Gallardo y un River con demasiadas preguntas y casi nada de respuestas
La final perdida ante Talleres dejó a River y a Gallardo en zona de confusión, sin ideas a la vista y con pocos argumentos para la ilusión de su gente de cara a la Copa Libertadores y el Mundial de Clubes.
El River de Gallardo no representa ni al de los viejos tiempos de gloria ni a de los actuales de las expectativas y las ilusiones que se generaron en este 2025. La derrota por penales y la final perdida contra Talleres en Paraguay no hizo más que afianzar lo que venía mostrando el equipo en esta temporada: falta de gol, falta de juego, falta de ideas y sobre todo falta de todo.
El propio DT lo dijo: el equipo no es representativo de lo que busca con su trabajo y sigue lejos de las pretensiones que alimentaron el mercado de pases y la presencia del propio Gallardo. Demasiadas preguntas abiertas y sin respuestas cerca.
El nivel de juego de River
La primera y más evidente es ¿A qué juega River? Y nada hay para responder más que incertidumbre. Es verdad que le hacen pocos goles y eso es porque su mejor jugador siempre es Franco Armani pero el fútbol tiene dos arcos y básicamente se juega a hacer goles en el de enfrente e increíblemente River no puede.
Desde hace 10 partidos que se va al descanso con la garganta seca y ese dato es muy elocuente. Este año jugó ya 9 partidos y en 4 quedó mudo de gol. Para un equipo de Gallardo es una blasfemia semejante a una herejía.
Los refuerzos en el debe
Otra gran pregunta es ¿dónde están los refuerzos? Porque a excepción de Gonzalo Montiel -hasta él mismo se sumó a la malaria errando un penal- y de Enzo Pérez, el resto, tanto los de este año como los del pasado, siguen sin dar muchas respuestas.
Lucas Martínez Quarta, Germán Pezzella, Marcos Acuña, Sebastián Driussi, Maxi Meza, Matías Rojas y Fabricio Bustos por nombrar algunos ya hablan por sí solos. No jugaron un partido bien y jamás rescataron al equipo de un mal momento para darle aire y que mejore su juego.
Muchos momentos de Gallardo fueron rescatados gracias a jugadores que sacaban un conejo de la galera y de ahí en más el equipo aparecía. Este año Gallardo lo necesitó en varios partidos, incluso y más que nunca en la final de ayer que buscaba como un momento de despegue. Pero esa energía no apareció y el equipo fue tan apático como siempre lo fue este año.
Sin reacción
Otra gran pregunta es ¿hasta cuándo van a jugar tan mal? Y nadie sabe bien en qué momento harán un click los jugadores o Gallardo para encontrar alguna buena respuesta. Lo que sí se sabe es que la paciencia no se estira como un chicle y que en algún momento se rompe y se quiebra.
Del lado del DT que volvió a hablar que pasó poco tiempo y de la gente que hace rato que alienta pero que cuando puede le exige a los jugadores otra actitud de juego. El domingo el estadio Más Monumental seguramente repleto va a ser un foro de debate al que solo la presencia de Gallardo no convierte en un hervidero.
Los tiempos son cada vez más cortos y menos pacientes porque se viene la Copa Libertadores y porque hay mucha ilusión en el Mundial de Clubes y llegar a esas instancias con más interrogantes que respuestas va a ser una desilusión tan inesperada como difícil de digerir.
SP
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