Por Gabriel López | "Pato o gallareta”, pensó un vecino de El Mondongo, barrio de extracción social gimnasista, de los triperos de los frigoríficos, nombre arrabalero que surgió una noche allá por los años 30, cuando se inició el profesionalismo, se reían de la cantidad de gordos que habitaban la zona.
El Club Gimnasia y Esgrima La Plata hoy está frente a otro fenómeno: Diego Armando Maradona, un mito viviente, como muchos definían ayer con las manos en el bolsillo donde apretaban los 1.400 pesos que cuesta volver a ser socio del club.
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En busca de un Dios. Luis Roselli fue un wing que perdió su pierna en un partido jugado en 60 y 118. Tenía para seguir en Chile pero quiso defender la camiseta enamorada en 1ª B. “Vino San Martín, ¡este en el fútbol es lo que fue el libertador!”, dice Roselli, que suele dar charlas a los pibes del club para cuidarse en todos los aspectos de la vida. Pero avisa: “Ojo nosotros los Triperos, que siempre buscamos a un Dios. ¿¡Viste que hasta de Australia mandaron solicitud para hacerse socios!?”, le cuenta a Perfil y afirma que nunca vivió horas tan felices como ésta.
“Y hasta podríamos saldar las deudas!”, dice afirmado en el bastón. Sus aullidos no son el de todos los hinchas. El coleccionista Marcos dice “el club está estancado hace 50 años y debemos sacarlo con proyectos”. “Trajimos a la bomba mundial”, opina Gonzalo. Y hablando de bombas, unas sesenta latas de humo van a rodear el campo para el recibir al ídolo en el primer entrenamiento.
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“Como nunca pudimos ganar nada, esto es un regalo que nos hizo Dios mandándonos a Dios”, sacó una metáfora Fernando Nuñez, 52 años, de la vieja hinchada.
Los que en la capital bonaerense no son de Gimnasia ni de Estudiantes avisan que en el próximo clásico estarán con el Lobo. “Diego lo entiende todo, lo primero que dijo fue ‘hay que jugar en el Bosque”, fue el análisis de Pablo Blesa, miembro de la Peña Los Xeneizes de La Plata. “El más grande está en la ciudad”, comenta un fana de Vélez, Diego García, mientras disfrutando del sol.
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Diego Igoa nació en el ’75 y es empleado de la Dirección de Escuelas, y recién pudo caer cuando abrió el WathsApp para emocionarse con el video donde Diego dice “a la gente de Gimnasia la llevo acá” (tocándose el corazón). “Al margen de todo lo que fue y que lo adoramos, tenía más para perder que para ganar, vino y si nos vamos a la B queda escrachado él. Pone el pecho y eso lo hace más grande”.
¿Y los de Estudiantes? Oscar, nacido en 1954, reconoció “la revolución que provocó esta máquina de generar dinero”. En el bar La Fusta, donde se apuesta a las carreras de turf, el tripero Fabián Masci y el boquense Miguel Safe coinciden en que “va a mejorar porque es una inyección”, mientras Aníbal, que cuida la caja, se mete con un bocado tajante: “Se van a la B pero millonarios”.
Nota publicada en la edición impresa del Diario Perfil del sábado 7 de septiembre.