supuestamente se quiere beneficiar.

Mientras tanto, en apenas cuatro años (desde 2008 hasta hoy) las entradas para los partidos de la "A" pasaron a costar un 185 % más caras al aumentar de 14 primero a 24, luego a 30 y por último a 40 pesos, sin que ello reporte un mayor confort para los espectadores ni mucho menos una disminución del fenómeno de la violencia en las canchas, que ningún funcionario atina ni parece realmente decidido a frenar.

¿Será que el Gobierno cree que en vez de estadios llenos y en paz su negocio es que la gente se quede en sus casas mirando el "Fútbol para Todos"? ¿No se podrían aprovechar sus millonarios pagos a los clubes de un modo más positivo que multiplicar transmisiones televisivas y generar megatorneos? Sin dudas, la historia puede aportar respuestas útiles. Sólo es cuestión de tenerla en cuenta.

(*) Sub-editor de 442