martes 23 de abril del 2024

La rogermanía revolucionó el país

En su fugaz visita a la Argentina, Federer estuvo lejos de comportarse como un divo. La simpatía de un grande que cautivó al multitudes.

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¡Roger, Roger! Fue el grito que se escuchó a modo de canción desde que el suizo Roger Federer puso un pie en Argentina, el lunes 10, arribado desde Brasil, país que también formó parte de la gira de exhibición que el europeo está realizando, y que lo llevó a Colombia.

Esta es la primera vez que el tenista sale del circuito oficial y viene a Sudamérica. Y el furor que generó fue acorde a la situación: filas de 500 metros para entrar al estadio Pipa del Tigre, en el que jugó los dos partidos contra el tandilense Juan Martín del Potro, 20 mil personas en cada una de las dos exhibiciones, aficionados en Aeroparque y muchos famosos que dejaron de lado su costado cholulo para hacerse fans del europeo.

En la tribuna vip se pudo ver a Susana Giménez, que fue con su hija Mecha y su nieta Lucía con su novio, Joaquín Rozas. También estuvieron Guillermo Francella y su mujer, Marynés; Jorge Rial y Mariana Antoniale; Guillermo Marín y su pareja, Valeria Archimó; y Fabián Cubero, entre otros.

Humilde como los grandes, Federer, quien fue traído por Guillermo Marín, que pagó 2 millones de  dólares con el respaldo de sponsors, saludó a todos. De hecho, en el traslado del Aeroparque hacia el Hotel Intercontinental de Tigre, hizo detener dos veces el auto para bajarse a firmar autógrafos. Eso sí, fue recibido como un grande. El martes tuvo un almuerzo de bienvenida en el hotel. Y a las seis de la tarde dio una conferencia con la presencia de Federer, Del Potro, Marín, el intendente Sergio Massa y José Luis Clerc.

Argento. “Quería venir hace mucho tiempo y más si es para jugar con un tenista como Juan Martín del Potro. Vamos a revivir momentos mágicos como el US Open 2009”, comentó el suizo, actual número dos del mundo. Y agregó: “Su presencia influyó, porque yo me muevo más en Europa y cerca del circuito, y hasta acá es un largo viaje que hubo que planear con tiempo”. Cortés, Federer, quien quiere dejar de jugar –algo que no afectaría su economía ya que sólo en exhibiciones y por sus sponsors recaudó 45 millones de dólares en el último año–, no dejó de elogiar a su contrincante.

Además, manifestó que quería “probar la comida y el vino tinto, ir a ver la Bombonera, jugar un poco al fútbol... conocer a la gente de este país y los lindos lugares que tiene”. “Espero tener una  gran estadía por más que sean tres días”, agregó. Y cumplió todos sus sueños. Apenas terminó la conferencia, Massa lo agasajó con un asado en la casa de unos amigos en el Barrio La Isla. Esa fue la ocasión para probar el vino argentino. Aunque medido, sólo tomó dos copas. Comió dos mollejas, asado y ensalada, y quedó fascinado con el paisaje del lugar y el color celeste fuerte del cielo. Por eso no quiso perderse de salir a navegar por el río junto al intendente. No obstante, el divertimento no hizo que dejara de extrañar a su esposa, Mirka, a quien llamaba cuatro veces al día. Y a través de quien se enteró que sus mellizos de cuatro años están armando el arbolito navideño en su casa de suiza. El papá del tenista, Robert, aseguró que desde hacía tiempo no veía a su hijo tan distendido.

Humilde. Pese a ser el número dos del mundo, lejos de derrochar arrogancia, demostró humildad. En la cena a beneficio del programa municipal Tigre Educa, a la que asistieron cientos de personas, entre ellos muchos famosos, y en la que se recaudaron 3 millones de pesos, Federer no renegó ni una vez de las fotos. Esa noche terminó con una charla con Gastón Gaudio. El miércoles 12 por la mañana fue recibido por la presidenta Cristina Fernández en la quinta de Olivos, le llevó de regalo una raqueta y dijo: “Estoy sorpendido, no es algo que me pase en todos los lugares a los que voy”.

Luego hizo una clínica de tenis para los chicos que integran la Escuela Municipal de Tenis de Tigre. Algo que le fascinó. “Puedo pasar horas haciendo esto”, se le escuchó decir. Y a las ocho y media llegó el momento más esperado: el primer partido contra Del Potro, en el que a la gente no le importaba nada más que ver al suizo y que incluso la ovación que recibió pareció haber hecho sentir a Delpo como un visitante en su tierra. Sin embargo, el suizo no pudo contra la Torre.

El jueves, Federer fue a la cancha de Boca, disfrutó de un fútbol tenis con Del Potro, Gabriel Batistuta, el polista Adolfo Cambiaso, Rolando Schiavi y Sebastián Battaglia. Y por la noche jugó su segundo partido exhibición contra el tandilense, y lo ganó. No iba a permitir irse sólo con la idolatría de la gente, quería ganar y lo logró. La gente lo ovacionó de pie y Federer se fue a Colombia, última parada.

Esta nota fue publicada en la edición impresa del DIARIO PERFIL