jueves 28 de marzo del 2024

Tiros de larga distancia

El debut ante Bélgica de la Selección de Menotti en el Mundial de España '82 ocurrió un día antes de la rendición en la Guerra de Malvinas. En el estadio, los hinchas brasileños se solidarizaron con los argentinos. El recuerdo.

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La única vez en que brasileños y argentinos confraternizaron en un Mundial fue en uno de los dos Argentina-Bélgica que preceden al partido de hoy. No sucedió en el antecedente más recordado, el de los goles de Diego Maradona en México 86, sino cuatro años atrás, en la derrota 1-0 en la inauguración de España 82.

Un recorrido por los diarios de la época certifica una inédita hermandad brasileña-argentina en las tribunas del Camp Nou el domingo 13 de junio de 1982. Por supuesto, no se debió a intereses deportivos en común, sino a una razón mucho más poderosa: eran días en que nuestros soldados resistían el avance final del ejército inglés en la guerra de las Malvinas.

Aunque en el momento no se supiera, aquel partido se jugó en simultáneo a la rendición. Los hinchas argentinos presentes en el Camp Nou desplegaron banderas con la leyenda “Las Malvinas son Argentinas”. Los brasileños los apoyaron. No estaban al tanto de que ese mismo fin de semana, doce mil kilómetros al sur de Barcelona, los ingleses habían lanzado la ofensiva definitiva. El final fue cuestión de horas. Nuestros soldados resistieron en inferioridad de condiciones y los militares levantaron la bandera blanca en Puerto Argentino al mediodía del lunes 14 de junio, mientras César Luis Menotti, Diego Maradona y el resto del plantel masticaban la derrota que habían sufrido la tarde anterior.

Hoy suena a locura: cómo Argentina jugó un Mundial en medio de una guerra. Pero en aquel momento, y en sintonía con el delirio de una dictadura militar, pareció natural. El torneo local no se interrumpió ni en el día del desembarco en Malvinas, el 2 de abril. También la selección siguió jugando los amistosos programados y el 1-1 ante Unión Soviética en el Monumental, el 14 de junio, fue televisado en directo a las islas. La futbolización de la guerra fue tal que dirigentes de River y Boca se ofrecieron a llevar a sus equipos para jugar un superclásico en las Malvinas que inspirara a los soldados. Antes del viaje a España, los militares le entregaron al plantel documentos sobre cómo debían responder en caso de preguntas alusivas a la guerra.

Entre los soldados había cuatro futbolistas que al poco tiempo serían profesionales. El caso más conocido es el de Omar De Felippe, actual entrenador de Independiente, y ex volante de Huracán. También combatieron Luis Escobedo (defensor de Vélez), Gustavo De Luca (delantero de inferiores en River, Chicago y fútbol chileno) y Raúl Correa (defensor de Mandiyú).

“El partido contra Bélgica lo escuchamos por radio. Me acuerdo que cayó una bomba. Sentimos el cimbronazo en el pozo, y salimos a mirar a ver si le había pasado algo a alguien. Cayó cerca pero no nos afectó porque enseguida cambiamos de posición”, recuerda Correa, que hoy tiene 52 años y vive en Corrientes.

A los pocos días, algunos jugadores de la selección hablaron del tema. Osvaldo Ardiles anunció que un primo suyo (José, piloto de aviación) había muerto en la guerra. “Hemos luchado solos contra Estados Unidos y los ingleses, pero algún día nuestra bandera volverá a flamear en las islas porque es un territorio que nos pertenece”, dijo el cordobés. Menotti agregó: “La guerra debe forjar una unidad nacional de la mano de una independencia política y económica. Nuestro país, en la historia, volvió a ser víctima del colonialismo y el imperialismo. A partir de ahora, los argentinos debemos tener en cuenta quiénes son nuestros amigos y nuestros enemigos”. Fue después de la rendición. Y de un partido contra Bélgica.

Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil

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