viernes 19 de abril del 2024

Armstrong y los perejiles “a pan y agua”

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Cuando ganó su séptimo “Tour de France” en 2005 ya era blanco de cuestionamientos por sus prácticas non sanctas. El libro “L.A. Confidentiel. Les secrets de Lance Amstrong” (2004), escrito por los periodistas Pierre Ballester (“L' Equipe”) y David Walsh, denunciaba los métodos aplicados por su equipo (el U.S. Postal) para mejorar su rendimiento. Entre las voces que se alzaban estaba la de Emma O'Reilly, quien trabajó en el equipo de Armstrong en 1996 en el rol de masajista pero también cumpliendo otras labores.

Entre sus denuncias, O'Reilly comentó que su trabajo consistía en “transportar productos dopantes, ocultar cierto tipo de sustancias y de jeringas en caso de controles, distribuir esos productos a los ciclistas y disimular los hematomas que podrían surgir producto de las inyecciones”. Sus denuncias, ahora, forman parte de la investigación que llevó a cabo la USADA con el objetivo de “hacer un deporte  más limpio”.

O' Reilly, en su momento, había dicho que “Lance intentó que su vida fuese un infierno”. La primera vez que habló, lo hizo en el “Sunday Times”. Luego de eso, Armstrong le amenazó con “arruinarle la vida y quitarle todo su dinero”. El relato llegó a límites insólitos. En un momento, la masajista irlandesa contó cómo escondía las jeringas del equipo, cómo descolgaba los cuadros de las habitaciones para dejar en sus ganchos las bolsas de plasma que se utilizaban en las transfusiones o las veces que cruzó la frontera entre Francia y España con pastillas que estaban prohibidas (en el mundo del ciclismo) y cómo se las entregaba al ciclista en el aparcamiento de un Mc Donald's en las afueras de Niza.

Debieron pasar ocho años y el retiro de Armstrong de la actividad para que la USADA tomara cartas en el asunto.  El documento, de más de 1.000 páginas, revela pruebas sobre un método sistémico y altamente profesionalizado de “facilitación deportiva”, un equipo de gestión diseñado para el desarrollo de una política de dopaje. En total, el informe incluye el testimonio de 26 personas, entre quienes se incluyen 15 ciclistas que en algún momento fueron compañeros de Armstrong. Luego de su elaboración fue enviado a la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), a la Unión Ciclista Internacional (UCI) y, también, a la Corporación Mundial de Triatlón (WTC).

Levi Leipheimer, Tyler Hamilton, George Hincapié y Floyd Landis fueron algunos de esos deportistas que se beneficiaron con los procedimientos y ahora declararon contra Armstrong ante la USADA sobre el programa de doping sanguíneo para no competir a “pan y agua”, expresión utilizada para denominar al ciclista que competía “sin usar sustancias dopantes”. Competir con la dieta variada que prescribía el cuerpo médico del equipo, supuestamente, incluía transfusiones de glóbulos rojos (para tener más capacidad de transporte de oxígeno), administración exógena de Eritropoyetina – EPO – (hormona para estimular la producción de glóbulos rojos) y otras sustancias estimulantes como anabólicos varios.

Como el deporte profesional es voraz en sus exigencias y los atletas de elite están conminados a superarse, se busca alcanzar límites no imaginados. El logro deportivo es la consecución de un sueño, que en muchos casos se remonta a los primeros años de la infancia. Para cumplirlo, hay deportistas que deciden buscar atajos que les garanticen mejores chances de alcanzar el reconocimiento y el porvenir económico.

Los atajos no los eximen de los sacrificios, simplemente los dejan en mejores condiciones que sus contrincantes. En el ciclismo, por su alto componente aeróbico, el atajo se encuentra en estas transfusiones de sangre y en la administración de eritropoyetina, que aumentan la concentración de glóbulos rojos y por consiguiente el transporte de oxígeno y el umbral de lactacto (nivel de intensidad de trabajo físico donde se produce más acido láctico -“residuo” de la glucosa al metabolizarse sin oxígeno- del que se remueve).

La singularidad del caso no está en los procedimientos usados sino en que, durante toda su vida deportiva, el ciclista de Austin se sometió a incontables exámenes y jamás dio un resultado positivo. Esto obviamente, no da por garantizada su inocencia pero disminuye el peso de las pruebas posteriores.

Llamativamente, la USADA se interesó por el tema muchos años después de las primeras denuncias y con Armstrong retirado de la actividad. El show de bombos y platillos para dar a conocer los resultados le otorga más asidero a las palabras del ciclista, al referirse al proceso: “Desde el principio, esta investigación no estaba destinada a establecer la verdad o limpiar al ciclismo, sino a castigarme a toda costa”.  Es interesante recordar que el organismo de control antidoping de los Estados Unidos, que ahora persigue a Armstrong y tiene nuevo nombre desde hace 10 años, es el sucesor del que durante años permitió el doping sistemático de los atletas olímpicos norteamericanos.

La denuncia efectuada en 2003, por el Dr. Wade, director del organismo antidopaje norteamericano del Comité Olímpico desde 1991 a 2000, desató un escándalo que se intentó cerrar con la descentralización de la entidad. Más de 30.000 páginas de documentos fueron entregadas a Sports Illustrated y al Orange County Register. Allí se mostraba que atletas como Carl Lewis y Mary Joe Fernández habían dado positivo (el primero en tres oportunidades) antes de los Juegos de Seúl '88 pero igual se les permitió competir.

Claudio Tamburrini, en su libro "¿La mano de Dios?", reflexiona sobre el doping y las consecuencias de su eliminación, y en cómo de esta forma se les daría la misma oportunidad a todos. Yo creo que las diferencias seguirían existiendo pero es un tema interesante para analizar. Está claro que Lance Armstrong tenía condiciones atléticas muy superiores a la media pero, también, que competía aprovechándose de procedimientos no permitidos; que hizo los sacrificios para conseguir sus títulos pero que también accedió a métodos inalcanzables para otros ciclistas, también dispuestos a aprovecharlos; que el deporte de alto rendimiento no beneficia a la salud (muchas actividades laborales no lo hacen) y que el ciclista tejano demostró estar dispuesto a afrontar las consecuencias.

¿No habrá llegado el momento para que el deporte de alto rendimiento realmente se cuestione sobre la verdadera función de los controles antidoping, sobre quiénes son los grandes beneficiarios -a los que no se detecta- y los perejiles perjudicados? La existencia de este nuevo olimpismo recargado y la epidemia de doping positivos por drogas sociales habilita este debate.

(*): especial para 442.