jueves 25 de abril del 2024

Argentina y Sabella, entre Copas y copitas

442

La selección argentina se prepara para una nueva jornada de Eliminatorias en un clima interno de tranquilidad pero con un entorno mediático enrarecido. El flojo empate frente a Perú y los planteos defensivos en el “Superclásico de las Américas”, levantaron voces críticas, en muchos casos con más condimentos filosóficos que técnicos, pero voces críticas al fin.

La grata sensación del triunfo ante Paraguay se vio desdibujada por la imagen dejada en Lima. Un equipo desequilibrado por las bandas (en la faz defensiva) sufrió en demasía la “ausencia” de Messi para generar en ofensiva y, únicamente, encontró en el pelotazo a Lavezzi (por sobre la calibrada presión peruana), su única variante peligrosa de ataque.  El empate, excesivo premio para la producción argentina, permitió mantener el liderato en la tabla de posiciones pero no protegió de las críticas venideras.

La excursión a Goiania fue cautelosa en el planteo (5-3-2) y decepcionante en el resultado. La lógica de los cinco defensores, para ocupar el ancho del campo, tenía un asidero concreto en la táctica: los 111 mts de largo x 75 de ancho ameritaban un equipo más amplio. Lo inesperado (en una competencia cuya única consecuencia es la obtención del antiguo trofeo “Julio Argentino Roca”) fue ver durante un tramo importante del partido al Burrito Martínez jugando como marcador de punta derecho y a Barcos parado solo arriba, cual llanero solitario, esperando que le llegue una pelota.

Al análisis se lo podrá acusar de resultadista y no lo desmiento. No observo vulgaridad, ante una propuesta con premisas de esta índole y con la clasificación al Mundial en juego (en lugar de jugar por una copita latifundista), en demandarle a un delantero que defienda un resultado con uñas y dientes. Dado que este era un escenario distinto (por más que digan que ante Brasil nunca es amistoso) y podía servir para observar jugadores, no comparto que se decida salir a no atacar, y esto tiene más que ver con una postura que con el esquema de cinco defensores.

Después de la derrota por 2 a 1 en el Serra Dourada (con un penal en el último minuto) llegó la hora del papelón chaqueño: con un partido que se suspendió, luego de una hora de demora, por un “desperfecto eléctrico”. Llamativamente, para este segundo partido, Sabella había decidido repetir el esquema, en vez de intentar alguna variante más ofensiva. Lo que antes era entendible, ahora dejaba de serlo: por el campo de juego más pequeño (105 x 68 mts), por la obligación de ganar (consumada la derrota en el partido de ida) y por el mencionado argumento de la “intrascendente consecuencia deportiva”. Hay que reconocer que queda abierto un interrogante, dado que a ciencia cierta se desconoce si el equipo hubiera exhibido (pese a no variar el esquema) una propuesta diferente a la mostrada en el Planalto Central brasileño.

Con la vuelta de la competencia importante (léase Eliminatorias), llegaron los jugadores “extranjeros” y el retorno al 4-2-3-1 volátil, que viene caracterizando al equipo de Sabella. Los cuatro atacantes, con espacios, son temibles; los sectores laterales, con espacios, dan temor. Pero son los sectores, y no los marcadores, los que infunden temor: por la facilidad con la que los rivales aprovechan los espacios. El análisis ligero diría que los marcadores de punta defienden mal y que los zagueros pierden siempre de arriba (y aparentemente no sería errado). Al profundizar se observa que los primeros suele quedar “2 contra 1” y los segundos, por la evolución inorgánica del juego, terminan marcando los centros “mano a mano” adentro del área.

Los motivos podrían buscarse en distintos lugares: los atacantes casi no vuelven, los laterales no achican hacia adelante, los mediocampistas centrales no salen a los costados ni se transforman en zagueros u hombre-poste para generar superioridad numérica dentro del área, etc, etc.

La solución depende de la conveniencia de los involucrados y es el entrenador el que determina el libreto a cumplir. No es lo mismo si el mediocampista es Mascherano (quien perfectamente podría sumarse como un zaguero), Guiñazú o Braña (más acostumbrados a salir a cortar a los costados y no tanto a meterse dentro del área).

Este viernes, la Selección enfrentará a Uruguay, uno de los mejores conjuntos de Sudamérica. Un buen resultado le posibilitará mantenerse en la cima de la tabla, servirá como aliciente anímico e influirá para amansar las críticas. El desafío de Sabella y sus muchachos no es sencillo. En la tierra del sol y del buen vino, dos viejos conocidos, se verán las caras por centésima septuagésima novena vez y pelearán por llegar a la Copa del Mundo.

En esta Nota