jueves 28 de marzo del 2024

El partido de los 70 segundos

Todo indica que Riestra y Comunicaciones jugarán los cinco minutos pendientes. La increíble historia entre Newell's y San Lorenzo en 1946.

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Cuando se habla de lo ridículo que puede significar hacer continuar un partido con una duración de cinco minutos (un tiempo de dos minutos y otro de tres), vale la pena hurgar en la historia de nuestro fútbol para certificar si esto ya pasó o es una historia nueva. Por desgracias, hoy en día abundan aquellos que creen que todo tiempo pasado fue mejor, que es el momento de tomar decisiones nuevas que sirvan para cambiar las cosas y al mismo tiempo están los que saben que las cuestiones extradeportivas siempre se han resuelto en función del poderío deportivo y político de la camiseta del perjudicado o del beneficiado.

Vayamos al campeonato de Primera División de 1946. Aquel que ganó San Lorenzo de manera brillante, con un terceto delantero notable que compusieron Armando Farro, René Pontoni y Reinaldo Martino. En aquel torneo, el Ciclón conquistó 90 goles en 30 partidos y fue perseguido por Boca y River, que se habían quedado con los primeros cinco torneos de los años cuarenta. El trío Farro-Pontoni-Martino metió 56 de los 90 tantos azulgranas.

El más tenaz perseguidor fue Boca, que lo venció 2-1 en su cancha y arrancó un empate en dos goles del viejo Gasómetro pero que no le alcanzó, cuando apenas faltaban tres fechas para el final. Lo insólito ocurrió cuando se jugaba la jornada número 25 y San Lorenzo tenía un único punto de ventaja sobre los boquenses.

El domingo 27 de octubre, San Lorenzo fue visitante de Newell’s en el Parque de la Independencia. El Ciclón igualaba en dos tantos cuando faltaban segundos para el final del partido. En ese momento, el árbitro Osvaldo Cossio anuló el tercer gol rosarino que había convertido el puntero izquierdo Ramón Moyano y en medio de las protestas llegó el contraataque letal de San Lorenzo que encabezó Mario Imbelloni. Su centro fue mal rechazado por el defensor local Cayetano Nieres, metiendo la pelota en su propio arco.

Del 3-2 para Newell’s al 2-3 para San Lorenzo, que lo encaminaba derechito al título. El público rojinegro invadió el terreno de juego, enojadísimo con el juez Cossio y comenzaron enseguida las agresiones a los jugadores visitantes. René Pontoni –al que los hinchas ñulistas habían ovacionado en la previa por su brillante campaña años antes con esa camiseta- recibió un sinfín de trompadas y el defensor José Vanzini sufrió un sillazo en su espalda.

Los jugadores visitantes escapaban del gentío enloquecido y el árbitro Cossio no tuvo mejor idea, sin protección policial, de aprovechar un boquete abierto en el alambrado y empezar a correr hacia el mismísimo Parque Independencia, ubicado a pocos metros. Allí varios hinchas lo interceptaron, le pegaron una paliza y se disponían a colgarlo de un árbol con una precaria horca fabricada en el momento con cinturones. Por suerte para Cossio, tres soldados que veían el hecho, lo impidieron cortando con sus machetes el arma improvisada y dispersaron a los violentos.

Cossio, herido levemente pero muy golpeado, fue trasladado al Sanatorio Británico de Rosario, donde se mantuvo hasta la madrugada del miércoles. Lo increíble es que varios hinchas de Newell’s rondaron el hospital vigilando la presunta salida de Cossio, que finalmente fue sacado escondido en el baúl de un auto y llevado a la estación de trenes de San Nicolás, para abordar uno que lo depositó en Retiro, donde lo esperaban su familia y sus compañeros de referato.

El juez tenía que hacer el famoso informe y determinar si el partido había sido dado por terminado o lo había suspendido. Las presiones políticas fueron formidables, porque uno de los perseguidores de San Lorenzo era nada menos que Boca, que pretendía que el Tribunal de Penas determinara que el partido tenía que seguir. Cossio hizo constar que faltaban 70 segundos y el Tribunal, por la presión boquense o porque se olvidaron de la golpiza que sufrieron el juez y los futbolistas azulgranas, determinó que esos 70 segundos debían jugarse.

Lo insólito fue que estos 70 segundos faltantes se dividieron en dos tiempos de 35 segundos. Sí, aunque usted no lo crea. Los jugadores se cambiaron para jugar un partido que duró un minuto y diez segundos. El comentario textual del diario rosarino “La Capital” de aquel mini partido fue el siguiente: "Puesta la pelota en movimiento por Aballay, amagó San Lorenzo un avance que no tuvo éxito y enseguida la pitada del árbitro puso fin al primer período de 35 segundos. Tocó a Rafael López de Newell´s reanudar la lucha, y la etapa final tuvo el mismo epílogo que el tiempo anterior, ya que llegados los delanteros a las proximidades del área chica finalizó el encuentro". El juez fue Valentín Rey, porque Cossio aún estaba recuperándose.

Newell’s había venido a jugar contra Vélez en la vieja cancha de Villa Luro, el 10 de noviembre con derrota por 5-2. Al día siguiente, un lunes por la tarde, se completó el escasísimo tiempo que faltaba por orden del Tribunal en la cancha de Ferro y con entrada gratuita. Alrededor de dos mil fanáticos de San Lorenzo hicieron el trayecto al cercano estadio de Caballito y vieron el triunfo anunciado. La presión de Boca hizo jugar esos 70 segundos, pero no pudo modificar el resultado. La tarde anterior, San Lorenzo había goleado 5-1 a Platense en Boedo y Boca había sido vapuleado en La Plata por Estudiantes, que lo derrotó 4-1 con dos goles del wing izquierdo pincha Manuel Pelegrina.

La distancia entre cuervos y xeneizes se estableció en tres puntos y terminaría en cuatro de diferencia. Después de trece años, San Lorenzo volvía a gritar Campeón. Y el Tribunal de Penas demostraba, una vez más, su particular modo de aplicar el reglamento de acuerdo con la camiseta de los protagonistas o de aquellos, aún más poderosos e influyentes, que se sintieron perjudicados. Fue en 1946. Ahora, la pelota está en campo de Riestra y de Comunicaciones. Otros tiempos, otras historias, otro Tribunal, otros periodistas, otro país.