viernes 29 de marzo del 2024

Nubarrones en Liniers

El fútbol de Vélez atraviesa un pésimo momento y el entrenador pagó los platos rotos. El plantel perdió jerarquía y los promedios preocupan.

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Muchísimo es el seguidor del fútbol argentino que no entiende que es lo que le pasa a Vélez Sarsfield. Qué situación es la que ha generado que el popular club de Liniers se ubique entre los diez peores promedios en un torneo de treinta equipos y con muchos de ellos que recién hacen sus primeras armas en la máxima categoría.

Vélez llegó al Siglo XXI con varias credenciales nuevas, obtenidas en la última década del siglo pasado. Campeón después de 25 años en 1993, Copa Libertadores en el bolsillo y una inolvidable final contra el poderoso Milan italiano le permitieron llevarse también la famosa Intercontinental de Tokio. Bicampeonato en 1995/96 y un ciclo corto pero brillante con la conducción de Marcelo Bielsa en 1998. Todo en apenas un lustro.

El club crecía, la flamante y original Villa Olímpica causaba la admiración del mundo futbolero, las novedades y los éxitos se sucedieron y parecía que no tenían fin. Cómo habrá sido, que en los últimos años Vélez sumó cinco estrellas adicionales, la última al quedarse con el torneo Inicial en 2012, bajo la conducción de Ricardo Gareca.

Hoy, todo eso es un recuerdo. Un enorme recuerdo y algo que no podrá olvidar. Hoy el fútbol de Vélez atraviesa un pésimo momento y hay que buscar e investigar años y años para encontrar una situación similar. Quizá se puede mencionar el torneo de 1976, cuando Vélez terminó tres puntos por encima del descendido San Telmo, perdiendo incluso con el cuadro de la Isla Maciel su partido. O durante el Metro de 1981, cuando redondeó 31 puntos, contra los 28 del San Lorenzo que generó asombro con su retroceso a la vieja Primera B.

Por lo demás, hay que decir que Vélez llegó a Primera A en 1919 y se mantuvo hasta 1940, cuando le tocó descender por única vez. Fue aquella vergonzosa última fecha del campeonato, cuando Atlanta le metió seis goles al Independiente de Sastre, Erico y De la Mata manteniendo la categoría en medio del papelón que manchó al fútbol. Vélez luchó tres años en aquel duro ascenso para regresar en 1944 y no bajar nunca más. Entonces, haciendo cuentas, Vélez está segundo detrás de Boca en años consecutivos jugando en primera división.

No se trata de imaginar un futuro de B Nacional, pero está claro que el club ha perdido el rumbo en el aspecto futbolístico. El lento tobogán deportivo se inició en la gestión de Miguel Calello, pero seguramente ya existían síntomas que no fueron advertidos. Lo curioso es que con Calello al comando del club de Liniers, se hicieron buenas campañas y sobre todo, se ganó el torneo Inicial 2012. Lo sucedió el experimentado Raúl Gámez, con su propuesta de recuperar el equilibrio económico, algo que ya había hecho en los ’90, con muy buenos resultados.

El plantel se fue vaciando de jugadores de jerarquía y primero lentamente, pero en tropel poco tiempo después fueron llegando juveniles al plantel de primera. Se fueron yendo Lucas Pratto, Hernán Pellerano, Alejandro Cabral, Emiliano Papa, Mauro Zárate, Fernando Tobio, Francisco Cerro, Seba Domínguez, se apresuraron las ventas de Gino Peruzzi y de Agustín Allione, también de Facundo Ferreyra y de Rescaldani, el arquero Sebastián Sosa dejó el club por su alto contrato, lo mismo que Milton Caraglio.

Varios protagonistas de éxitos pasados dan todavía el presente. El inoxidable Fabián Cubero, el regresado Leandro Somoza y el delantero Mariano Pavone son tres ejemplos. Con un guerrero como Cristian Nasuti atrás, la llegada de Hernán Barcos y un enorme grupo de juveniles en muchos casos sin el fogueo necesario ni quizá las condiciones para ponerse la titularidad al hombro, Vélez parece no tener fin en su caída deportiva. La falta de dinero provocó también el alejamiento de Damián Pérez, un correcto defensor que había llegado un año atrás y la fugaz aparición de Hernán Toledo le permitió mostrarse y partir raudamente a otro destino.

El ciclo de Cristian Bassedas llegó a su fin tras la dura caída del sábado ante Racing. Ni él ahora, ni Miguel Ángel Russo antes, pudieron ensamblar algo competitivo, más allá de sus innegables condiciones para ser entrenadores. Las últimas noticias nos traen el alejamiento de Bassedas, el enojo de los hinchas, la presencia patoteril de los violentos que manejan la tribuna popular, la pérdida de confianza de tantos juveniles y la confusión que muestra el equipo en la cancha. Algo usual en este tipo de trances, pero absolutamente inusual para un club como Vélez, acostumbrado a frecuentar otros placeres.