viernes 29 de noviembre del 2024

El rugby está en las antípodas del asesinato

(*) Por Federico Picasso | Para entender el crimen de Fernando Báez Sosa, hay que mirar a la sociedad antes que a un deporte que es de contacto, pero no violento.

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Desde que ocurrió el terrible episodio de Villa Gesell, lo único que leemos o escuchamos es a un sinfín de opinólogos y desinformados “analistas de la vida” que encuentran en el rugby la causa embrionaria de los crímenes y actos violentos que ocurren entre grupos de jóvenes a la salida de un boliche, en una fiesta o simplemente en la calle.

Vamos por partes y empiezo por lo más importante de todo. La vida. La vida se cuida, se valora, no se atenta contra ella, no se mata. Este terrible acto violento debe ser castigado con todo el peso de la ley. Y, sin saber nada de derecho, pienso quecorrespondería un castigo ejemplificador, para que de una buena vez la sociedad sienta que aplicando la ley se toman medidas que corresponden a la valoración de la vida; que no se acepta de ninguna manera el desprecio por la misma.

Mundo ovalado. ¿Y el rugby? Yo jugué 30 años al rugby, en provincias y equipos distintos; mis hermanos lo jugaron y mis hijos lo practican en la actualidad, por lo tanto sigo vinculado intensamente al mundo “ovalado”. La familia entera lo vive de esta manera. Esto no me convierte en erudito, pero siento que puedo opinar con algo quizás de conocimiento de lo que rodea al mundo del rugby más allá de una cancha, una “guinda” y treinta jugadores.

Para empezar, el rugby es un deporte de contacto, un deporte más físico que otros y desde infantiles nos enseñan a cuidarnos, no solo de no golpearnos, sino a no lastimar al rival. Rival que es un amigo, antes, durante y lógicamente después del partido. Esto de ninguna manera lo convierte en violento.

Es aquí donde deseo marcar una clara diferencia. La violencia la ejercen las personas, y por supuesto que el rugby alberga imbéciles. El rugby no es una burbuja impoluta y como todas las instituciones de esta sociedad está compuesto por personas que traen desde sus hogares, desde su formación primitiva los valores que nos diferencian y distinguen y que nos deben permitir vivir en una sociedad en paz y en armonía. Y en los tiempos que nos toca vivir resulta muy difícil amalgamarlos, pero se hacen enormes avances en cuanto a la integración y la transmisión de valores tan importantes como el respeto, la integridad y la solidaridad.

Ejemplos como los Espartanos (rugby en las cárceles de toda la Argentina) o los Pumpas XV (formado por jóvenes con distintas discapacidades mentales) hablan por sí solos. Hoy se suman más y más personas, más chicas en el rugby femenino; el rugby adaptado y el programa Rugby Seguro que ha salvado y salva vidas. Todos se convierten en portadores de estos valores que enarbolamos como bandera.

Doloroso. Por eso me parece doloroso y muy injusto que se estigmatice como en este caso a un joven asesino como “rugbier asesino”; me parece artero, malintencionado, porque el rugby está en las antípodas de estas atrocidades. El mundo del rugby obviamente debe reflexionar como todas las instituciones y organismos de esta sociedad qué nos pasa y qué podemos hacer para solucionar juntos estos problemas.

La violencia, el alcoholismo, las drogas, no son inherentes al rugby o al ajedrez o al tenis. Son flagelos que tristemente nos obligan a buscarle una solución urgente. No creo que culpando al rugby estemos por el camino correcto. De manera utópica, ¿si se suspendiera el rugby en todas sus formas, el problema de la violencia estaría solucionado? Todos los que leen estas líneas saben que no es así. De hecho Nueva Zelanda, país rugbier por excelencia, en 2018 era el segundo país más seguro, es decir con menor índice de criminalidad del mundo, según el Institute for Economics & Peace. Esto me lleva a pensar que esa violencia quizás tenga que ver más con la sociedad y el cumplimiento de las leyes que con un deporte en particular.

Compromiso. El rugby tiene el compromiso de acompañar en la formación no solo de jugadores, sino de personas, formación que se inicia en la familia, en el hogar. No tapemos el sol con la mano.

Que yo hoy escriba estas líneas es muy triste, porque siento que tengo que explicar algo que jamás debería haber ocurrido. La muerte de un joven como Fernando no tiene explicación, pero nos obliga a mirarnos de frente y sin titubeos en busca de la solución. Discutamos, debatamos, escuchemos, opinemos, enojémosnos y volvamos a empezar…hasta que le encontremos la vuelta. Echarle la culpa al rugby no es la solución.

*Psicólogo. Ex jugador y entrenador de rugby.