viernes 19 de abril del 2024

Cuando el poder no tiene dueño

Sin Leoz y Grondona, no hay liderazgos que se impongan. Burzaco, el argentino de más peso, ni siquiera es dirigente. Galería de fotosGalería de fotos

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El escándalo en el superclásico no sólo desnudó las falencias organizativas que aún presenta la Copa Libertadores, sino que también dejó al descubierto la falta de dirigentes con el poder suficiente en la Conmebol. Lejísimos quedaron las épocas de la tríada compuesta por Nicolás Leoz, Julio Grondona y Ricardo Texeira –e incluso las de Eugenio Figueredo–, en las que, para bien y para mal, las jerarquías estaban claras. Hoy, salvo el flamante presidente Juan Angel Napout, ninguno parece tener la relevancia necesaria para bancar esta transición que tiene como punto más problemático la pelea con la FIFA por el medio cupo de clasificación al Mundial que Sudamérica está a punto de perder.

El dirigente sudamericano vive un descrédito generalizado. Primero por la muerte de Grondona y segundo porque el país con más fuerza política del continente, Brasil, no recuperó la credibilidad tras el escándalo de corrupción de Texeira, porque Marco Polo del Nero (presidente de la Confederación Brasileña) no pudo imponerse ni siquiera en su país. El que más provecho sacó de esta inestabilidad política en la sede de Paraguay fue Napout, quien aprovechó las debilidades brasileñas y alzó la cabeza para ser presidente. Y apenas está empezando a tejer su poder.

Las pocas caras nuevas sufren la desaprobación general de un fútbol que ya no tiene el miedo que imponían Grondona y compañía.

Nuevo mapa. En ese desierto de poder el que emerge es alguien que no es dirigente de ninguna asociación miembro de la Conmebol pero que tiene la última palabra en más de una situación crítica: Alejandro Burzaco, presidente de la empresa Torneos, que se benefició de la cercanía con Grondona y que nunca se fue del todo. En el panorama argentino es, sin dudas, el hombre con más preponderancia por su estrecha relación con el gobierno nacional, en el que tiene como amigo a Carlos Zannini (secretario de Legal y Técnica de la Presidencia). Todo lo contrario ocurre con Luis Segura y José Luis Meiszner, secretario general de la Conmebol: sin Grondona, su incidencia es casi nula.

En la Conmebol surgen laderos de Napout. Y los que en su momento pudieron pensar en hacerle sombra hoy lo miran desde afuera. El caso más notorio fue el del uruguayo Sebastián Bauza, un candidato a ser la cara de la nueva gestión post Leoz que sufrió la falta de apoyo de sus colegas y vio cómo Wilmar Valdez, a pesar de contar con la confianza del presidente y de sus colegas, perdió puntos por el conflicto que encabezó Paco Casal para quedarse con los derechos de transmisión de la Libertadores (en poder de Torneos).

Las pocas caras nuevas sufren la desaprobación general de un fútbol que ya no tiene el miedo que imponían Grondona y compañía. Y a nivel mundial, la figura de Napout es muy débil, al igual que las del brasileño José Maria Marin y el colombiano Luis Bedoya, los otros representantes de Sudamérica en el Comité Ejecutivo de la FIFA. Eso explica la debacle sudamericana en la mesa chica de Zurich. Y allí, con Blatter a la cabeza, le seguirán dando la espalda a la Conmebol.

Los nuevos nombres con poder en el fútbol sudamericano.

Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil.

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