Anderson Silva venció por decisión unánime a Nick Díaz en la pelea que marcó su vuelta al octágono de la UFC luego de más de una año de recuperación por la fractura de tibia y peroné que sufrió en diciembre de 2013. Una velada que tuvo golpes duros, sangre, actuaciones extra deportivas y el llanto del brasileño sobre el final cuando lo nombraron ganador en el MGM Grand de Las Vegas.
A los 39 años, The Spider consiguió su 34° victoria en 40 combates. Para muchos, Silva es el mejor peleador en la historia de la UFC. Desde el comienzo de la pelea, Diaz comenzó a hablarle y hacerle gestos a su rival, se tiró a la lona, se apoyó contra la reja, le puso la cara para que le pegara, se cruzó de brazos y hasta bailó. La estrategia de Silva fue no entrar en ese juego, esperar a su rival y golpearlo. Así fue imponiéndose en las tarjetas hasta el final del enfrentamiento.
Tras conocer la decisión de los jueces, Silva se tiró sobre la lona y comenzó a llorar. Díaz lo levantó y lo motivó para que disfrutara del momento. Alrededor de 399 días estuvo en recuperación el brasileño que pudo haberse retirado, pero decidió volver y mostró su poderío en el octágono. Tras la pelea, agradeció a todo su equipo, a su familia y a Dios.
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