jueves 18 de abril del 2024

El gran dilema de los técnicos

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Se sabe, ser entrenador de fútbol en la Argentina es como sentarse en la silla eléctrica. Eso se ha escrito y dicho infinidad de veces. En realidad, es el paso permanente entre el amor y el odio, la escala del aplauso fervoroso al insulto soez, todo porque la pelotita entró o no entró en el arco del rival o en nuestra propia meta.

Con Menotti, Bilardo, Angel Zof y Timoteo Griguol fuera de carrera, con Bianchi, Basile, Veira y Bielsa en distintas obligaciones, la

escena ha sido ocupada por entrenadores más jóvenes. Dan pelea todavía los cincuentones: Julio Falcioni llegó a Boca afirmado en una sólida campaña que hizo en Banfield, logrando ganar el único campeonato de su historia. Ricardo Gareca se mantiene incombustible en el poderoso Vélez, soñando con ser el dueño de la próxima Copa Libertadores. Alejandro Sabella sigue festejando su nuevo título con Estudiantes de La Plata, habiéndole sacado el jugo como nadie a un equipo disminuido respecto de  la temporada anterior, Américo Gallego esperará algún tiempito para despuntar su oficio y Ramón Díaz se empeña en seguir conduciendo a un San Lorenzo débil, económicamente y en figuras de nivel.

Entre los veteranos se ha originado una situación curiosa. River (cuarto en el Apertura) cosechó sus 31 puntos con un aporte importante de Ángel Cappa y la cuota de equilibrio y mayor solidez defensiva que le dio Juan José López, un hombre del riñón del club. El popular Jota Jota obtuvo 13 puntos sobre 18 con una merecida victoria ante Boca, lo que abrió la puerta de la continuidad. Cappa intentó encontrar una filosofía acorde a un River necesitado de puntos y sorprendido por su situación en la tabla general. Había que luchar por escaparle a la Promoción, algo que recién tomó fuerza en la gestión de López.

Cappa fue cesanteado por un apurado Passarella, pero encontró un nuevo lugar en el fútbol al acordar su ingreso a Gimnasia y Esgrima La Plata. ¿Se apuró Cappa al tomar un equipo mucho más discreto que River y con enormes problemas económicos? Al bahiense lo tentó la posibilidad de seguir trabajando y de construir una mística en un club jaqueado por deudas, malas campañas y la enorme superioridad deportiva e institucional que construyó su rival de siempre, Estudiantes. Insultado por los pinchas cada vez que los enfrentó, unido ideológicamente a Menotti desde siempre y parado frente a Bilardo, a Cappa no le costará nada ganarse el afecto de los hinchas del Lobo. Y si llega a firmar Guillermo Barros Schelotto, ni qué hablar. Con un emblema en el campo y un referente en el banco, Gimnasia puede crecer y preocupar de nuevo.

La pregunta es sencilla: ¿Hacen bien los entrenadores cómodos en un club, aceptando un desafío en un club necesitado? Falcioni tendrá la respuesta durante el primer semestre del 2011. ¿Le conviene a un técnico que dirigió nada menos que a River, firmar contrato con un necesitado en todo sentido como Gimnasia? Cappa será el encargado de contestarnos.

Mientras tanto, la incógnita nos acompaña. ¿Por qué el Boca de Borghi tuvo un rendimiento tan malo?, ¿Por qué Mohamed recuperó a Independiente si venía de capa caída en Colón?, ¿Luis Zubeldía dejó Lanús por falta de respuestas al aburguesamiento del plantel?, ¿Caruso Lombardi gozará de la confianza de sus dirigidos luego del affaire con el colombiano Angulo Villegas? La respuesta la dará el tiempo. Y los hechos. Como casi siempre.