viernes 29 de marzo del 2024

El rugby y su imperiosa necesidad de avanzar

El Mundial que arranca en Inglaterra promete convertirse en una exhibición histórica. Por qué se ha convertido en el deporte colectivo de contacto por excelencia.

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En el estadio de Twickenham, catedral mundial del rugby, el local (Inglaterra) y Fiji darán inicio a la Copa del Mundo. El evento promete convertirse en una exhibición histórica, para el deporte “de la ovalada”. Juego histórico que en el siglo XIX se escindió del fútbol y que lentamente se ha ido transformando en el “deporte colectivo de contacto” por excelencia: superando incluso al fútbol americano (NFL) y sus millones de dólares.

Parte del secreto de su crecimiento, radica en su voraz apetito de transformación. A diferencia de su primo hermano el fútbol, siempre reticente a la incorporación de avances tecnológicos, el rugby se ha caracterizado por una clara tendencia proactiva. La postura le permitió una veloz adaptación a los cambios que trae aparejado el progreso de la ciencia. A tal punto llegó en su asimilación que hoy en día, a contramano de la mayoría de los deportes, los entrenadores principales del rugby priorizaron su acceso a las máquinas por sobre el contacto directo con los protagonistas: en lugar de estar en el campo de juego, se alojan en palcos especiales rodeados de intercomunicadores y computadoras.

El rugby es terreno fértil para las ciencias aplicadas al deporte, tanto en variables de juego, como en performance deportiva y en prevención y rehabilitación en salud. El valor por la tecnología como herramienta para mejorar el deporte y por el registro de datos cuantificables (con su posterior procesamiento estadístico), lo ubica en un lugar de avanzada.

Mientras el fútbol todavía permite goles apócrifos, la International Rugby Board (IRB) implementó desde hace quince años un formato arbitral con acceso a video imágenes. El cuarto árbitro del rugby, comúnmente llamado Television Match Official (TMO), ayuda a los árbitros de campo al momento de tomar decisiones en situaciones definitorias poco claras, o en jugadas puntuales donde tienen restringida la visibilidad. Su existencia permite evacuar completamente las dudas y no generar un partido de trámite injusto.

En 2010, cinco años antes de que la FIFA permitiera su uso en competencias deportivas, el equipo profesional de rugby de West Yorkshire “Bradford Bulls” experimentaba con la utilización de GPS de seguimiento en partidos de Rugby Union. Con el dispositivo electrónico que se ubica por debajo de la camiseta a la altura de los omóplatos, se recopilan datos sobre la dinámica de los jugadores en el partido: valores que permiten evaluar las demandas fisiológicas del deportista y su rendimiento en relación a la fatiga. Así no sólo se mejora la performance colectiva, también se facilita el cuidado individual del deportista para evitar lesiones.

“Epidemiological Review of Injuries in Rugby Union” es uno de los últimos estudios de investigación sobre lesiones en el deporte. Se estima que en el Rugby Unión (de 15 jugadores) hay entre treinta (30) y noventa y un (91) lesiones por cada mil horas de partido, dependiendo del nivel de competencia y del país evaluado. El estudio discrimina los tipos de lesiones, el lugar y la causa, la posición de juego del damnificado, el momento del partido en el cual ocurrió y el tiempo de recuperación demandado. Este tipo de estudio comparativo global se puede realizar gracias a que la IRB, el ente rector del deporte, decidió en 2007 implementar un protocolo de registro que aunase criterios sobre definiciones y procedimientos.

El rugby es un deporte de contacto donde la pelota se acarrea con las manos pero se quita atacando las piernas. No casualmente la estadística indica que el 50% de las afecciones son de miembros inferiores, seguido por cabeza y región cervical (14% a 30%) y recién en tercer lugar aparecen las extremidades superiores (15% a 20%) y el torso (10%). Cuanto más alto e intenso es el nivel de competencia, mayor es el compromiso de la cabeza en el registro (por el incremento en el número de conmociones cerebrales). La mitad de las lesiones son de los tejidos blandos (músculo o tendón), seguido por esguinces, luxaciones/subluxaciones, fracturas y conmociones cerebrales (5%).

En la dinámica de juego, hay más chances de lesionarse al recibir un tackle que al tacklear a un adversario. En total, un equipo realiza en promedio 300 tackles por partido con una media de cincuenta y cinco (55) para los forward y veintinueve (29) para los backs. Esos números, junto con la prevalencia de lesiones asociadas a rucks o mauls (reagrupamientos), son las causas principales para que los forward tengan una tasa de lesiones más alta que los backs.

En la Argentina, pocos se preocupan por el TMO, el GPS o los nuevos protocolos de la IRB, y es lógico que así sea. Luego del reciente triunfo en el Rugby Championship 2015 (vs Sudáfrica), la gente sueña con una sorpresa en el debut de Los Pumas frente al vigente campeón (Nueva Zelanda). El kick off está en marcha.