jueves 25 de abril del 2024

¿Dónde está la gloria de Fernando Gago?

El mediocampista de Boca le cambió la cara al equipo en apenas dos partidos. Su regreso en un nivel superlativo no tiene precedentes.

442

Fernando Gago hizo lo que difícilmente se creía que pudiese volver a hacer: recuperarse por completo de la lesión (re-ruptura del tendón de Aquiles) y gravitar futbolísticamente, al punto de ser la figura indiscutida de un clásico. De acuerdo a estadísticas y antecedentes, Gago hizo posible lo inesperado y el atronador aplauso de la hinchada de Boca se lo retribuyó.

Las estadísticas son claras y sus resultados, contundentes. Para un futbolista, la ruptura del Aquiles marca un antes y un después: muy pocos jugadores han vuelto a su nivel previo. Peor aún son los resultados, en los casos de re-rupturas (como el de Gago) y no existen muchos ejemplos en Primera División: Alberto Márcico y Fernando Crosa, son los más emblemáticos.

La investigación de los Doctores Gajhede-Knudsen, Ekstrand y Magnusson, “Recurrence of Achilles tendon injuries in elite male football players”, es elocuente para comprobar cuán baja es la frecuencia de ruptura y las complejas aristas de la recuperación. Por su parte, no hay forma científica fidedigna de comprobar la merma en el rendimiento deportivo, luego de la lesión. Comparar las estadísticas previas del jugador y su correlación al retomar la competencia, puede servir para intentar una explicación (incompleta).

Los números de Gago, en sus primeros 180 minutos oficiales luego de seis meses de rehabilitación, son sorprendentes. Figura en ambos partidos, se erigió como eje del equipo, encargándose de la distribución precisa de la pelota. Ambas cualidades no le eran ajenas pero son inesperadas en esta fase de la recuperación. Ante Racing, fue el jugador que más veces recibió el balón (en 90 oportunidades) y el que menos lo perdió (88% de efectividad en el pase). Por encima de la cuestión cuantificable, hay un detalle conceptual que puede escapar al ojo neófito pero es trascendental en la dinámica, es el motivo por el cual el rol de Gago clarifica el juego y cambia el escenario: su primer pase es generalmente hacia adelante (para romper líneas) y de primera (para saltar la presión). Dato objetivable que se confirma al observar que su principal receptor fue Tevez (17 oportunidades), a espaldas del mediocampo contrario.

Cualquier esquema 4-3-3, como el que decide implementar el Mellizo Barros Schelotto en Boca, depende en gran medida de la correcta labor del mediocentro: responsable principal del pase y del desmarque, generalmente por detrás de la línea del balón, para brindar continuidad a las acciones de ataque. Si no hay pase rápido interior (a Tévez, Pérez y Bentancur) y no hay basculación de lado a lado, el ataque del 4-3-3 termina resultando muy estático.

Boca demostró ser muy superior a Racing en el trámite. El juego colectivo de pase y asociación se vio reflejado en los goles, principalmente en el primero y el segundo, con paredes interiores donde el que devuelve juega de espalda, sosteniendo la marca.

La gravitación de Gago puede explicarse desde la libertad que le otorgó el 4-4-2 rival, cuando los dos mediocampistas centrales rivales tomaban a los medios de ataque (Pérez y Bentancur) y él recibía sólo (por detrás) de frente al arco. En este contexto de circulación del balón, el mix ofensivo con un extremo profundo (Pavón), un atacante con vocación de goleador (Benedetto/Bou) y uno que procura armar juego (Tevez), dio buenos resultados.

“Después de lo que me pasó (de las lesiones), empecé a disfrutar más y a no ponerme plazos de tiempos largos. Disfruto de cada entrenamiento, de cada momento. Ni siquiera sé hasta qué edad voy a poder jugar. Voy día a día.” declaró recientemente en una entrevista con Pablo Lisotto en LND. Ahora se viene el Superclásico y para Gago es un partido con un alto componente psicológico. Justamente, sus rupturas fueron ante River, en septiembre de 2015 y abril de 2016.

Lejos quedaron ya las burlas, los memes y las chanzas, posteriores a su última lesión. Hoy, es tiempo de reconocimiento y admiración. El exitismo feroz lo ensalza por su rendimiento reciente. Los aplausos llegan por ese pase de cachetada a Fabra, casi displicente o como quien no quiere esforzarse, para dejarlo solo frente al arco. No son muchos los que aplaudirán con conocimiento de causa, evaluando su comportamiento ante un padecimiento (tendinosis aquileana crónica) desde más de cinco años, valorando su resiliencia o dimensionando el esfuerzo que demanda la vuelta al alto rendimiento: ese sacrifico diario en el gimnasio, el tedio de las sesiones de kinesiología y el dolor muscular en la búsqueda de un estado físico regular.

Es ahí donde radica el verdadero reconocimiento que merece Fernando Gago porque, como dijo Mario Benedetti, “la gloria no consiste en no caer nunca, sino más bien en levantarse las veces que sea necesario”. Levantarse nuevamente y jugar mejor que antes, es un precedente único, inesperado e impactante. Ahí está su verdadera gloria, no en un pase ni en un caño: eso lo pueden hacer muchos, lo otro no lo ha hecho nadie.