jueves 28 de marzo del 2024

La frustración de los exagerados

Tras la reciente eliminación de Boca se instaló que sin el Xeneize, la Libertadores pierde jerarquía. La amnesia histórica de los medios.

442

Boca no pudo pasar las semifinales de la Copa Libertadores porque se topó con el sorpresivo Independiente del Valle, un modesto cuadro ecuatoriano que fue la revelación del torneo y se quedó con un meritorio subcampeonato continental, detrás del poderoso Atlético Nacional de Medellín. De aquella derrota inesperada en la Bombonera fueron eyectados Agustín Orión (a Racing) y Daniel Cata Díaz, al simpático Getafe de la segunda división española. Eso pasó en julio y provocó el primer sismo importante bajo la conducción de los Barros Schelotto.

Hace unos días, Rosario Central terminó con la enorme ilusión que significaba avanzar a las semifinales de la potenciada Copa Argentina y lo eliminó del torneo quitándole la última chance de ganarla y acceder a la Copa Libertadores de 2017, el que parece haber sido el gran objetivo del plantel y de la dirigencia después del cachetazo en propia casa ante los ecuatorianos.

Todos los condimentos rodearon al enfrentamiento en el hermoso Mario Kempes cordobés, porque un año antes un arbitraje desastroso y parcial de Diego Ceballos perjudicó notablemente a los rosarinos, que tenían un equipo mucho más fuerte que ahora. Boca fue favorecido y se adjudicó la Copa. Ahora, las campanas doblaron por Central, pero el referí Patricio Loustau no hizo papelones más allá de alguna jugada polémica.

De golpe, casi violentamente, Boca se quedó sin nada. Es decir, sin ningún juego internacional en el horizonte hasta la mitad del próximo año, por lo menos. De golpe, sobran jugadores, de golpe el entrenador genera más dudas que antes, de golpe Carlitos Tevez ya no es el héroe que conmueve multitudes. De golpe, los ausentes valen más que los presentes.

Ahora todo está puesto en duda. La continuidad de medio plantel, un grupo demasiado numeroso sin que se haya pensado la posibilidad de una eliminación temprana. Antes se reclamaban refuerzos, algo que la dirigencia encabezada por Daniel Angelici cumplió en comprar, pero por estos días sobran jugadores en casi todos los puestos y las cotizaciones bajan, para desesperación de los conductores políticos del club.

Resultó patético el esfuerzo de algunos medios periodísticos para intentar convencer a la gente de que una Copa Libertadores sin Boca (y eventualmente sin River si no consigue adjudicarse la Copa Argentina) es inviable y no tendría jerarquía. Y aquí vale la pena detenerse un poco, dada la devoción que los medios comerciales tienen por los dos clubes más grandes del fútbol argentino: el falso argumento de que Boca y/o River son imprescindibles para el éxito de un torneo suena a una excusa exagerada solamente motivada por el afán comercial.

¿Qué hubiera sido de esta prensa o estos comunicadores si hubieran atravesado los 18 años de River sin ganar un título local aunque sea o los once años de malaria xeneize entre 1981 y 1992? ¿Llamarían a incendiar el Monumental o la Bombonera, a castigar físicamente a los cracks que podían ganar títulos?

Vale la pena apelar la historia para desechar por equivocados y maliciosos estos argumentos: la Copa Libertadores se juega desde 1960. O sea que ya andamos por las 56 ediciones y si desempolvamos recuerdos y datos, aquí va la verdad que otorga la historia: Boca jugó 26 de las 56 ediciones, o sea el 46,4% de los campeonatos continentales. River lo hizo un poco más (32), siendo el que más veces participó.

Quizá la amnesia histórica de algunos medios periodísticos haya agrandado la eliminación boquense porque en el Siglo XXI, la participación de Boca en la Libertadores trepó a 11 de los 16 certámenes: solamente faltó en 2006, 2010, 2011, 2014 y ahora no estará en 2017. Claro que en los años 90, Boca jugó apenas en 1991 y 1994. Otros tiempos.

Para reafirmar la ridiculez de aquellos que solamente abrevan en los clubes más ricos y más populares, otro dato sirve para desmontar ciertas certezas dichas con la solemnidad de una verdad, ahora refutada. El único equipo argentino que ha participado en la última docena de años en copas internacionales (Libertadores o Sudamericana) de manera consecutiva ha sido Lanús.

Sí, ninguno de los cinco grandes (concepto que ya podría revisarse por su atraso histórico) sino un modesto club del conurbano bonaerense, que tuvo un crecimiento enorme en todos los planos y por si faltaba algo, hoy es el campeón reinante del maltrecho fútbol argentino. Por esto, por las participaciones internacionales que se tienen que ganar en la cancha y no en los escritorios. Un poco más de respeto, muchachos.