miércoles 24 de abril del 2024

Un torneo sin candidato firme

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Está difícil el fútbol argentino. Difícil, competitivo y mediocre. Sin grandes jugadores, sin equipos afianzados. El 90% de ellos han sido recauchutados para tratar de mejorar los números de la temporada anterior. Atención: dijimos “los números” y no “el juego”, que interesa mucho menos que sumar, aunque sea de a uno. Tiempos mercantilistas, especulativos, como si la locura de muchos representantes e intermediarios de jugadores que querían depósitos en dólares ilegales en paraísos fiscales o países de dudosa reputación fuera proporcional a la mediocridad general.

Sacando a San Lorenzo, que ha resucitado gracias al enorme aporte económico de Marcelo Tinelli y sus amigos, el panorama no llega a ser malo, pero apunta para una paridad que no se verifica en la alta calidad sino en el sacrificio y la experiencia de varios dinosaurios que le aportarán calidad y astucia a los dos grandes de Avellaneda, como Racing e Independiente. No será fácil determinar si estarán en condiciones de pelear los primeros puestos, pero puede que lo logren, ante la disminución en potencial de los últimos candidatos.

Es que Boca todavía no ha digerido el alejamiento de Riquelme, la confianza rota entre la dirigencia, los futbolistas y el cuerpo técnico, más allá o más acá de que gane la Copa Argentina, el último torneo en importancia de nuestro fútbol, que ojalá se potencie en el futuro. Boca tiene menos equipo que en el último torneo, lo mismo que Tigre, Estudiantes de La Plata y Lanús, tres habituales protagonistas de las esperanzas de hinchas y entendidos para ser campeones.

Arsenal retuvo al 90% del plantel –solamente se alejaron Burdisso y Leguizamón- y ratifica su potencial, con un técnico inteligente y capacitado para mantenerlo arriba. En el caso de Vélez, se han ido su arquero Barovero, el central Ortiz, los medios Fernández y Zapata y el delantero Martínez. Muchos y muy buenos elementos, que comenzaron a ser sustituidos por un grupo de juveniles que parecen no sentir la presión de reemplazarlos. Vélez, una vez más, resignó contratos millonarios para equilibrar finanzas y apostó a la excelente provisión de divisiones inferiores. ¿Es candidato? Habrá que esperar un poco.

Sanjuaninos y rafaelinos, lo mismo que Newell’s y Colón, han conservado la mayoría de sus planteles y buscarán repetir resultados que los alejen del sufrimiento. No parecen tener lustre para dar el gran salto, lo mismo que Belgrano, All Boys, Godoy Cruz, Argentinos, Unión y Quilmes, más allá de su rendimiento contundente ante un desvaído y cansado Boca.

River es un caso aparte. Arrancó perdiendo contra el durísimo Belgrano cordobés, que le ganó en el propio Monumental y repitió la historia. River terminó el partido con su hinchada insultando a voz en cuello al presidente Passarella. Hinchas y jugadores parecen no haber entendido nada: no captaron el significado del descenso primero, relativizaron el retorno a la A creyendo que subirían por llamarse River y ahora han aceptado la discutible opinión de un buen sector del periodismo que lo considera candidato al título.

River jugó como si aún no hubiese ascendido, apurado y presionado por el público, que quería gritar el segundo gol antes que el primero. Terminó perdiendo y la declaración televisiva del zaguero cordobés Turús puso en el lugar justo lo que debería pretender para este año. El experimentado y rudo defensor señaló que “le ganamos a un rival directo en la lucha por no descender”.  Aunque algunos se ofendan, Turús dio en la tecla. A bajar los humos y pensar que es otra categoría y son otras las precauciones y ambiciones.

Así las cosas. Se extrañará a Andújar, Verón, Riquelme, Fuertes, el Burrito Martínez, Mouche, Cvitanich, Insaurralde, Pavone, Ortigoza, Julián Velázquez, Milito, Bologna y podríamos agregar algunos apellidos más. La sangría sigue, la mediocridad crece, pero la ilusión se mantiene. Cosa de locos, de voluntaristas o de soñadores empedernidos.

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