viernes 19 de abril del 2024

Despidos, pata e’lana y reflexiones en el excusado

La crisis futbolística que los medios aman. El despistado reemplazante de Dilma. Técnicos, objetivos y el extraño caso de Osvaldo, un virtuoso del error.

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—Devuélveme, pues, mi ojo, mi salud, mi razón, mis bienes, mi sabiduría –le pidió Memnon.

—Estas cosas no ocurren en el mundo que nosotros habitamos –dijo el espíritu.

—¿Y qué mundo habitáis?

—Mi patria está a 500 millones de leguas del sol, en una estrellita al lado del Sirio que tú mismo ves desde aquí.

—Hermoso país –dijo Memnon.

Voltaire (1694-1778); de su cuento “Memnon o la sabiduría humana” (1748).

Como Dilma, el ex técnico de Independiente Mauricio Pellegrino hablaba con la prensa sin alterar su tono amable, sin estallar pese a que los medios lo daban por cesanteado y publicaban encuestas para que la gente eligiera a quién sentar en su silla. Los dirigentes coqueteaban pour la gallerie con el cotizado Jorge Sampaoli mientras Gabriel Milito, histórico del club y candidato natural, daba los últimos retoques a su proyecto. Extraño caso el de Mauricio, elogiado como persona y como profesional por los mismos que, más tarde, lo fusilarían al amanecer. ¿Qué decirle? ¿Cómo darle ánimo a un hombre que pasa por esa experiencia?  

“Cada vez que entramos a un baño y encontramos a un trabajador limpiando para que quede impecable, si en lugar de pasar de largo, tal vez porque estamos llenos de problemas y por ahí el baño es un momento de reflexión, le dijésemos: ‘Gracias por tu tarea, gracias por tu trabajo que permite que mantengamos el baño bien para todos’, la energía sería otra, la alegría sería otra, el orgullo sería otro”, nos iluminó otro Mauricio hace días, con su sonrisa más tierna. ¡Esa es la actitud!

“El técnico no consiguió los objetivos”, sentencian con ese slang cuartelero que supimos conseguir. “No encontró el equipo”, repiten confundiendo idea con azar. “No le tocó jugar bien los partidos decisivos”, apuestan, agudísimos. Las ideas, como monedas, giran en el aire.

Que Racing le haya ganado mano a mano la clasificación a la Libertadores fue un cross a la mandíbula de Pellegrino. Pero sus números, revisando el plantel y las lesiones, no han sido malos: 21 ganados, 13 empatados, 7 perdidos: 61% de efectividad en 41 partidos. Ojalá este desdén oficial por la estadística se repita aun si el porcentaje del nuevo entrenador resulta menor. Milito es capaz y la gente lo ama, punto clave. Tiene espalda como para calmar a las fieras si fuese necesario. Aire para don Hugo, que va por la AFA.

Distinta es la situación de Facundo Sava, pobre, que pierde y baila tap en la cornisa mientras sus empleadores juran que será evaluado sólo para no repetir errores. Nadie les cree. Puertas adentro maldicen por haber quedado afuera de todo con un plantel caro, numeroso, de elite. “Chocó una Ferrari”, mascullan con rabia. ¡Pecatto mortale!

Sea con Sava u otro técnico, ojalá el próximo semestre de Racing arranque con menos despiste que el ex vice y actual presidente provisional de Brasil, Michel Temer, pícaro pata e’lana del Planalto, que con el apuro de la jura confundió a Jorge García, periodista de radio El Mundo, ¡con Mauricio Macri! “Sí, tengo elegido mi gabinete, señor presidente, gracias, si usted me invita lo iré a visitar con mucho gusto, gracias señor presidente”, se conmovió vía telefónica, sin enterarse jamás con quién hablaba. Ay. Estamos vivos de milagro.

Marcelo Gallardo no la pasa bien. Su equipo funciona en tres cilindros hace más de un año, los jugadores que pidió anduvieron peor que mal y Boca sigue adelante en la copa –esa novia histérica–, a puro volantazo, como camioneta de lujo en el barro. Sin embargo, nadie piensa en un Temer para Gallardo. Al contrario: apuntan al plantel. ¡Limpieza!, le exigen al presidente D’Onofrio. Los hinchas y la prensa adoran estas crisis que obligan a cambiar figuritas y a pasar facturas por tanta pifia acumulada.

(¡Ding dong…!) Epa. Si me disculpan, acaba de entrar un mail urgente. A ver. Remitente: [email protected]. Asunto: Invitación. Oh, no. Otra vez el filósofo optimista y fan de Leibniz creado por Voltaire para su Cándido, que llegó desde el siglo XVIII y ahora no quiere irse de Argentina. Leo en voz alta.

“Muy señor mío, don Hugo Asch: Es una gran satisfacción para este humilde servidor comunicarle que he sido convocado por amabilísimos funcionarios para dictar mi curso de ‘Optimismo con la soga al cuello & Felicidad total’. Será en septiembre, una vez concluido el nuevo taller de ‘Entusiasmo’ de mi colega y amigo Alejandro Rozitchner: cuatro charlas en la Escuela de Formación de Dirigentes Políticos del PRO: a) Positividad inteligente. b) Entusiasmo y superación del melodrama. c) Taller de escritura. d) Ganas de vivir. Espero que asista a estos enriquecedores encuentros que sin duda lo rescatarán de su oscuro pesimismo y le demostrarán que, de los males particulares, resulta necesariamente el bien general. Vamos, querido amigo, ¡anímese a disfrutar sin más culpa! ¡Siga el ejemplo de esos animosos estudiantes que celebraron la educación pública por las calles de su ciudad!  Lo saluda con afecto, Pangloss”.

Wow. ¡Cómo se acomodó el doctor! El hombre ideal en el lugar indicado, en el momento justo.

No es el caso de Daniel Osvaldo, virtuoso del error, consumido por su propio fuego en cinco minutos, como una comida rápida. Durante semanas fue una rara mezcla de El enfermo imaginario de Molière, Rebelde sin causa –sin mito ni James Dean– y Más dura será la caída, con Listorti en el papel de Bogart. Hoy, ya tronco caído del que todos hacen leña, es Gloria Swanson con barba, rodete y anteojos en El crepúsculo de los dioses. El hombre que insiste en chocar con la misma piedra: pésimo guión cien veces reescrito, con idéntico final.

Una semana después del papelón de Juan Gambandé en Brasil –inmortalizado como el mono bobo que se traga su propio gesto racista–, aparece en todo su esplendor Dani Stone, otro despedido que no puede culpar al ajuste. ¡Aleluya, hermanos!

Algo es algo.