viernes 29 de marzo del 2024

Jugadores chilenos, mente argentina

El país trasandino encontró un cóctel perfecto: a sus figuras le sumó la impronta ganadora de nuestros directores técnicos. Hoy, el hombre es Pizzi.

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La prueba fáctica hay que buscarla en la comuna Macul de Santiago. Allí, en el complejo Juan Pinto Durán, el predio de Ezeiza de la selección chilena, sintetizan el cambio que empezó Marcelo Bielsa con una frase que se repite como mantra: “Esto era Kosovo, y ahora es el Hyatt”.

Desde ese lugar, en 2007, el técnico argentino que está cerca de la Lazio de Italia comenzó a tallar un modelo para que Chile se consolide en el concierto internacional de la pelota. Un modelo exitoso que está a la vista del mundo.

Antes de firmar el contrato con la Federación, Bielsa pidió visitar el complejo deportivo donde se entrenaba y se hospedaba el seleccionado. Al verlo, aseguran del otro lado de la cordillera, no dudó en pedir que se adecuara a los estándares de las selecciones que son potencia.

El costo de la remodelación, en parte, corrió por su cuenta: el rosarino viajó por todo el país dando charlas para costear los gastos, que ascendieron en total a dos millones de dólares. Dos canchas impecables (que se mejoraron estéticamente, además, por el trabajo de un paisajista), 17 habitaciones refaccionadas, aparatos nuevos en el gimnasio y una sala de masajes con jacuzzi y pileta fría.

En ese lugar, Chile pasó de dar vergüenza –había terminado último en la Eliminatoria 2002, y séptimo en la de 2006– a ser el orgullo de un país.

Ahora, el Pinto Durán es un tributo al entrenador que, como dice el capitán Claudio Bravo en la serie documental Informe Robinson, cambió el paradigma del jugador chileno: “Nos cambió la mentalidad. Nos sirvió mucho para crecer”, dice Bravo.

La de Bielsa fue una revolución que ningún chileno discute. Su pasión y su obsesión por el trabajo le devolvieron el fuego sagrado a la Roja, que con él volvió a clasificarse a un Mundial tras 12 años, y luego, en Sudáfrica, ganó el primer partido en una Copa del Mundo desde 1962.

El fútbol en Chile podría dividirse en antes de Bielsa (a.de.B) y después de Bielsa (d.de.B). Porque además de resultados, el Loco les inoculó a estos jugadores un componente abstracto pero clave: actitud para protagonizar los partidos, en el estadio Nacional o donde sea. Eso continúa hasta hoy.

Pero lo cierto es que aunque el camino lo delineó Bielsa,  otros técnicos argentinos lo siguieron, en muchos aspectos lo mejoraron y hasta le imprimieron un sello distintivo.

El único que se fue con más críticas que elogios resultó ser Claudio Borghi, presentado en febrero de 2011 como sucesor de Bielsa. El Bichi, que conocía a muchos de sus jugadores por haber dirigido en Colo Colo, nunca pudo conducir un plantel que sufría más por lo que pasaba afuera que adentro del campo.

En menos de dos años, Borghi tuvo tres casos de indisciplina, algunos convertidos en un escándalo nacional, como la vez que Carmona, Jara, Vidal, Beausejour y Valdivia llegaron borrachos a la concentración, algo que desmintieron en una conferencia de prensa brindada un día después.

La relación, ya rota, se terminó por una serie de cinco derrotas consecutivas. Borghi nunca pudo afrontar las comparaciones con su predecesor, al punto que criticaba a muchos por ser  “las viudas de Bielsa”.

La llegada de Jorge Sampaoli le devolvió cierto espíritu bielsista al equipo. Es decir: más vértigo, más precisión y una intensidad abrumadora, con una dosis de obsesión y meticulosidad con la que Sampaoli construyó la clasificación a Brasil 2014, donde le ganó en la fase de grupos al campeón del mundo, España, y estuvo muy cerca de eliminar al local en los octavos de final. El travesaño, en el minuto 119, le negó un gol que hubiera puesto a Pinilla en lo más alto de la historia.

Pero esa historia, al menos la historia más gloriosa de Chile, se escribió un año después, cuando de local se consagró campeón por primera vez de la Copa América.

El rival en la final fue Argentina, el mismo que tendrá que enfrentar mañana, aunque con otro técnico: Juan Antonio Pizzi, que en seis meses logró ampliar el nivel del plantel (en esta Copa América ya utilizó veinte de los 23 convocados, mientras que Sampaoli no salía de 14 o 15 jugadores) e intensificar su capacidad goleadora. Algo que a nosotros, los argentinos, nos debería preocupar.

(*) Nota publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil